Capítulo 30 -Sin editar

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Acomode por décima vez la bufanda violeta que llevaba enroscada en mi cuello,había demasiado viento,y el frío te calaba los huesos,llevaba un abrigo de lana que probablemente alguien usaría en el polo norte,de color violeta;combinaba con mi bufanda. Unos pantalones vaqueros azules y unas botas negras,llevaba puestos los auriculares y la voz Selena Gomez inundaba mi mente,amaba como cantaba esta chica.

Llegue a mi destino y entre al centro comercial,a los pocos minutos de caminar por el lugar y ver las vitrinas de tiendas de ropa sentía calor,el frío había desaparecido,me desabroche el suéter y me lo saque,como mi bolso era pequeño tenía que llevarlo en la mano,lance un bufido inaudible,odiaba llevar cosas en mis manos cuando estaba en la calle.

Subí por la escalera mecánica,espere pacientemente que la cinta mecánica llegara a su destino,era demasiado lenta,mi instinto salvaje o mejor dicho de niña pequeña quería caminar,correr hasta llegar al final,no quedarme a esperar como lo hacían todos,escondí mi impulso y empecé a golpetear mis uñas en la baranda de plástico negro,haciendo un ruido un tanto irritante.

Empuje con mis manos la puerta,"empuje,cierra sola" había un cartel en la puerta que ponía eso,como si la gente fuera tan estúpida que tenían que ponerles indicaciones. El olor a café y chocolate inundo mis fosas nasales ni bien entre,Sonreí sin pensarlo,amaba el café y el chocolate.

Mi padre se encontraba al final del local,con una campera negra y el poco cabello negro que le quedaba peinado para el costado, ¿no sabía que ese peinado lo hacia ver más calvo de lo que ya era?.

-Hola-Murmuré sentándome en la silla de madera con tapizado negro,lo mire,están enfrente suyo,veía cierto temor en su mirada,sus ojos eran muy expresivos.

-Lucinda,hola-Dice con una sonrisa-Pensé que no vendría.

«Pensaste bien» quise decirle pero me suprimí el impulso mordiéndome la punta de la lengua.

Una chica de unos veinte años rubia vino a pedir nuestra orden,sonreía como si le estuvieran apuntando con un revolver,seguramente en este lugar tendrían la política de "siempre con una sonrisa hacia los clientes".

-¿Que desean?-Pregunta con una voz aguda,una voz tan aguda que si se lo propusiera podría romper una copa de cristal.

Okay,Adam me estaba contagiando su mal humor,o capaz sea el período,el maldito y irritante periodo que había llegado esta mañana para joderme la vida.

-Un capuchino -Le pide William,la chica lo apunta en su libreta y se gira hacia mi.

-¿Tu decidiste que llevar?-Dice dirigiéndose hacia mi.

-Un café cortado y galletas con chispas de chocolate -La rubia repite el mismo proceso en su libreta como hizo con mi padre y se va.

Nos quedando en un silencio incomodo,un silencio que yo no pienso cortar en absoluto. Él se da cuenta de ello a los cinco o seis minutos y se decide a romperlo él mismo.

-¿Como as estado?-Pregunta. ¿Enserio va a preguntar eso?.

-Bien-Respondí en tono borde-¿Por qué nos abandonaste?.

La pregunta le callo como un balde de agua helada,pide notarlo,lo agarre desprevenido, nunca se le paso por la cabeza que preguntaría eso,pero claro; él no me conoce.

Extiende su mano para tomar la mía pero yo la aparto,que no venga ahora con cursilerías de películas y que valla al grano.

-¿Y William te comió la lengua el gato?-Inquiero con una sonrisa burlona.

Frunce el ceño y me mira-No me trates así Lucinda,tienda que tratarme con respeto,soy tu padre.

No,él no acaba de decir eso,¿mi padre?,¿enserio?,si,el era mi padre; el padre que me abandono y no había visto hace más de diez años.

-NO DIGAS ESO,MALDITA SEA-Grite y toda,absolutamente toda la gente del lugar fijo sus ojos en nuestra mesa.

No me di cuenta de que me había levantado de mi asiento y estrellado mi puño derecho en la mesa de madera.

-Esta bien,ahora vuelve a tu silla y hablemos como dos personas civilizadas,por favor -Suplica y me siento devuelta en la silla,a los pocos segundos la chica rubia nos trae nuestro pedido y nos pregunta si queremos algo más, le decimos que no y se larga al instante.

-No se como decir esto sin que suene mal,ni que sea un golpe bajo o desprevenido -Murmura mi "padre" de manera pensativa,me muerdo la lengua para no hablar, no quiero montar otro numerito como el de hace un rato,pero simplemente William siempre me sacaba de quicio.

Lo mire para que continuara y así lo hizo-Una noche un hombre trajeado apareció en nuestra puerta con un bebé en brazos,nos sorprendimos,lo dejamos pasar porque él pidió ayuda,el fue simple,se sentó en nuestro sofá,el que esta en la entrada,y nos dijo que no podía estar con el bebé, ella necesitaba una familia,Melisa acepto al instante,estaba encantada-Lanza un suspiro,seguramente recordando la escena. Mis manos manos forman dos puños de manera inconsciente,cuando me doy cuenta de ello no los relajo,al contrario,los aprieto más fuerte.

-Lucinda eres adoptada,Melisa y yo no somos tus verdaderos padres.

Lo suelta así sin más, sin tapujos,mis ojos están levemente cristalizados,me pican por contener las lágrimas que sin previo aviso quieren empezar a salir,no es cierto,esto no puede ser posible,él solo apareció para cagarme la vida de nuevo,miente.

-Es mentira-Gruñi-Mamá y yo nos parecemos mucho,nuestros ojos son verdes y nuestro cabello es casi idéntico -Dije con voz temblorosa,recordando que el pelo de mi madre es lacio y el mio ondulado y más claro.

-Solo en eso se parecen,tu verdadero padre busco a una familia parecida a ti-Murmura mi supuesto padre.

Estoy en un trance,no quiero aceptarlo,tal vez él no mienta,ellos no son mis verdaderos padres,vivir una vida de mentiras me aterra,significaría que toda mi infancia y adolescencia fue completamente falsa.

-¿Donde esta mi papá? ¿y mi mamá? -Me escuche preguntar,no sabia que lo había dicho hasta que las palabras salieron de mis labios.

-No lo sé, quería decírtelo,pero tu madre me lo impidió y me echo de la casa,por eso me fui-Dice,se que esta siendo sincero,lo noto en su voz y puedo ver la sinceridad reflejada en sus ojos.

-Esta bien,me voy fue un placer conocerte -Me despido y colocandome mi abrigo y bufanda salgo del local,él no me persigue,solo se queda ahí sentado en la mesa mirandome cuando salgo.

Cuando salgo a la calle,el frío me quema las mejillas,y ahí en la fría acera me permito llorar,las lágrimas silenciosas corren como cascadas por mis mejillas.

Cuando mi vida por fin estaba bien,viene alguien y arruina todo.

Maldito seas William Fisher.

El secreto de mi jefe [Sin editar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora