Capítulo 1: ¡Mi puesto!

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Apenas el teléfono suena avisando que la hora de programación de mi alarma llegó, abro los ojos y le doy a desactivar.  No siempre me levanto a la primera, pero hoy es mi primer día de vuelta a la universidad luego de vacaciones y estoy ansiosa.


Caminando como zombie, camino al baño mientras restriego mis ojos que aun no se adaptan a estar abiertos. Entro y hago mi rutina mañanera, dejando que el agua para bañarme se coloque tibia mientra cepillo mis dientes.


Tarareo alguna canción mientras disfruto del calor que el agua caliente provoca en mi cuerpo.


Cuando salgo busco en mi closet y decido ponerme un pantalón pegado al cuerpo, con una camisa negra un poco transparente, unas botas negras por los tobillos, de accesorios me pongo solo pulseras plateadas y un reloj fucsia que combinara con mi cartera. Me peino el cabello, me maquillo y cuando ya estoy lista bajo a desayunar.


Cuando llego a la mesa ya mis padres están sentados esperándome


–Buenos días–Digo sentándome en mi puesto fijo que es al frente de mamá y al lado de mi papá.


–Buenos días–Dice mi padre sin quitar sus ojos del periódico.



Es el único que responde, ya que mi madre sigue desayunando con la vista en su tablet.


– ¿Cómo están? –Pregunto tratando de entablar una conversación ellos.


–Bien–Respondió esta vez mi madre, quien se digno a responder para luego levantarse de la mesa.


Nunca han sido los mejores padres, pero tampoco eran así. Lo cierto es que aún no me acostumbro a estar sola con ellos compartiendo esta mesa donde soy invisible. Todo era mejor cuando él estaba aquí.


Luego de terminar de comer y despedirme de mi padre quien solo respondió secamente con un adiós, me dirijo hacia mi auto para irme a la universidad, tengo que pasar buscando a la vaga de mi mejor amiga a la cual no le gusta irse en su carro sola.


Cuando llego a casa de Megan y toco el claxon como doscientas veces para que salga, por fin la puerta se abre y aparece una melena rubia detrás con una cara notablemente de dormida.


–Mueve tu trasero, rubia.  No tengo todo mi día para esperarte–Le digo a lo que veo que se detiene a revisar su bolso, seguramente buscando su móvil, siempre lo deja en todas partes.


–No consigo mi teléfono–Dice dando por hecho que la conozco bastante bien, como dije siempre lo olvida en todas partes y nunca recuerda donde lo dejo.


–Tú siempre eres una despistada que lo deja en todos lados–Le digo mirándola con el ceño fruncido.


–Aquí esta–dice poniendo cara de alivio y subiendo al auto. Algo le pasa, ella nunca esta así de tranquila.


–¿Por qué estás de mal humor?–le pregunto aun sin arrancar


Amor y GuerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora