Capítulo 7: Fiesta II

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Estaba en mi habitación eligiendo mi atuendo, eran las ocho de la noche, faltaban tres horas para que la fiesta empezara y yo no tenía ni idea de que colocarme.

Mi armario estaba completamente desordenado, había ropa en el piso, en mi cama y hasta guindada en mi espejo de cuerpo completo. Me había medido casi todo y nada me quedaba bien, al menos desde mi punto de vista.

Estaba frustrada, tanto organizar para a la final no saber que colocarme, estuve tan ocupada que no tuve tiempo de ir a comprarme algo lindo. Aunque vamos, mi closet era una tienda entera de todo tipo de ropa. Me lance en mi cama totalmente enojada conmigo misma por no saber que colocarme. Mirar el techo quizás me daría ideas. Bah, ya ni quiero ir.

Tres golpes se escucharon en la puerta de mi habitación. Seguidamente esta se abrió dejando a la vista a Rossalinda o como ella prefiere que la llamen, Ross, mi nana quien tenía cincuenta y seis años, un poco más alta que yo, contextura rellena, blanca y cabello rubio ceniza. Desde que tengo memoria, ella a estado para mi, prácticamente quién nos crio a mi hermano y a mí fue ella. Por lo tanto, no tiene hijos. Siempre dice que nosotros somos los hijos que ella escogió, aunque mi hermano ya no está aquí.

-Supuse que necesitabas ayuda para vestirte-Dijo recogiendo algunas camisas que estaba en el camino-Y por lo visto, tuve razón-Añadió levantándolas y arrugando su frente.

-¡No se que colocarme!-Dije para volverme a lanzar a la cama.

-Se que cualquier cosa que estas te quedaría bien, tienes un cuerpo hermoso, cielo-Dijo negando con la cabeza mientras recogía mas ropa. Cielo, así me decían solo mi hermano y ella. La traducción de mi nombre en español.

-¡Pero es que no se!-Volví a quejarme.

-A ver, levántate y mídete esto, te ayudare a elegir-Dijo pasándome dos vestidos.

Me levante y empecé a medirme todo lo que ella me pasaba mientras escuchaba su opinión al respecto. Cosas que debería hacer con mi mamá, lo hacía con Ross. Como siempre.

~*~

Luego de durar aproximadamente dos horas escogiendo que colocarme, quejándome de que no me quedaba bien y escuchando los regaños de Ross. Por fin, mi atuendo de esta noche, estaba listo.

Consistía en un vestido color crema con un encaje negro encima y de una sola manga. La verdad se me veía bien, aparte me hacía notar un gran trasero.

Deje de mirarme en el espejo y fui a maquillarme y alisarme el cabello. Luego de que termine con ambas cosas, me coloque mis tacones negros, tome el pequeño bolso de mano color negro también y salí. Faltaba media hora para que las personas empezaran a llegar y se supone que Megan, Maya y yo tenemos que estar antes para recibirlos.

Baje las escaleras y mis padres estaban sentados abrazados en el sofá viendo tv. Qué raro que no están trabajando. Ross salió de la cocina y cuando me vio sonrió y agarro sus manos caminando hacia mí.

-Estas preciosa mi niña-Dijo abrazándome

-Gracias Ross-Dije dándole un beso-Fue gracias a ti.

Voltee a ver a mis padres pero ellos ni siquiera se habían dignado a voltear y mirarme, carraspee mi garganta llamando su atención.

-Ya me voy-Dije sonriendo.

-¿Así? ¿Cómo una puta?-Dijo mi madre mirándome de arriba abajo.

-¡Christina!-Le dijo mi padre-Que te vaya bien, hija-añadió con una mirada triste a pesar de que la última palabra la pronuncio como si miles de cuchillos rasgaran su garganta mientras esta salía de sus labios. No pude sentirme peor.

Amor y GuerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora