~ Capítulo 1 ~

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Narra Tauro:

Por fin. Luego de estar 5 horas en un asiento incomodo, en donde justo estaba el conducto de ventilación golpeándome en toda la cara con su aire frío, el tren se detiene para que pueda pisar suelo firme.

Dejo atrás el tren, agradeciendo el calor bochornoso que inunda toda mi anatomía. En mi vida había amado tanto esta sensación.

Hecho un vistazo rápido a la estación de tren silenciosa, buscando con la mirada la salida. Mientras que camino por la estación de tren, observo el móvil, especialmente el correo electrónico, donde tengo la nueva dirección de mi apartamento.

Entrecierro los ojos intentando descifrar las diminutas letras que se extienden por toda la pantalla del móvil, pero no consigo ver más que líneas medio borrosas. Necesito las gafas, pero ahora mismo deben estar en el fondo de mi bolso y no tengo ganas de pasarme 10 minutos buscándolas para luego usarlas unos segundos. Un gasto de energías innecesario, en mi opinión.

Como última opción aumento las letras con ambos dedos, (índice y pulgar) y consigo visualizar una dirección: Calle de las Rosas, número 4.

Bloqueo el móvil dejándolo automáticamente en uno de los bolsillos de mi pantalón vaquero rasgado por las rodillas.

"Quien me mandaría a mi presentarme con pantalones largos." pienso golpeándome mentalmente.

Con la dirección memorizada, me encamino hacia afuera de la estación. Me arrepiento rápidamente, ya que me encuentro con todo un desierto en potencia, ni un taxi, ni un alma y aun menos, ni ningún tipo de autobús que me lleve al centro de la ciudad.

"Perfecto, he venido a vivir al culo del mundo." pienso al momento.

Observo a mis alrededores, en donde casualmente aparece una chica de, aparentemente mi edad, chateando por el móvil. Me acerco a ella rápidamente para luego preguntarle sobre la calle a la que tengo que dirigirme. Ella me indica que debo coger el autobús número 5, y que tras esas breves palabras, se da la vuelta como sí le urgiese algo y se va en sentido contrario.

"Ni me ha dado tiempo a preguntarle donde queda la estación de autobuses." pienso mientras que frunzo levemente el ceño.

Camino durante unos 12 minutos, hasta que me encuentro de lleno con la estación de autobuses, eso sí, en la otra punta de la calle y con el calor que hace. Ruedo los ojos y camino hacia la entrada de la estación, que es bastante grande y que, para nada, tiene aire acondicionado.

Resoplo a la vez que entro, cargando con la maleta de dos ruedas que tan poco adoro. Recuerdo, entonces, que quería una maleta de cuatro ruedas y que mamá decidió que no era una buena opción.

Reflexionándolo mucho, ahora que cargo con ella, prefería llevarle la contraria y elegir la otra.

...

El hotel de los SignosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora