Donghae no quería si quiera cuestionarse el cómo. Es decir, sabía perfectamente que había sido un torpe, que se había tropezado con la nada y que se había golpeado con el marco de la puerta. Claro que lo sabía. En lo que no le apetecía pensar era aquello que hacía a Kyuhyun partirse de risa desde el otro lado del teléfono, mientras Hyukjae empujaba su silla de ruedas fuera del aeropuerto.
—Vale, vale —se carcajeó una última vez—, ¿puedes repetirlo?
—¡No! —frunció los labios, manteniendo los brazos cruzados sobre el pecho, aunque una mano le sujetara el móvil contra la oreja.
—Te has roto el peroné. —dijo Kyuhyun por sí solo. Respiró profundamente y pareció relajarse, dejando a un lado la risa que lo había atacado tan solo un par de minutos atrás— ¿Cómo?
—Ya te he dicho que no lo sé, ¿vale? Solo pasó. —un bufido salió de su nariz. Estaba tan cabreado— Y ahora me tengo que pasar seis semanas con la pierna escayolada.
—Hum... Lo siento, cuñadito, pero no se me ocurre nada no-grosero que decirte. —Donghae se imaginó la curva ladina en los labios de su mejor amigo y chasqueó la lengua. Al menos era sincero, ¿no?— Además, me imagino que Hyukjae ya lo habrá hecho por mí.
¿Que si lo había hecho? Hyukjae había sido un constante de quejas y reproches. Hyukjae, aunque lo había llevado al hospital de Roma, había hablado en italiano con los médicos y lo había ayudado más de lo que Donghae hubiera imaginado, había continuado siendo él: había mascado chicle sin respeto frente al doctor, había hecho bolas con el papel higiénico de las camillas y se había dedicado, mientras le vendaban la pierna, a encestarlas todas y cada una en la papelera. También había puesto caras a los niños de pediatría que pasaban junto a su puerta. E incluso, en el avión de vuelta a Seúl, había amenazado a un niño con lanzarlo por la ventana solo porque tenía miedo a volar y lloraba desconsolado.
Menos mal que se había dormido el resto del camino. Entonces había podido recordar otra vez su rostro apacible y le había acariciado la mejilla solo mientras recordaba que, si no hubiera sido él, Hyukjae lo habría dejado tirado en el baño del hotel.
Pero era él. Y Donghae nunca había adorado tanto serlo.
Salieron del aeropuerto poco después de que Kyuhyun colgase con la promesa oral de que no le iba a contar nada a Sungmin. El taxi ya los esperaba desde hacía tiempo y Hyukjae empujó la silla hasta él con hastío. Sin embargo no dijo nada, no hizo nada raro, y Donghae se obligó a mirarlo sobre el hombro para averiguar qué diablos pasaba con su sociópata.
Hyukjae hizo una pompa con su chicle rosa mientras tecleaba en su móvil con una mano y, con la otra, empujaba la silla sin chocarse con nada, tan fácilmente que Donghae no se había percatado de ello en ningún momento. ¿Con quién hablaría? ¿Llevaría así todo el tiempo?
—Hyuk —lo llamó e inmediatamente fue mirado de reojo—, ¿con quién hablas?
Sin dejar de empujarlo hacia el taxi, Hyukjae hizo una mueca, se guardó el móvil en el bolsillo y se inclinó sobre la silla, cruzando ambos brazos sobre el respaldo. Cuando Donghae miró al frente, una barbilla se apoyó en la cima de su cabeza. Podía notar cómo se movía cada vez que hablaba o mascaba.
—Con Henry. ¿Te puedes creer que el muy imbécil se va un mes de viaje con su novia? Como si ella fuera más importante que yo.
—Es su novia.
—Sí, Donghae, acabo de decirlo.
Donghae rió y movió levemente la cabeza; Hyukjae no había entendido lo que quería decir con esa afirmación y realmente no le extrañaba. Por eso movió las manos y trató de explicarse mejor.
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Crown [EunHae +18]
Hayran Kurgu«En un mundo de habitaciones cerradas, el hombre con la llave es el rey y, cariño, deberías verme con una corona» Eunhyuk está aburrido de ser el mejor y más buscado ladrón de todo el mundo, de que nadie sea lo suficientemente bueno como para captur...