Noche de bodas

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El pasillo del hotel era muy largo y su habitación era la última de todas. Su marido era un loco y él le encantaba. Los dos iban con ropa más o menos cómoda. Por eso y porque llevaban varias copas de alcohol en el cuerpo, estaban demasiado idos. Sobre todo Donghae que se había imaginado haciendo muchas cosas al salir del ascensor hacia su habitación pero no esa. Claro que ¿quién le decía que no a Hyukjae? En esos momentos, estaba dispuesto a hacer muchas cosas.

Cosas como sujetar los zapatos con una mano y observar con diversión el suelo recién fregado. Se mordió el labio y miró a Hyukjae.

—Preparado... —oyó e imitó su postura con un pie delante, a punto de echar a correr— Listo...

Asintió. ¿Estaba realmente listo para hacer semejante tontería? Pues claro. No hubiera deseado otra cosa en su boche de bodas. No deseaba otra cosa por el resto de su vida. ¿Quién quería ser llevado en brazos cuando podía deslizarse por el suelo?

Por eso abrió la boca al mismo tiempo que Hyukjae y lo gritó a su vez, riendo.

—¡Ya!

Los dos comenzaron a correr con los zapatos en las manos, con sus chaquetas sacudiendo el aire y cuando pasaron junto a la señal de suelo mojado, sus pies se fueron con libertad hacia delante. Movió las manos para no caerse, viendo que Hyukjae manejaba aquello como si lo hiciera todos los días.

Apretó los ojos al final. Iba a acabar chocándose contra la pared o comiéndose a alguien que saliera de una habitación. Seguro. Con la suerte que tenía, su día estaba yendo demasiado bien. Estiró los brazos para no golpearse la cabeza y dejó que el destino hiciera su trabajo.

Los apretó con más fuerza. Ya podía sentirlo. La pared estaba cerca. Abrió las manos por si acaso y sin embargo, antes de poder siquiera pensarlo, se había tropezado con algo y estaba en el suelo. Apoyó las manos sobre ese algo. Era más blando que una pared de hormigón y temblaba. Pudo oír a Hyukjae riendo.

Cuando abrió los ojos, pudo también verlo. Ese algo era su pecho. Tenía la puerta de su habitación a centímetros de distancia y a Hyukjae tranquilamente tumbado en el suelo.

—Podríamos quedarnos aquí —sugirió con voz baja, poniendo las manos tras su nuca.

Donghae sonrió y movió la cabeza. No había soportado a Heechul haciéndose el misterioso durante toda la semana para terminar en el pasillo del hotel. Por mucho que aquello hubiera sido divertido, lo que él quería era tirarse en la cama con Hyukjae y hacer por fin lo que había empezado esa mañana.

Se levantó con cuidado de no caer y se apoyó en la puerta. Sacó la tarjeta de su bolsillo pero no abrió porque Hyukjae seguía en el suelo, totalmente despreocupado.

—Vamos —le dio una patada suave con el pie. Necesitaba que se levantara para poder entrar los dos juntos. Pero éste cogió los dos pares de zapatos y los puso uno tras otro, como si estuvieran parados en posición de andar. Donghae frunció los labios— Venga, Hyuk, seguro que Heechul nos ha preparado algo genial.

Hyukjae lo miró girando su cabeza de forma incómoda.

—Eso me huele a fresas.

—Tal vez nos ha llenado la habitación de fresas —la sola idea lo hizo moverse ansioso.

Y si a él le habia parecido increíble, a Hyukjae lo hizo levantarse con los cuatro zapatos en una mano y asentir convencido. Estiró la otra, señalando con un dedo la puerta.

No pudo evitar reír al ver su repentina seriedad. Es que se lo quería comer a besos.

—Abra la puerta, señor Lee.

Crown [EunHae +18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora