Donghae echó la cabeza hacia atrás otra vez, temblando, gimiendo. Con la pierna sana sobre el hombro de Hyukjae y los nudillos blancos de tanto apretar las sábanas, no sabía cuánto tiempo más iba a aguantar. No sabía cuántas veces más podría hacerlo. Era quizá la cuarta, quizá la quinta, vez en aquellos dos días que se hallaba bajo el cuerpo de Hyukjae, siendo embestido una y otra vez.
La primera había sido en la cocina, después de aquel beso que de repente se había tonado un mar de caricias solo para terminar con su espalda desnuda pegada a la mesa y un Hyukjae que, con relativo cuidado, le sujetaba la pierna para que no hiciera ningún movimiento brusco. A partir de ese momento, de alguna forma que Donghae no podía describir, todo lo que había imaginado que iba a pasar en su habitación de hotel de Roma, estaba pasando en ese sitio que ya podía llamar su casa.
Ni siquiera se habían preocupado en vestirse después de aquello. Dejando los pijamas tirados en la cocina, habían cenado en bóxer; Donghae había dejado sus piernas estiradas sobre la mesa y Hyukjae se había dejado caer con la cabeza en su regazo después de terminarse el ramen. Así se habían dormido. Y el día siguiente, entre caricias, besos, comida, películas y todas las locuras que Hyukjae era capaz de hacer en un día, incluyendo que había encontrado una barra de pintalabios en su habitación y habían jugado con ella sobre sus labios hasta casi terminarla, habían pasado el viernes más cómodo que podía pasar un lisiado.
Ya era sábado, se había despertado rodeado por los brazos de Hyukjae con tal seguridad que su corazón había estallado en mil pedazos en el mejor de los sentidos. No es que hubiese pasado algo. Más bien, no había pasado absolutamente nada. Ni siquiera habían hablado de cosas importantes. En aquellos días que llevaban de vuelta en Seúl, lo que más había oído Donghae eran gemidos, el choque de unas fuertes caderas contra su cuerpo y el húmedo roce de sus bocas cada vez que Hyukjae se apoderaba de sus labios. Las palabras habían sido lo de menos. Ni un "te quiero" de más, ni otro "gracias", ni un solo "estúpido" u otro "loco" que hubiera sido contestado con un "se dice sociópata", ni siquiera ese "cariño" que le erizaba cada vello. Quizá la palabra más usada a parte de sus propios nombres había sido "fresas"... o "labios", ya que Hyukjae había parecido encontrarlos como sinónimos.
Y Donghae estaba tan agusto de esa forma que no quería que terminara nunca ese fin de semana. Sabía que tenía un taxi que lo llevaría a la universidad y unos amigos que lo ayudarían sin rechistar, aunque sin ahorrarle las burlas, por supuesto. Sabía que no tenía escapatoria y que, por mucho que quisiera, no iba a ser capaz de alargar esos días de placer otra semana.
De momento, prefirió pensar en ese presente.
Hyukjae le mordía el cuello como si no lo hubiera hecho pocas horas atrás, se aferraba al muslo que estaba levantado hasta su hombro con una de sus manos mientras que con la otra, clavándole las uñas, apretaba su culo. Donghae no sabía qué diablos le pasaba. Pero le gustaba tanto ese Hyukjae salvaje, que le daba igual.
Joder, era tan diferente a su primer encuentro.
Se retorció tanto como apuñó las sábanas bajo sus dedos, gritando de placer. Los dientes que se habían cerrado en su pezón fueron amablemente sustituidos por una lengua que se paseó por él como si le pidiera perdón, aunque en realidad no había dolido lo más mínimo. Hyukjae paseó la boca por su pecho entre gruñidos. El dolor que sitió Donghae en su muslo y en uno de sus glúteos fue suficiente para hacer que se corriera de repente, apretando los ojos. Sus nervios le revolvieron el estómago y las zonas heridas lo confundieron mientras disfrutaba de su orgasmo. No sabía si el grito que estaba soltando era de placer o de dolor. Porque estaba claro que eso de clavarle sus diez escasas uñas con tanta fuerza no había sido un gesto de cariño.
¿O sí?
Con la respiración agitada pudo sentir la esencia de Hyukjae derramándose dentro de él. Pero también, aunque tardó varios segundos en hacer a un lado el orgasmo de Hyukjae, notó algo deslizarse por su muslo. Levantó la cabeza para mirar tanto a la cara de su... amante, como su propia piel.
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Crown [EunHae +18]
Fanfic«En un mundo de habitaciones cerradas, el hombre con la llave es el rey y, cariño, deberías verme con una corona» Eunhyuk está aburrido de ser el mejor y más buscado ladrón de todo el mundo, de que nadie sea lo suficientemente bueno como para captur...