Capítulo 12

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Podía decir fácilmente que había echado de menos la comida de su madre, que había extrañado su forma de cocinar las verduras y de tararear mientras las hacía, pero eso no quería decir que no pudiera vivir sin ella. En ese momento, ni siquiera estaba siendo capaz de disfrutarla. Había una especie de alambre cruzando la mesa de un extremo a otro, atravesándolo a él que estaba en medio, empezando y terminando en los ojos de las dos personas que lo acompañaban. La hora de la comida había sido exactamente igual, la tarde también, a pesar de que había estado haciendo los deberes y no los había visto en ningún momento. Ni siquiera con los auriculares puestos había podido evitar oírlos.

Al final, después de dejar que Hyukjae le quitase el aire con los labios, había llegado a un trato: las fresas se quedaban donde estaban, pero el resto de la comida iba a ser donada a esa organización con la que colaboraba Sungmin, y así podrían meter toda la comida de su madre en el hueco que habrían dejado libre. Hyukjae se había encogido de hombros porque le daba igual mientras no tocaran su fruta, había metido la mano en su pelo y no lo había dejado irse hasta que la voz de su madre había sonado al otro lado de la puerta.

Si no hubiese sido por ella, y estaba seguro de que lo había hecho a posta, habrían dejado de lado por fin esa racha de abstinencia. Hyukjae había dicho que eran “amigos con derecho” y realmente, aunque le sonaba raro, le gustaba. Los amigos con derecho no se llamaban así solo porque se besaban, ambos lo sabían, y Donghae quería volver a sentir la piel de Hyukjae totalmente pegada a la suya.

Se apoyó en la mesa, aburrido. No sabía de qué hablar para que no hubiesen discusiones. Si hablaba con Hyukjae, su madre se iba a molestar. Si hablaba con su madre, Hyukjae iba a reaccionar con alguna de sus locuras. Entornó los ojos mirando al mayor, que comía con la mirada perdida en el techo. Al menos había desaparecido la maldita tensión y el alambre imaginario. Suspiró. Había sabido desde antes que aquello iba a ser un cuadro y por eso no lo sorprendía, pero, ¿de verdad iba a tener que soportar eso seis días más? Lo único que le faltaba era que se pusieran a discutir por quién de los dos tenía derecho de llamarlo “cariño”, cosa que lo había asustado cuando Hyukjae le había gritado aquello a su madre.

Asustado y gustado. Siempre le gustaba que Hyukjae lo llamase así. No lo decía de la misma forma que su madre, ni siquiera significaba lo mismo. Aunque no tenía ni idea de con qué sentido lo decía Hyukjae ni por qué lo llamaba así. Solo le gustaba, le ponía los pelos de punta, la piel de gallina, era increíblemente atractivo cuando lo decía. Excepto horas atrás; en ese momento solo había parecido un crío.

Rió para sí mismo. Definitivamente Jeno era más maduro que su madre y su amigo, que la mujer que le había dado la vida y el loco que se hacía pasar por su novio, que una mujer de más de cincuenta años y un hombre de veinticinco. Miró a un lado y a otro y suspiró. Sabía con certeza por qué ambos odiaban tanto al otro; no era por las fresas o por la televisión o porque hubiese estado tumbado en el sofá sin dejarle sitio a su madre. No. Era porque ella quería llevarlo de vuelta a Londres y Hyukjae se negaba a ello.

Y eso era tan adorable, tan tierno, tan... tan... quería abrazar a Hyukjae y nunca soltarlo.

Sabía que el mayor debía haberlo pasado muy mal en su infancia, al menos por lo poco que sabía de ella, por la conversación que habían tenido sobre “el palacio”. Y él ya había tenido claro, desde su primera vez juntos, que iba a ayudarlo a divertirse.

Soportó el resto de la cena igual que había soportado la comida, con el alivio de que después de eso se irían a dormir y no tendría que soportar nada más hasta el día siguiente. Ayudó a su madre a quitar la mesa y a lavar los platos, dejando que Hyukjae se rascara la cabeza mientras subía las escaleras ignorándolos a los dos.

Crown [EunHae +18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora