El muy imbecil de Dylan esta molesto conmigo y yo como muy buena chica con el orgullo mas alto que un rascacielos me molesté también.
Si él tuviera la razón en molestarse estoy segura de que dejaría mi tonta actitud e intentaría arreglas las cosas, pero su comportamiento esta siendo completamente ridículo e injustificable.
Primero, él y yo no somos nada.
Segundo, Jake también es mi amigo y creo firmemente en que puede ayudarme las veces que se me de la gana porque repito, Dylan Maslow y yo, hasta donde tengo entendido somos amigos.
Ahora mismo, estoy muriéndome de los celos porque una pelirroja con cara de mujerzuela esta coqueteandole . Su descarado escote deja ver sus exagerados y operados pechos. Que se empeña sacarlos mas a luz cada vez que Dylan va a su mesa, lo cual es a cada segundo ya que la muy regalada, cada rato lo llama, imagino que inventando cualquier tontería para tener su atención.
Mi sangre hierve dentro de mis venas, trato de controlarme y pensar en otras cosas aunque mi mente esta ideando miles de planes en los que la pelirroja no termina muy bien.
—Hey chica—Alguien chasquea sus dedos frente a mi para capturar mi atención. Parpadeo varias veces y volteo a mirar a Maura, que me mira con una sonrisa divertida en sus labios—Deja los celos.
Mi ceño se frunce ligeramente mientras la miro.
—No estoy celosa, por Dios, solo me molesta que hayan mujeres como ella—Coloco los ojos en blancos y ella suelta una pequeña carcajada.
—Si claro, supongamos que no estas celosa—Ahora fue su turno de rodar los ojos—Dilo unas veinte veces más, quizás así te lo creas.
—¡Que no estoy celosa, dije! —Me cruce de brazos tal cual niña mimada. Ella me miro con una expresión en su rostro que no mostraba otra cosa sino burla.
—Como digas, me iré a trabajar antes de que me asesines—Salió de la barra dirigiéndose a una mesa donde recién se estaba sentando una pareja de edad mayor.
Mire a Dylan que le sonreía a la pelirroja como si quisiera llevársela a la cama. Seguramente sintió mi mirada ya que volteo a mirarme, al cacharme viéndolo me guiño un ojo y estiro su mano agarrando la servilleta que la mujer le ofrecía. Donde supongo estaba su maldito número telefónico.
Dios mío, no se si lo que siento son celos, pero quiero levantarme de la estúpida silla frente a la caja e ir directamente hacia la pelirroja, molerla a golpes, dejarla sin cabello y luego quemarla hasta que sus restos estén hechos cenizas...
Si, creo que estoy un poquito celosa.
Dylan volvió a mirarme y al ver mi mala cara debido a su comportamiento de perro junto a la pelirroja volvió a reír.
Fue ahí cuando entendí.
El muy imbécil y degenerado estaba tratando de darme celos. Y bien que el muy cabrón lo estaba logrando.
Ahora mi sangre no solo hervía más que agua para chocolate por los celos sino también por ser tan estúpida y haber caído en su estúpido e inmaduro juego de los celos. Acabe de dejarme completamente en evidencia de que él me gusta, aunque probablemente el muy idiota ya lo supiera antes no quiero que piense que soy una jodida celosa por mucho que a él le divierta.
Como ángel caído del cielo un lindo chico cabello castaño y ojos cafés, se paro frente a mí del otro lado de la barra.
Primeramente lo mire sorprendida ya que muy pocas veces los clientes venían ellos mismos a cancelar su cuenta, siempre esperaban que fuera el mesero quien hiciera todo por ellos. Fruncí el ceño pero rápidamente lo cambie y coloque una sonrisa amable en mis muy molestos labios.
—Hola, ¿En qué puedo ayudarte? —Mi voz totalmente calmada era una total farsa, lo que en realidad quería era gritar y así desquitar mi mal humor pero el pobre chico no tiene la culpa de las idioteces del mujeriego.
—Ehm, si. Venía a pagar la cuenta—Dijo sonriéndome. Dejando a la vista sus blancos dientes. No era mi tipo de chico, pero tenía que admitir que es muy simpático.
—Claro—Dije—¿Qué mesa?
Se aclaro la garganta para luego contestar:
—En aquella—Dijo señalando una mesa donde otros dos hombres con apariencia un poco mayor que él lo miraban sonriendo. Cuando pose mi mirada en ellos, uno comento algo con otro haciéndolo asentir con la cabeza—Me estaba atendiendo la muchacha con el mechón azul.
—Oh, Maura—Dije más para mí que para él mientras buscaba el papel de pedidos que mi amiga me había entregado para poder formular la factura. Cuando vi escrito en la parte superior mesa ocho, lo tome y efectivamente el nombre del papel decía que Maura había atendido esa mesa
Le di el monto total de la cuenta la cual pago en efectivo, se dio la vuelta luego de agradecerme pero antes de seguir su curso, volteo volviéndose hacia mi nuevamente.
—La verdad la única razón por la cual no espere a que la mesera me llevara la cuenta es porque en realidad quería hablarte—Se paso la mano por el cabello en un acto nervioso y miro sus zapatos.
Mire hacia Dylan que miraba desde una mesa con su ceño fruncido, los clientes estaban por lo visto pidiendo su orden y el no estaba escuchando nada, su total atención estaba puesta en mí.
Ahora quien sonreía era yo. Si el quiso jugar primero, yo cerraría este juego y saldría victoriosa.
Con mi mejor sonrisa y mi mirada seductora. Voltee a mirar al lindo chico
—Oh pero que tierno, ¿Querías decirme algo en particular? —Batí mis pestañas mirando coqueta al muchacho, sintiéndome mal en el fondo por jugar emocionalmente con un ser humano solo porque el chico que me gusta lo había hecho antes. Estaba siendo igual o más inmadura de lo que había sido él.
Pero ya la partida empezó y no puedo echarme hacia atrás.
—S-Si, digo, ¿Podrías darme tu numero? —Oh Dios no, no quería darle mi número a un chico al cual no le iba a responder los mensajes.
—Por supuesto—Dije aun con mi mejor sonrisa, tomando un papel de la caja y en una pose seductora inclinándome hacia adelante, no sin antes mirar a Dylan quien ahora se veía cabreadísimo. Hice su mismo acto y guiñe mi ojo en su dirección.
Tome el lapicero y empecé a anotar mi número de teléfono teniendo en mente colocar el ultimo dígito diferente de modo que saliera uno falso o de otra persona. Rogándole a Dios porque el chico no fuera uno de esos que se empeñan en llamarte en el momento y sintiéndome una mierda por hacer esto.
Cuando estire mi mano para pasarle mi número telefónico al castaño. Una mano fuerte lo tomo antes haciéndolo añicos con su puño.
Iba a quejarme por eso pero no tuve oportunidad, Dylan Maslow me tomo de la cintura y poso sus labios en los míos, como buen hombre celoso, marcando su territorio frente al castaño. Que no pudo importarme menos, al igual que las demás personas en la cafetería o el hecho de que estaba montando un espectáculo en mi lugar de trabajo. El hombre que me traía loca estaba besándome ferozmente y yo, estaba disfrutándolo como nunca.
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Amor y Guerra
JugendliteraturSky Hamilton vive su presente con un recuerdo del pasado doloroso para ella, aparenta ser una mujer fría, calculadora y fuerte, pero por dentro es una chica débil, asustada y que lleva con ella la culpa de algo que no pudo evitar, ¿Que pasara cuando...