CAPÍTULO 23

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No me costó trabajo obtener el permiso de mi abuela para ir a la fiesta con SeHun, y lo cierto es que ella confía en él y lo ama como si fuera su propio nieto. Qué gran ventaja.
—¿Qué te vas a poner, hija? —me preguntaba mi abuela mientras asaltaba con desesperación mi closet.
—Abuelita, apenas son las seis —le respondí aún estando acostada boca abajo sobre mi cama.
—Y por eso te vas a meter a bañar ya —me ordenó arrojando sobre mi espalda una toalla—. Con él te doy permiso hasta la una de la mañana.
Me quité la toalla azul de encima y me levanté de la cama. Caminé hasta mi buró y saqué de uno de sus cajones unas bragas negras y un sostén del mismo color, con ellos en mano me metí a mi baño y me deshice de la ropa que traía puesta. Abrí el grifo de la regadera y esperé a que el agua se templara, cuando eso sucedió, me metí bajo la regadera y traté de relajar mi cuerpo mientras el agua acariciaba mi piel. Estuve así durante diez minutos y después comencé ha asearme lavándome el cabello y el cuerpo; cuando terminé, cerré la llave de la regadera y salí de ahí.
Comencé a secarme el cuerpo con una toalla mientras que otra envolvía mi cabello, y cuando estuve lo suficientemente seca, me puse mis bragas y el sostén. Salí del baño con únicamente una toalla envuelta en mi cabeza, mientras que la otra la había dejado en el cesto de la ropa.
Me sorprendí al ver lo que yacía tendido sobre mi cama. ¿Realmente yo tenía guardado eso en mi closet? 
Me acerqué hasta quedar frente a mi aposento y agarré el vestido que estaba sobre ella.
Ciertamente, era un vestido muy hermoso, el color vino hace una mezcla perfecta con mi piel y el largo está perfecto para mí, de hecho creo que esta hecho justamente a mi estatura. En el suelo, había unas zapatillas plateadas con pequeños diamantes de fantasía adornándolas, y al probármelas, me di cuenta de que me quedaban perfectamente bien, así que ya no me las quité.
Miré el reloj de mi habitación y este marcaba ya las seis con cincuenta y ocho. Y sin perder más tiempo, decidí ponerme el vestido y mirarme al espejo. Este me quedaba perfectamente bien y ajustaba muy bien mi cintura, salvo por el hecho de que su escote es un poco atrevido.

Corrí a sentarme en la silla que estaba frente a mi tocador y comencé a maquillarme

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Corrí a sentarme en la silla que estaba frente a mi tocador y comencé a maquillarme.
El maquillaje que usé no estaba nada mal, se veían muy bien las sombras oscuras en mis párpados, el delineado negro en la línea de mis pestañas y, también el labial mate color carmín que apliqué en mis labios, los hacía lucir asombrosos.
Decidí no utilizar joyería y únicamente apliqué perfume en el vestido y en mis muñecas. Mi cabello, como siempre, lo dejé suelto y lo arreglé acomodándome mis caireles en la espalda y sobre mis hombros, mi fleco lo enrosqué un poco y lo acomodé del lado izquierdo de mi cara.
Ya estaba lista, únicamente tenía que esperar a que SeHun llegara por mí.  

Bajé hasta el primer piso y me encontré a mi abuelita durmiendo en el sillón mediano de la sala con su tejido de estambre en las manos. Reí cuando la miré a la cara, su boca estaba entreabierta pero no roncaba, al parecer no llevaba tanto tiempo dormida. Agarré la manta que estaba en el sillón pequeño con mi mano derecha y cubrí su cuerpo con ella mientras que con mi mano izquierda le quitaba el tejido de las manos.
Unos pequeños golpes se hicieron presentes en la puerta de la entrada, miré el reloj de la sala y este indicaba las ocho con cinco minutos. Al parecer SeHun había llegado ya.
Caminé hasta la puerta y la abrí sin antes preguntar quién era la persona que estaba tocando. De mi boca casi sale un grito de emoción al ver a la persona que estaba parada frente a mí.
—¿Lista, hermosa dama? —me preguntó SeHun mostrando una reluciente sonrisa y ofreciéndome su mano derecha.
El chico parado frente a mí, lucia un elegante esmoquin negro con una corbata del mismo color, su cabello estaba peinado hacia un lado con cabellos fuera de su lugar y dejando su frente descubierta. Mis ojos se desviaron hacia su pecho y pude notar como su cintura se formaba perfectamente bien a causa de aquel saco que llevaba puesto. Se veía realmente bien, parecía un modelo celestial.

—Más que lista, caballero —le respondí aceptando su mano

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—Más que lista, caballero —le respondí aceptando su mano.
Salí de la casa y cerré la puerta detrás de mí agarrando aún su mano.
Me sorprendí al ver un auto blanco estacionado a unos cuantos metros de nosotros, y por el estilo del vehículo, perece ser un Audi a8.
—¿Es tuyo ese auto? —le pregunté asombrada.
—Acaba de pasar a ser mío —respondió con una sonrisa mientras abría la puerta del copiloto—. Adelante —me invitó señalando el asiento.
Asentí con una sonrisa y subí a aquel lujoso auto; me sorprendí al sentir lo cómodos que estaban los asientos. SeHun cerró mi puerta y rodeó el vehículo para después subirse él en el asiento del piloto.
—Cómodo, ¿no es así? —me preguntó encendiendo el motor del auto.
—Demasiado —le respondí mirando las velocidades que tenía esta belleza.
—Pronto conocerás a la persona que me lo obsequió —me informó dándome un beso en la mejilla para después comenzar a conducir por la carretera que dividía el bosque en dos partes.

Ir en coche me encantaba, y mirar por la ventana, más, así tengo la oportunidad de ver los pinos siendo alumbrados por la luna llena mientras el auto avanza por la carretera.
SeHun, luego de tres minutos, volvió a tomar un camino que daba la oportunidad de adentrarnos nuevamente al bosque. Juntando los minutos, él lleva seis minutos conduciendo.
—Ya estamos cerca de la casa —me informó sin despegar la vista del camino—. Valerie, luces realmente preciosa —me aduló mostrando una sonrisa en sus labios.
—Lo mismo digo de ti —le contesté dejando escapar una pequeña risa apenada.
Unos minutos más y, como SeHun había dicho, la casa ya estaba frente a nosotros. Lo cierto es que la residencia me sorprendió, porque a pesar de ser un tanto mediana, era bastante lujosa y moderna. Él estacionó el auto de forma horizontal junto a otros nueve vehículos más igualmente lujosos, uno de cada color. Pero el tercer auto de color negro comenzando por el lado izquierdo, llamó mi atención, creí haberlo visto antes.
—Vamos —me habló SeHun sacándome de mis pensamientos cuando me abrió la puerta y me ofreció su mano.
Agarré su mano y salí del auto pisando con cuidado, él cerró la puerta detrás de mí. Comenzamos a caminar hacia la residencia y nos posamos frente a la puerta.
—Estoy seguro de que todos te van a adorar —me aseguró mi novio acariciando una de mis mejillas con su mano derecha—. Siéntete segura, ellos también se encargaban de protegerte.
Asentí con una sonrisa y él tocó la puerta tres veces, luego de unos segundos esta se abrió dejando ver a un chico alto de cabello negro.

El loboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora