Capítulo 22

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No se movía. No pestañeaba si quiera. Donghae, con el corazón en la garganta, se dio cuenta de que Hyukjae estaba en shock. Completa y absolutamente ido desde hacía, al menos, diez minutos. ¿Qué debía hacer? Tragó saliva. Levantó una mano y la movió delante de su cara lentamente, sin recibir respuesta. ¿Eso era culpa suya? Se mordió el labio nervioso, asustado, sin tener ni idea de si debía dejarlo recomponerse él solo o despertarlo de alguna manera. Quizá era normal, ¿no? Quizá Hyukjae necesitaba asimilar que él... bueno...

–Me he confesado. –jadeó. Había estado tan perdido, tan preocupado, tan, de alguna forma, encantado con las palabras de Hyukjae, aunque le había dado tanta pena. Había tenido tal lío en la cabeza al ver como Hyukjae, su Hyukjae, ese sociópata insensible, lloraba porque se creía que lo había dejado, que no había pensado. Y en esos momentos le estaba llegando todo de golpe, aunque no tanto como al hombre estatua que tenía frente a él.

Se llevó las manos a la cara y la frotó, sin creérselo. Se lo había dicho. Vale, no había problema, le había dicho a una persona que odiaba a la gente que estaba enamorado de ella. ¡No había problema! Se dio golpes en la frente, vigilando de reojo de vez en cuando que Hyukjae seguía paralizado.

Mierda, mierda, mierda. Eso no iba a terminar bien. Hyukjae podía tenerle aprecio y eso lo sabía, se lo había demostrado de formas muy... raras. Pero de ahí a aceptar su amor debía de haber mucha distancia. Además, con lo loco que estaba, quién sabía qué clase de cosas podía hacer después de salir del shock. Tenía tanto miedo. Es que a lo mejor ni siquiera se iban a Italia al final. A lo mejor Hyukjae lo echaba. A lo mejor terminaba tirado en la puerta de casa de Sungmin o con un billete de avión a Londres en la mano.

Sacudió la cabeza. No tenía que ser tan negativo. Cogió mucho aire, cerrando los ojos y apretando los puños. Amaba a Hyukjae y no iba a dejar que sus tonterías lo hicieran arrepentirse de haber sido sincero y valiente. Quizá salía bien. Era su fresa después de todo, ¿no? Eso tendría que significar algo en el idioma de Hyukjae.

Entonces alguien dio varios golpes en la puerta y Donghae saltó asustado. Miró a Hyukjae; tenía los brazos caídos, los ojos abiertos mirando a la nada, los labios entreabiertos, las mejillas marcadas con la humedad ya seca y las gafas sobre la cabeza entre su mata de pelo rubia o castaña o cómo fuese. Donghae lo miró durante el tiempo que tardó la otra persona en volver a tocar la puerta y suspiró, yendo rápidamente a abrir.

El taxista sonrió.

–Tenemos que ir ya al aeropuerto o llegaréis tarde.

Asintió lentamente mientras una única cosa pasaba por su cabeza. Si Hyukjae estaba paralizado, ¿cómo iban a ir al aeropuerto? Giró sobre sus talones, diciéndole que los esperase el taxi y cerró la puerta a su espalda. Se dejó caer sobre ella, con el labio bajo los dientes.

Tenía que conseguir despertar a Hyukjae si quería ir a Italia con él. Se armó de valor, levantó un pie, lo apoyó en el suelo y todo su cuerpo tembló. ¡Qué miedo!

Se acercó todo lo que pudo, puso dos manos en sus hombros y lo zarandeó sin fuerza. Hyukjae solo se movió para respirar. Le dio suaves palmadas en las mejillas, repitió su nombre mil veces, incluso gritó que llovían fresas desde el cielo y no ocurrió absolutamente nada. Aquello iba a ser difícil.

–Hey, Hyuk, despierta. –le acarició la cara despacio, tratando de hacer cualquier cosa que pudiese hacer a otra persona moverse. Con lo fácil que se despertaba cuando él lo quería dormido para observarlo, ¿por qué tenía que estar así en esos momentos en que lo quería más despierto que nunca? Un pequeño atisbo de rabia lo hizo pegarle en el pecho– ¡Despierta!

Levantó la mano para pegarle otra vez, y otra y otra más, enfadado, crispado, nervioso, temeroso, muerto de miedo. Claro que quería que despertarse, porque quería irse a Italia con él y pasar una de las mejores semanas de su vida... o, probablemente, la mejor.

Crown [EunHae +18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora