Mi corazón se encogió al escuchar eso y mis ojos se llenaron de lágrimas.
—¿De qué hablas? —lo interrogué intentando conservar la calma.
—¿Qué hacías abrazando a Yeol? —me interrogó con enojo en su voz.
¿Quién rayos se cree?
—¿Quién te crees para preguntarme eso? No estás en el lugar para hacerlo —le respondí de la misma manera.
—Tienes razón —contestó—. Por eso simplemente, olvidemos el pasado.
Indispuesta a llorar, e inconscientemente, le aventé mi goma de borrar en la cara, agarré mi mochila y me levanté de mi banca para después salir del aula a paso rápido. Cometí una estupidez al hacer eso, lo sé, pero no me arrepiento.
Me parecía un horror tener que aguantar hasta el medio día para que mi jornada estudiantil acabara, así que sin más qué pensar, me dirigí hacia la salida de la universidad y empujé la puerta plegable para después salir de ahí.
Tuve que gastar toda mi mesada al verme obligada a tomar un taxi que me llevara hasta la entrada del bosque. Y peor aún, el señor que conducía ese vehículo no era nada agradable y me costó bastante trabajo convencerlo para que me llevara hasta allá. Pero por suerte, lágrimas comenzaron a salir de mis ojos en el momento en que recordé las palabras de SeHun, y eso hizo que el taxista terminara aceptando mi petición.
—Son cuatro dólares —me informó el conductor cuando detuvo el auto frente a la entrada del bosque.
—Aquí tiene —le contesté poniendo el dinero en su mano—. Gracias —le agradecí antes de apearme del taxi.
Emprendí mi camino hacia el interior del bosque mientras dejaba que las lágrimas salieran libres de mis ojos, realmente no tenía prisa por llegar a mi casa. Bien podría tardarme las tres horas que faltan para el medio día. Y eso haría.
Caminé hacia un árbol grande y sólido y dejé mi mochila recargada en su tronco, para después comenzar a treparlo con cuidado, no quería que en un mal movimiento mi cuerpo se viniera abajo y me golpeara la espalda. Me posesioné en una de las ramas fuertes del gran zalate cuando subí hasta la mitad de él y dejé caer mi cuerpo sobre ella. Mi pecho dolía como nunca antes me había dolido, y mi garganta quemaba como el infierno, maldito SeHun.
Podría libremente llorar en voz alta, después de todo estoy trepada en un gran árbol y mi llanto se lo llevaría el aire, pero no, únicamente me contuve a sollozar en silencio. Inexplicablemente, con cada lágrima que resbalaba por mis mejillas, mi energía se agotaba, haciendo que mis ojos se fueran cerrando y yo me quedara dormida abrazando mi abdomen con mis brazos.
Algo vibró en el bolsillo delantero de mis jeans provocando que mi siesta se terminara. Refunfuñando, saqué el celular de mi bolsillo y miré quién era la persona que me estaba marcando. Mi abuela. ¡Rayos! ¡Son las seis y media de la tarde! ¿¡Tanto había dormido!?
—¿Si...? —pregunté cuando acepté la llamada.
—¿Valerie en dónde estás? —me regañó mi abuela contestando con histeria.
—Trepada en un árbol, a unos metros de la cabaña —le expliqué con tranquilidad.
—Ah, Dios —la escuché suspirar—. Ven a casa ahora mismo hija —pidió con serenidad.
—Sí, en unos minutos estoy ahí —le informé para luego colgar.
Me levanté de la rama en donde yacía acostada y comencé a descender cuidadosamente del árbol; estando a una distancia prudente del suelo, salté con cuidado cayendo de pie. Tomé mi mochila, la colgué en mi hombro derecho y comencé a caminar hacia mi cabaña. En menos de cinco minutos, ya me encontraba frente a la puerta de mi casa abriendo su cerradura con mis llaves.

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El lobo
FantasíaEl destino es un encadenamiento que está siempre presente en nuestras vidas, sabemos que es completamente necesario, pero también fatal. No sabía lo mucho que el destino se aferraba a que SeHun y yo estuviéramos juntos. Es curioso descubrir que la...