XII

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SORPRESA!  He decidido actualizar antes. ¿Felices? <3 

"why wish upon a star? When you can pray to the one who created it."

- ¿Qué?

Quise gritar hasta quedarme afónica, pero de mi garganta la pregunta surgió en un suspiro sofocado y estrangulado. Como si me acabaran de encajar una daga en el pulmón, privándome de la capacidad de respirar y mi ultimas palabras hubieras sido aquellas.

El me devolvió la mirada como si lo que me acababa de decir no tuviera ninguna importancia, pero yo sabía que si. No me engañaba. Lo conocía demasiado bien.

- ¿Qué? - repetí no dispuesta a dejarlo correr. Necesitaba respuestas.

El suspiro pesadamente y se levanto con cuidado, sus ojos de un azul intenso brillaron preocupados por primera vez desde que comenzó aquella incomoda conversación, pero no me acobarde.

- Gwenny...

- No me digas "Gwenny..." - lo corté furica señalándolo con el dedo. - nunca me dijiste que esto era parte de la invocación. - exploté hecha un desastre de nervios, estaba asustada. No, peor, estaba aterrorizada, fuera de mi ser del miedo que sentía de los sentimientos que comenzaba a sentir por Eros, y peor era pensar que ahora no tendría el tiempo de procesarlos todos. ¿Al final del mes perdería todo recuerdo de su existencia? ¡y un cuerno! - ¿¡voy a olvidarte, hijo de puta?! ¿¡Y no se te había hecho importante decírmelo, mínimo mencionarlo?! Hey, Gwendolyn, pareces ser una chica genial y me encanta que me hayas convocado, pero esta una pequeña cláusula en el contrato que creo debes de estar enterada: no vas a recordar nada sobre mi. - lo miré con los ojos muy abiertos, estaba segura que se me iban a salir de las cuencas, ademas, creo que ni siquiera estaba parpadeando - ¿HEH?¿ERA TAN DIFICIL? ¡¿LO ERA?!

- Cálmate. - Oooh, ¿Cómo se le ocurría decirme eso ahora?, ¿es que no sabía nada de las mujeres?

Corrí en busca de una gran sartén con la que dejarlo inconsciente hasta que considera necesario volver a hablar con el miserable.

- ¿a donde vas? - chillo el asustado por mi despotricamiento. Corrí a la cocina, tomé el mango de la sartén con fuerza y lo lancé apuntando a la cabeza de  ojos azules, el tomo la sartén con precisión mortal y me miro sorprendido y sonriendo como si no estuviéramos peleando, lo cual me puso mas a punto.

- ¡No sonrías, miserable hijo de perra! - grité roja como una remolacha, el se paso la lengua por los labios intentando calmar la risa pero no logro mucho al respecto.

Mire mis estantes buscando algo mas que lanzar. Incline la cabeza, las tazas serían.

- ¡Para, loca! - me gritó cuando estrellé la primera taza contra el muro a unos centímetros de su cabeza.

Le respondí lanzando la segunda taza. Y luego una tercera...

- ¡ya estuvo pues! - gritó imitando mi expresión de anoche antes de subir al taxi. 

Se abalanzó  presionando su cuerpo contra el mío y tomando mis manos que sujetaban dos jarrones. Mis ojos estaban rojos por las lagrimas que intentaba contener, pero teniéndolo tan cerca me resulto imposible. Mi respiración era pesada al igual que la suya. Sus ojos me miraron arrepentidos y atormentados pero yo estaba destrozada por la noticia. No sabía porque, pero no quería que Eros desapareciera de mi vida, menos aun sin dejar rastro.

- No puedes dejarme. - dije intentando aparentar calma pero estaba muy lejos de conseguirlo.

- Son las reglas de la invocación. - me respondió.

Querido ErosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora