Miré como el cazador me miraba con terror y preocupación. Pero al final, se dio la vuelta y salió huyendo de ahí.
—Valerie —escuché a SeHun susurrar—. Dios mío, Valerie —repetía con angustia y temor en su voz.
No podía respirar, sentía que si lo hacía, la herida en mi pecho dolería más y de igual manera brotaría más sangre. Me estaba debilitando, me estaba muriendo.
—SeHun —intenté hablar claro.
—Valerie por favor, resiste un poco, vas a estar bien —decía mientras me cargaba—. Vas a estar bien, vas a estar bien —repetía mientras su voz se quebraba con cada palabra.
—Me... duele mucho —balbuceé intentando no cerrar los ojos.
Escuché como de sus labios salía un sollozo, mientras se maldecía a sí mismo.
Sabía en mi interior, que no sobreviviría. No lograría llegar viva a un hospital, con una bala en mi pecho rozando mi órgano más importante.
—Perdóname —pedía SeHun—. Pero no puedo dejarte ir.
Casi inconsciente, sentí como SeHun comenzaba a correr conmigo en brazos. Mi cuerpo, parecía que ya casi no era parte de mí, me resultaba difícil sentirlo. Mi vista se nublaba poco a poco, pero podía escuchar.
Sentí como SeHun se detuvo de momento y comenzó a subir unos escalones, se escuchó el rechinar de la puerta de la cabaña al abrirse y después un azotón al cerrarse. Segundos después, otra puerta se escuchó abrirse, pero no cerrarse.
—Valerie, quédate conmigo —rogaba SeHun mientras me acostaba en la cama vieja de la habitación—. Sacaré primero la bala —me decía, antes de salir de la habitación.
En menos de un minuto, SeHun había vuelto con una caja blanca entre sus manos. De ella sacó cosas que no pude distinguir.
—Perdóname mi amor —fue lo que dijo, para después romper mi camisa y mi sostén con sus manos.
Mi pecho ardió, ardió como si el mismísimo fuego me hubiese tocado la piel. Pero no me desmayé, sino hasta sentir como mi piel se estiraba y, en mi último aliento, un fuerte grito de dolor salió de mi boca.
SeHun sacó la bala del pecho de Valerie, sin una anestesia que calmara su dolor, y él sin poder tomarlo o desvanecerlo. Lo hizo, sacó el peligro de su cuerpo, pero eso no significaba que ella estaría bien. La estaba perdiendo, su cuerpo se sentía frío y su respiración se hacía cada vez más dificultosa mientras pasaban los segundos. Y SeHun sabía, que en ese momento, su desesperación lo obligaría a hacer algo de lo que después se arrepentiría. Él podía anticiparlo.
—Valerie —susurró mientras sostenía su mano derecha con las suyas—. No puedo dejarte ir, no quiero perderte otra vez. Voy a cuidarte, lo prometo.
Acercó la mano de la chica a su boca, depositó un beso en ella y la volteó con cuidado. Segundos después, cerrando sus ojos, clavó sus dientes en la muñeca de Valerie.
La sangre caliente comenzó a escurrirse por su pálida mano, manchando las sabanas viejas de la cama y también las manos de SeHun.
Si esto tiene éxito, la hemorragia tendría que parar.
Pero no lo hace.—No quiero que sufras más, Valerie —susurró SeHun sin soltar su mano.
Valerie seguía respirando lento y con dificultad, y lo peor era que la mordida no hacia ningún efecto en su cuerpo.
Pero después algo sucedió.
La sangre de su mano se detuvo luego de unos largos minutos críticos. Antes de que la esperanza de SeHun se desvaneciera. La respiración de Valerie, que anteriormente era lenta y dificultosa, ahora era más rápida y jadeante. La mano de la chica, apretó la de SeHun con una fuerza sorprendente y los ojos de ella se abrieron con violencia. Luego de unos segundos, ella comenzó a quejarse.

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El lobo
FantasíaEl destino es un encadenamiento que está siempre presente en nuestras vidas, sabemos que es completamente necesario, pero también fatal. No sabía lo mucho que el destino se aferraba a que SeHun y yo estuviéramos juntos. Es curioso descubrir que la...