CAPÍTULO 12

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Desperté acomodada en mi cama siendo tapada con mis cobijas, mi vestido había sido remplazado por mi pijama. Pero, ¿qué hacía en mi cama? Ayer estaba en el laberinto con un extraño seductor.
Sin duda, Valerie, te estás volviendo loca.
—¡Valerie! —gritó mi abuela desde el primer piso.
Bufé volviendo a cerrar mis ojos. No quiero ir a la escuela.
—¡Valerie! —me insistió.
—¿Mande abuelita? —le respondí rendida.
—¿Qué acaso no piensas ir a la escuela?
La verdad, no.
—Sí voy a ir —le contesté sin ganas.
—Pues levántate, ya es tarde hija.
—¡Sí! —exclamé tallándome los ojos con mis dos manos.
Me levanté de mi cama con pereza y me adentré a mi baño para darme una ducha. Este día sería sin duda muy aburrido, como mi ducha. Cerré el grifo del agua y me envolví con mi toalla para después salir del baño. Caminé hasta mi closet y saqué lo primero que encontré en el; unos jeans negros y una camisa blanca. Comencé a vestirme con esa ropa lentamente, cargando sobre mí a la flojera.
—Querida, treinta minutos —me informó mi abuela.
Me apresuré a ponerme completamente mi ropa y después corrí a mi tocador para agarrar una coleta y amarrar mi cabello en una cola de caballo. Por ahora no necesito usar maquillaje, mi piel aún sigue siendo joven y no la quiero arruinar con cosméticos. No otra vez.
Salí de mi habitación y bajé las escaleras hasta llegar al primer piso. Mi abuela ya me estaba esperando sentada en la mesa de la cocina con un tazón de fruta picada y un vaso con jugo de fresa.
—Apresúrate hija —me dijo mientras se levantaba de su silla y caminaba hacia la sala buscando algo con urgencia.
—¿Qué buscas, abuela? —le pregunté mientras comía mi desayuno.
—La... esa —pausó—, la esa cosa...
—¿Qué cosa, abuela? —le indagué riendo.
—Aquí está —exclamó con alivio.
—¿Qué es? —cuestioné con curiosidad tratando de asomarme a ver hacia la sala sin levantarme de mi silla. 
—El anillo de tu mamá —me respondió entrando nuevamente a la cocina.
—¿El anillo de mi mamá? —le pregunté con emoción.
—Toma —me contestó entregándome un precioso anillo de oro con una gema roja adornándolo—. Era de tu mamá —volvió a repetir con una sonrisa triste.
—Es muy lindo —musité mirándolo detalladamente.
—Se lo regaló tu papá cuando eran novios. Ahora te pertenece a ti.
—¿Querías mucho a mi mamá, abuelita? —le pregunté colocándome el anillo en mi dedo anular derecho.
—Sí, era mi única nuera y siempre me trató bien. Tu madre era un ángel —me confesó sonriendo cálidamente.
—Los extraño, abuelita —le confesé tratando de no ponerme nostálgica.
—Yo también mi niña, yo también —musitó acariciando mis manos—. Termina tu desayuno corazón, te acompañaré hasta la carretera.
Hice caso a la orden de mi abuelita y me terminé el desayuno, después recogí mis platos y los llevé al fregadero de la cocina. Tomé la mochila que siempre utilizaba para guardar mi suéter y mis útiles escolares y salí de la cabaña siendo acompañada por mi abuela. Ella sólo me guió hasta la carretera y me hizo compañía ahí hasta que el camión escolar pasó y me recogió.
El trayecto del bosque a la ciudad no era aburrido para mí, al contrario, me gustaba ver siempre por la ventana del bus los detalles que pasaban frente a mis ojos.
Después de haber recorrido en autobús todos esos kilómetros del bosque a la cuidad, finalmente mi cuerpo ya se encontraba frente a la entrada de la universidad.
Inhala y exhala Valerie, no estás sola —me auto-animé yo misma.
Antes me sentía segura en la universidad estando con SeHun, pero ahora que él ya no está conmigo, soy insegura y algo reservada. No digo que sea una nerd antisocial, pero tampoco tengo amigos en abundancia.
Me acomodé correctamente mi mochila en el hombro derecho y por fin entré a la universidad.
Todo seguía igual en ella, los pasillos estaban siendo transitados desde estudiantes populares hasta los menos afortunados; algunas porristas coqueteaban con jugadores de fútbol americano recargándose en los casilleros para que los muchachos las acorralaran en forma de repuesta, chicos nerds pasaban hablando de sus intereses personales con otros chicos sin prestar atención a las demás personas. Y luego estaba yo, sin saber qué hacer.
Sin duda, la escuela era toda una mierda sin SeHun.
—Hey, miniatura —se escuchó a mis espaldas.
Dejé de caminar y me giré a ver a la persona que me llamaba.
—ChanYeol —contesté con una sonrisa.
Bueno, no todo estaba perdido.
ChanYeol es un chico muy agradable y divertido, suele ser un poco rudo a veces, pero conmigo es un tanto cariñoso, lo conozco porque es uno de los mejores amigos de SeHun, y, a pesar de que antes no se agradaban, terminaron siendo muy unidos. También es lógico que se lleven bien porque ambos son asiáticos, digo, se entienden más. Es un poco raro ver a un chico asiático en esta universidad ya que la mayoría de alumnos son canadienses, y a pesar de que la madre de SeHun es de descendencia canadiense, en él predominan más los rasgos asiáticos.
Recuerdo cuando hace diez meses le dije a SeHun que ChanYeol me gustaba para hacer que se pusiera celoso y fuera directo al grano el día en que se me declaró.
—¿Qué haces vagando sin rumbo? —me preguntó ChanYeol llegando hasta mi lado con una sonrisa, y una pizca de burla—. Ven —dijo tomando mi mano y jalándome con él.
Mi amigo me guió por los pasillos de la universidad hasta llegar a mi salón de clases. Me colocó frente a la puerta del aula antes de irse y habló.
—Nos vemos en el recreo —me informó sonriendo para después empezar a caminar por el corredor de la escuela.
Suspiré con pesadez y me adentré a mi salón tratando de pasar a ser desapercibida. Caminé hasta la quinta fila que estaba junto a la ventana y me senté en la última banca. Decidí mirar por la ventana para distraerme de todo lo que sucedía en mi salón.
—Buenos días chicos —nos saludó nuestra profesora entrando al salón.
Qué poco duró mi descanso.
—Buenos días —respondí a la par de mis compañeros.
—Les tengo una buena noticia —nos informó sonriendo con emoción.
Lamento ser aguafiestas, pero no habrá mejor noticia para mí que el saber que SeHun regresará.
—Como saben, mañana es Halloween —dijo con una gran sonrisa—. ¿A alguien le gustaría divertirse en el bosque?
—¡A mí! —gritó todo el salón. Claro, todos menos yo.
Y mierda. No recordaba que hoy era 30 de octubre.
—¿Cuál bosque? —pregunté alarmada.
—¿Cuál otro bosque conoces que este ubicado en Kentucky, Valerie? —me preguntó con sarcasmo una de mis compañeras.
Mi cara se tornó seria en contra de ella. Odio el sarcasmo, infinitamente.
—Bien. La fiesta de Halloween se llevará a cabo en el bosque y gracias a la autorización de nuestro director... —pausó la profesora dejándonos en suspenso— Podrán jugar en el laberinto que hay ahí disfrazados de algún personaje representativo de esa noche —finalizó con una sonrisa.
¡Esto debe ser una broma!

El loboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora