Capítulo 32

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Minho

Después de llevar alrededor de dos horas en el autobús llegamos a nuestro destino. Los cristales del autobús están tintados, lo que no nos permite ver nada en todo el trayecto. Newt y yo hemos estado hablando durante casi todo el viaje. Al parecer estamos mejor, ya no hay tanta tensión cómo antes, cosa de la que me alegro y yo me siento más libre para sincerarme con él. Esto significa que a partir de ahora quiero estar más unido con él. En todos los años que hemos estado juntos en el laberinto alguna vez hemos reñido pero nunca hasta el punto de dejarnos de hablar. Haber hecho eso mismo esta última semana no me estaba haciendo ningún bien, a pesar de tener a Derek a mi lado. Qué, por cierto, se me olvidó mencionarle que me gustaba Newt. Asomo la cabeza por el pasillo del autobús, está sentado al final del todo pero aún así sabe que le estoy mirando y sonríe, bueno, tampoco tiene por que saberlo, ¿no?

En cuanto encuentro un hueco para poder salir lo hago. Nos han dejado justo en el instituto extraño que dijo el hombre. Una especie de patio rodea este. Básicamente hay dos edificios, uno que imagino será para dar clase y otro dónde residen los estudiantes. Espero a que salgan los demás al lado del autobús. Veo a Derek bajar por las pequeñas escaleras y me acerco a él.

—¿Tú estudias aquí?

—Claro, las habitaciones son de dos pero yo tengo la mía propia, sólo por eso acepto quedarme ahí.

—Lo que significa que no me pondrán contigo, pues vaya mierda.

—Qué, ¿me echarás de menos por las noches?

—Nah, todos sabemos que me iré a tu habitación.

Se ríe y hago lo mismo. Me da la mano, me pone rojo que lo haga en público pero es normal, o sea, ¿vamos a ser la única pareja homosexual del instituto? Lo dudo. El padre de Derek sale también del autobús y se nos queda mirando pero no pone cara de asco así que deduzco que su hijo ya se lo ha dicho.

—Bien pues no hay mucho más que añadir, dispondréis de todo lo necesario mientras estéis en ese edificio. Comida, ropa, únicamente lo necesario. Cuando cumpláis la edad necesaria pues obvio trabajaréis y podréis pagar lo que os de la gana. Pero de momento esto es lo que hay. Hoy es domingo, con lo cual mañana a clase. Nada más entrar al edificio dónde dormiréis os repartiran vuestros horarios y número de habitación. —Todos le miramos con cara de aprobación y se gira mirando a Derek— Hijo, tu paga semanal.

Comienza a sacar billetes de su cartera y se los entrega. Cuando termina se va caminando hasta el autobús y vuelve a entrar en él. A los pocos segundos este arranca dejándonos a todos observando cómo se marcha. Miro a Derek, está contando el dinero, no sé cuanto le ha dado pero por el bulto no creo que haya sido poco.

—¿Cómo se llama tu padre?

—Dean, es un cabrón pero se vive bien.

—Ya veo ya.

—Te acompaño hacia secretaria para cojer tu horario y tal. Luego tenemos toda la tarde libre para lo que quieras.

—Está bien.

Andamos a paso rápido hasta la puerta principal. Me volteo para ver si nos sigue el grupo. Lo hacen, nadie se salva de la cara de confusión. Estoy harto de no poder acostrumbrarme a nada. En cuánto parece que todo va bien tenemos que movernos. Y aún está el asunto del otro laberinto. A veces yo sólo asentiría a lo que me dijesen y me quedaría aquí, tranquilamente viviendo la vida que deberían llevar unos adolescentes. Estoy seguro de que con esta edad la gente se pregunta que hará más tarde pero esto es algo mucho más fuerte en nosotros,  o sea, no podemos saber ni lo que va a pasar mañana con nuestras vidas. En el laberinto se era más consciente de la vida y la muerte. Yo como corredor sé que el día siguiente podría estar muerto si no me andaba con cuidado. Y ahora se sabe que no hay mundo. Todo ha sido destruido por una enfermedad y que lo estan intentando reparar. ¿Soy el único que se plantea esto? Porque creo que un futuro sería algo bastante importante para todos.

La mano de Derek apretando la mía hace que vuelva en mí. Ya hemos llegado a mi supuesta habitación. Él sostiene lo que imagino son las llaves y mi horario.

—Gracias tío, te juro que no se lo que acaba de pasar.

—Simplemente hemos cogido esto, no te preocupes. Es sólo que no me gusta interrumpir a la gente cuando está pensando sobre algo. Más cuando sé por todo lo que estáis viviendo. No sé, mi vida ha sido dentro de lo extraño mucho más normal y cómoda que la vuestra. Intento meterme en vuestra situación pero se me hace casi imposible... —Mis labios tapan los suyos haciendo que calle— Vale, lo he pillado, dejaré de hablar sobre esto.

—¿Te he dicho alguna vez que te quiero? —Se ríe.

—Por favor, no seas moñas. —Le sonrío y entramos a mi nueva habitación.

Esta está compuesta por dos partes, las dos diseñadas con una cama, un armario y un escritorio. Bastante simple pero suficiente.

—Creo que te compraré un ordenador. —Le miro con el ceño fruncido.

—No hace falta que gastes dinero en mí, no me hace falta.

—De momento no pero lo necesitaras para clase, hazme caso. Por el dinero no te preocupes, sabes que me sobra.

Ruedo los ojos. Abro el armario. Está repleto de ropa de mi medida. Además de una mochila en la que supongo que habrá material para mañana.

—Y... la gente aquí...¿qué tal?

—Psé, nada de lo que tengas que preocuparte. Oye, ¿vamos a algún sitio? Me aburro.

—Erm.. vale. Tú mandas.

Me coje de la mano y caminamos hasta unas escaleras. No me acuerdo de haberlas subido. En la planta baja nos encontramos con algunos del grupo, entre ellos Audrey que me despide con la mano cuando nos ve ir a la puerta principal, la sonrío.

—Oye esa... ¿no le gustas verdad?

—No creo, dijo que le gustaba tener un amigo con el que hablar.

—Ams.

—Y está con Aris.

—Vale vale.

Nos paramos frente un coche.

—¿Tienes edad para conducir? —Me contesta riéndose, entiendo que no.

A los cinco minutos estamos en lo que parece el centro de la ciudad. Por la cantidad de gente andando con prisa de un lado a otro.

—¿A dónde vamos? —le pregunto inquieto cuando bajamos del coche.

—A comprarte un móvil.

—Derek, te lo agradezco en serio pero, ¿para que mierdas quiero yo uno?

—Para hablar conmigo, obvio.

Acabamos entrando por mi habitación a las tantas de la noche, después de haber cenado y recorrido numerosos bares. Enciendo la luz pero Derek la vuelve a apagar.

—Tío, estará dormido.

Pero no, Newt me mira sentado en la silla situada al lado de su escritorio.

—¿Qué pasa? ¿No tienes sueño? —pregunto mareado en lo que me recuesto en la cama.

—Es Alby, le han traído hace media hora. 

Nota de la autora: Puff, cosas interesantes llegan. Espero que os haya gustado esta nueva parte, actualizaré esta vez más pronto, ya quedan pocos capítulos. Si lo ha hecho sabéis que se agradecen los votos y comentarios, gracias por seguir leyendo, chauu ;3




Resurgense | TMRDonde viven las historias. Descúbrelo ahora