Desperté a causa de los llamados de mi abuela. Su típico: "Valerie, ¿vas a ir a la escuela?" Siempre me despertaba por las mañanas.
Mi cuerpo había sido cubierto por mi pijama y me encontraba tapada con mis cobijas.
¿Lo de anoche había sido sólo un sueño, o realmente había ocurrido? Estoy tan confundida.
—¡Valerie! —me insistió.
—¡Sí voy a ir abuelita! —le respondí con enojo.
Me levanté de mi cama y me dirigí hasta mi closet para sacar la ropa que usaría hoy. Unos jeans de mezclilla clara, una hermosa blusa blanca y unas balerinas de color palo de rosa, eran mi atuendo. Me vestí con esas prendas y mi cabello lo amarré en una coleta alta. Del maquillaje ni hablar, no me agrada usarlo del diario.
Salí de mi habitación y bajé las escaleras como siempre lo hacía, corriendo. Al llegar al primer piso, lo primero que hice fue saludar a mi abuela.
—Buenos días, abuelita —la saludé plantando un beso en su mejilla derecha.
—Buenos días mi niña —me respondió rodeándome con sus cálidos brazos—. Ve a desayunar —me ordenó soltándome—. Iré por algo que tengo para ti.
Hice caso a su orden y me adentré en la cocina para empezar a comer el desayuno que estaba sobre la mesa. Todos los días mi abuelita me prepara un desayuno diferente, al mismo tiempo que también cambia la bebida, ahora era jugo de manzana.
—Mira esto —me habló mi abuela desde el umbral de la puerta. Mi vestido estaba entre sus manos y lo agitaba con emoción—. Tienes que ponértelo ahora mismo —dijo con desesperación.
—Abuelita... —logré articular sorprendida— ¡No usaré eso en la noche! —exclamé alterada.
—No seas exagerada —me contradijo—. Si lo deseas puedes usar medias.
—Vaya, y con ellas ya no me veré como una actriz porno, ¿no? —musité con sarcasmo.
—Ay ya —exclamó fastidiada—. Toma —dijo entregándome una canasta con dulces.
—¿Qué haré con esto? —le pregunté confundida— ¿Son para mí? —la interrogué con una gran sonrisa de emoción.
—Por supuesto que no. Los darás a tus compañeros cuando llegues a la escuela —me explicó con una sonrisa.
—¿Por qué? —le volví a preguntar con mi ceño fruncido.
—Porque hoy es Halloween y punto.
Que tortura será regalarlos, puesto que los dulces están preciosos; unos tienen forma de fantasmas, otros de Frankie Stein, también hay de vampiros, calabazas, momias, y mis favoritos, las paletas de chocolate en forma de gatos negros.
—¿Ya terminaste de desayunar? —me preguntó mi abuelita acomodando unas especias en la alacena.
—Ya —le contesté dandole el último sorbo a mi jugo.
—Toma tus cosas, te llevaré a la parada del autobús.
Todos los días es la misma rutina, mi abuelita y yo caminábamos hasta la carretera y esperábamos a que pasara el autobús escolar. Lo cierto es que viajar en el bus es más entretenido, así llego más tarde al colegio y tengo la oportunidad de ver por la ventana los grandes pinos que florecen en los costados de la carretera.
Pero luego está la decepción, el camión me deja justo en frente de la universidad.
Antes de entrar a la escuela di un largo suspiro y me acomodé bien mi mochila en el hombro derecho, agarré con ambas manos la canasta de dulces y me adentré a la universidad sintiéndome segura.

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El lobo
FantasyEl destino es un encadenamiento que está siempre presente en nuestras vidas, sabemos que es completamente necesario, pero también fatal. No sabía lo mucho que el destino se aferraba a que SeHun y yo estuviéramos juntos. Es curioso descubrir que la...