CAPÍTULO 36

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En el momento en que SeHun llegó a su madurez absoluta, él dejó de envejecer. No había rastro de alguna cana en su brillante cabello castaño, tampoco alguna arruga en su maravillosa piel blanca y, en ningún momento su perfecto y tonificado cuerpo cambió.
Sin embargo, eso solería ocurrir en mí con el paso de los años.

Tanto SeHun como yo, estuvimos completamente de acuerdo en disfrutar de esta forma nuestra vida, aunque esa decisión en algún momento nos separaría.

No obstante, aún con eso en mente, nuestra vida era perfecta.

—Mamá, debo contarte algo —dijo mi hija llamando mi atención.

—Tienes toda mi atención, cielo —cerré el libro que estaba leyendo y lo coloqué en la pequeña mesita de madera posada junto al sofá.

Palmeé el asiento disponible a mi costado izquierdo indicándole a mi hija que se sentara junto a mí. Ella obedeció y enseguida se sentó.

—Me gusta un chico, mamá —me confesó—. Yo... lo conocí hace un mes en la fiesta de Halloween, fuimos pareja en el dichoso juego que se llevó a cabo dentro del laberinto al que papá y tú nos llevaban a mi hermano y a mí cuando éramos pequeños.

Sabía perfectamente de quién se trataba ese joven del que mi hija hablaba, y por supuesto, eso no me alarmaba, sabíamos tanto SeHun como yo que esto sucedería.

—Se llama Chanyeol —prosiguió—. Va en mi escuela, es dos años mayor que yo. Es súper tierno, atento y también sabe cantar y tocar instrumentos. Creo que me enamoré, mamá —me confesó mi hija llevándose ambas manos a su cabeza.

—¿Y eso qué tiene de malo, mi cielo? —le pregunté con una sonrisa.

—Encontré unas fotos de papá, y junto a él, está Chanyeol —me confesó—. ¿Cómo es eso posible?

SeHun y yo, decidimos mantener oculto nuestro secreto ante nuestros hijos, para que vivieran una vida tranquila, una vida normal; pero desde que Rachel nació, hasta sus cuatro años de edad, Chanyeol siempre cuidó de ella, y su vínculo comenzó a crecer. De esa manera, SeHun se dio cuenta de lo que sucedería y aceptó que ellos estaban destinados a estar juntos.

—Te lo explicaré todo, pero tendrás que esperar hasta que tu hermano y tu padre lleguen.

Y Rachel aceptó.

Esperamos a que SeHun y Stephen llegaran de su estadía en el lago luego de entrenar arduamente para la próxima competencia de natación de Stephen. Ambos al llegar nos saludaron cariñosamente como era de costumbre, y yo le susurré a mi esposo en el momento en que se acercó a besarme un "ya es hora". SeHun rápidamente me entendió y se sentó junto a mí.

—Debemos hablar con ustedes de algo muy importante —les anunció SeHun a nuestros hijos.

Ambos adolescentes asintieron un poco confundidos y muy intrigados, tomando asiento en el sillón frente a SeHun y a mí.

A SeHun y a mí nos encantaba ver juntos a nuestros gemelos, ambos tan parecidos, con su cabello lacio color negro azabache, sus ojos verdes y, un poco rasgados como los de su padre, ambos con unas preciosas pestañas tupidas, la piel tan blanca como la mía, y los labios gruesos y rosas como los de SeHun.

—Es hora de que sepan nuestra historia, y también el origen que les hemos estado ocultado hasta este momento —comenzó SeHun.

Y así fue, como en toda una tarde finalmente fue revelada la historia entre SeHun y yo. Una historia totalmente difícil de creer, tan fantasiosa, tan irreal.

—Entonces... nosotros somos, ¿lobos? —preguntaron nuestros hijos con asombro.

—No realmente —contestó SeHun—, aunque lleven mi sangre, eso no es suficiente para lograr su transformación y lo que conlleva. Sin embargo, una mordida al cumplir la mayoría de edad, eso es suficiente.

El loboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora