Capítulo 4

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"Mansión compartida (parte 2)"

El teléfono sonaba sin parar, una y otra vez, cada vez que se detenía tardaba pocos segundos en volver a empezar y aunque lo molestaba muchísimo, Donghae no podía quitarle el sonido, no quería arriesgarse. Así que tenía que aguantar las incesantes llamadas de su madre mientras terminaba de rellenar la solicitud que Sungmin y él habían recogido esa misma mañana en la universidad. Mordió el bolígrafo y se rascó la cabeza al llegar a “indique lugar de residencia”. ¿Dónde vivía exactamente? Se giró sobre la silla y miró a Hyukjae, que leía un libro, tumbado en el suelo con los pies sobre el sofá.

—Hyukjae —lo llamó y el aludido lo miró de reojo—, ¿en qué calle vivimos?

Hyukjae se encogió de hombros, volviendo a centrar su atención en el libro después de subirse las gafas con el dedo meñique. Era raro que el inteligentísimo Lee Hyukjae no supiera en qué calle vivía, sin embargo, él también dudaba que una mansión solitaria en las afueras de Seúl tuviera dirección. Bufó, volvió a mirar la hoja y dejó el bolígrafo junto a ella. No tenía ningunas ganas de volver a la universidad, pero se lo había prometido a su hermano y ya que no iba a poder comprarle un regalo de bodas, eso era lo único que era capaz de hacer.

El móvil volvió y volvió a sonar mientras se levantaba, arrastrando los pies descalzos por el suelo e iba a la cocina a por algo de merendar. Abrió la nevera blanca de la que había sacado el desayuno y la comida de ese día, sin mirar la maldita nevera que le ponía los pelos de punta cada vez que estaba a su lado. Se llevó el zumo a los labios y entrecerró los ojos, preguntándose de nuevo el misterio que debía haber ahí dentro. ¿Y si Hyukjae tenía una cabeza humana o un cadáver congelándose tras la puerta plateada? ¿Y si había matado al jardinero y por eso los árboles estaban en ese estado?

—¡Cállate!

La voz de Hyukjae llamó su atención y lo hizo olvidarse de la nevera para correr de vuelta al comedor, dejando caer el zumo en la cocina. ¿A quién le estaría gritando? El móvil seguía sonando, por lo que no podría haberlo cogido, y nadie más a parte de él mismo vivía allí con él. ¿Y si Hyukjae tenía un amigo imaginario, o hablaba con los fantasmas, o escuchaba voces en su cabeza? Se apretó el puente de la nariz. Tal vez estaba volviéndose demasiado paranoico con eso de que vivía con un loco.

Llegó al comedor y se encontró a Hyukjae con una pistola en la mano, una pistola de verdad, negra y brillante, apuntando a la mesa donde estaba su móvil vibrando y chillando. Seguía tumbado y sujetaba el libro en su otra mano, pero desvió la mirada hacia él antes de quitarle el seguro al arma. Donghae abrió la boca para rogarle que no disparara, terminando por soltar un suspiro cuando el móvil dejó de sonar y Hyukjae volvió a ponérselo.

—Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete. —en lugar de decir "ocho", Hyukjae soltó la pistola, dejándola en el suelo junto a su cabeza, cogió el libro con la otra mano y volvió a centrarse en leer.

Donghae se llevó una mano a su corazón acelerado.

—¿Has... Has estado a punto de reventar mi móvil?

—Sí.

—¿P-por qué? —se aclaró la garganta, oyéndose chillón, agudo y asustado a sí mismo.

Vio cómo Hyukjae dejaba caer el libro sobre su pecho y lo miraba desde el suelo, se quitaba las gafas, estiraba los brazos y, entonces, hablaba serio, lógico y rápido.

—Es irritante; suena cada siete segundos con una música repetitiva, hace vibrar la mesa, penetra mis oídos y distrae mi lectura. Sea quien sea la persona que te ha llamado, debe tener un serio problema, quiere comunicarse compulsivamente contigo y eso, Donghae, es odioso.

Crown [EunHae +18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora