~ Capítulo 51 ~

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Narra Piscis

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Narra Piscis

Despejo mis pensamientos alejándome del folio durante un par de segundos. La cabeza me da vueltas y en lo único que puedo pensar es en que Aries sigue ahí, en todos lados, recordándome lo doloroso que es.

Durante esta semana lo he estado evitando a toda costa. No quiero ni verlo en pintura, estoy bastante cansada de su orgulloso ego de macho y de sus ojos azules. Siempre me miran de esa forma, como sí tuviese que derretirme por ellos y por él. No, no voy a sucumbir a sus miradas llenas de tenebrosas tormentas de invierno.

Ahora que caigo en ello, últimamente tiene la mirada más apagada. A ver si va a ser verdad que hay una tormenta de invierno dentro de sus ojos. Sobre todo porque han perdido mucho brillo desde aquella mañana en su habitación. ¿Habrá sido por lo que hemos discutido? ¿estará triste? ¿qué le estará pasando por la cabeza?

Frunzo el ceño al darme cuenta de que le estoy dando demasiadas vueltas al asunto, un asunto que no me importa ni me concierne. Ya es lo suficientemente mayorcito como para arreglar sus asuntos internos.

"Pero...aun sabiendo eso, ¿por qué siento una punzada de dolor?" reflexiono de nuevo, tragando con dificultad. "No, solo estoy exagerando. Claro, será un gas." niego con la cabeza con una leve sonrisa.

Estiro los brazos por encima de mi cabeza, al igual que estiro mis muñecas con suaves giros para despertarlas. Mis ojos cansados me piden un buen vaso de agua y algo que llevarme al estomago. Así que, con pesadez, me levanto del escritorio de mi habitación para sacarme las gafas y estirar el cuello, nuevamente.

Estos días, por culpa de haber estado tanto tiempo dibujando y trabajando en el mi propio manga, se me están haciendo pesados y cansinos hasta los dibujos. Pero es la única forma que poseo para dejar de darle vueltas a las cosas y que no me atormenten mucho.

Suelto un largo suspiro y me pongo las zapatillas para, a continuación, abrir la puerta de mi habitación con mucho silencio, intentando no despertar a nadie. Son las 4 de la mañana de un domingo lluvioso, nadie tiene ganas de que los despierte a estas horas con mis torpes pisadas.

Miro hacia un lado y luego hacia el otro. No hay nadie, el pasillo está en completo silencio y un viento frío me a traviesa las piernas desnudas. Se me ponen los pelos de punta y me concentro en mi misión; llegar hasta la cafetería sin levantar sospechas.

"Solo es un piso, Piscis. Seguro que puedes intentarlo." me digo para darme ánimos, pero en vez de eso, lo único que consigo es molestarme más conmigo misma por ser tan patosa. "Sobre todo intenta que Aries no te escuche. Eso es lo único importante." finalizo con mis pensamientos poniendo un pie fuera de la habitación.

La habitación de Aries, la que está enfrente, permanece cerrada y en silencio. No debe estar despierto, así que no voy a tener problemas con que me vea merodeando. Aun que, de por sí, nunca me ve merodeando por el día en el hotel. Siempre hago que las noches sean mis días, y que mis días sean mis noches.

El hotel de los SignosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora