CAPÍTULO 5

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Nota: 🌜Escuchar el audio con audífonos🌛

—Luna llena —musitó Aurora.
—¿Cómo dices, abuela? —preguntó Valerie a punto de abrir la puerta de la cabaña.
—¡No! —gritó Aurora exaltada— El aullido no se escuchó lejos. No se te ocurra abrir, ¿entendiste, querida?
—No lo haré abuela —respondió la chica alejándose de la puerta.
—Ve a dormir nena, ya son las nueve —ordenó la señora acariciando nerviosamente el cabello de su nieta.
La joven esbozó una pequeña sonrisa, le dio un beso a su abuela en la mejilla y se dirigió a su habitación.
Al estar dentro de su alcoba, cerró la puerta con seguro y se dirigió hacia su ventana para asomarse en ella. No se veía nada, sólo la oscuridad del bosque y la luz de la luna llena. El sonido que se escuchaba, eran los grillos chirriando uno tras otro, y después, el sonido de un relámpago hizo retumbar la casa, mientras los aullidos de los lobos seguían escuchándose. Una tormenta se avecinaba, los truenos lo predecían. Y por la mente de Valerie, se cruzó la angustia; su Gran amor y protector estaba ahí, afuera, expuesto al peligro. Algo andaba mal y ella podía sentirlo.
—Tengo que salir —musitó la joven tratando de mirar más allá de toda esa oscuridad.
Una fuerte oleada de aire se estampó contra la ventana provocando un estruendoso sonido que hizo sobresaltar a Valerie, obligándola a alejarse de aquella ventana.
La joven pelinegra caminó hasta su cama y se sentó en ella, estiró su mano derecha y acarició la cobija que cubría el colchón, era muy suave ante su tacto. Por su mente corrieron varios recuerdos de Sehun y ella acostados ahí, platicando amenamente de sus vidas. Ambos se conocían perfectamente como la palma de su mano.
Valerie se levantó de donde yacía sentada y caminó hasta su closet, sacó de el una pijama y caminó nuevamente hacia su cama, dejó sobre ella el conjunto de ropa y comenzó a desvestirse para después enfundarse en la pijama.
Ya vestida, caminó hasta el lado derecho de su cama y se acostó en ella cubriéndose con las cobijas, suspiró.
Era la 1:45 de la mañana y Valerie no conseguía quedarse dormida, esa idea inquietante seguía dando vueltas en su cabeza. A ella le preocupaba que su novio estuviera en el bosque a la misma hora en la que un lobo había aullado.
¿Cómo era posible que tanto suspenso se acumulara en su ser?
El viento del bosque se empezaba a hacer presente cada vez más y las hojas de los árboles se movían al compás del aire, los relámpagos eran lejanos y a veces impredecibles, provocando sonidos relajantes. Valerie escuchaba atentamente aquellos sonidos mientras sentía como los párpados le comenzaban a pesar, aquel sonido arrullador le estaba provocando sueño.
Y sin más, las gotas de lluvia se comenzaron a escuchar a manera de chubascos, algo deliciosamente tranquilizante, que logró causarle el sueño a la chica.

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—Él no se encuentra aquí, señora Oh —se escuchaban las exclamaciones de Aurora por la mañana.
Valerie se frotó los ojos con sus manos y miró el reloj que estaba sobre su buró derecho, en el marcaban las 9:30 a.m. ¿Tanto había dormido? ¿Por qué Sehun no había ido por ella para irse juntos a la escuela?
La joven se levantó de su cama aún soñolienta y remplazó su pijama por unos jeans negros, una camisa blanca, unas botas, y para cubrirse de la temperatura baja se colocó su capa roja. Salió de su habitación y se dirigió hasta la sala, en esta se encontraba la mamá de su novio y su abuela sentadas frente a frente en los sillones marrones de la casa.
—Buenos días, señora Oh —saludó Valerie amablemente—. ¿Todo bien?
—Buenos días, Valerie —la saludó la mamá de Sehun—. Está contigo mi hijo, ¿verdad cielo? —la interrogó levantándose del sillón.
—Sehun no está conmigo en este momento, señora —respondió la chica con confusión.
Los ojos de Seo Min comenzaron a nublarse al escuchar la respuesta.
—¿Qué pasa, Seo Min? —cuestionó Valerie con preocupación.
—Sehun no regresó a su casa anoche —respondió su abuela.
—No lo encuentro por ninguna parte —habló Seo Min desesperada—. Sehun nunca me había hecho esto —dijo derramando lágrimas.
—¿No está con su padre? —preguntó Aurora esperanzada.
—Estamos a viernes, su padre no ha vuelto a casa desde el domingo pasado —respondió sollozando.
—No —susurró Valerie corriendo hacia la puerta.
—¡Valerie! —gritó su abuela.
La chica no hizo caso al llamado de Aurora y salió corriendo de la cabaña directo hacia el este del bosque. Corría desesperada tratado de encontrar las huellas de Sehun marcadas en la nieve, pero no hubo éxito en ello.
—¡Sehun! —gritó parando de correr— ¡Cariño! —esperó mientras regulaba su respiración.
Al no recibir una respuesta a cambio, volvió a emprender su camino. La joven corría con desesperación por el bosque, mientras su mente jugaba con ella diciéndole: "todo esto es tu culpa, tú no lo dejaste ir temprano a casa"
Los ojos de Valerie estaban inundados en lágrimas, quería llorar y gritar. Su mente le había hecho creer que todo esto era gracias a ella.
—Ah —exclamó la chica cuando tropezó con una rama y cayó al suelo.
Valerie estaba tirada en la nieve, su capa cubría sus brazos y manos.

El loboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora