CAPÍTULO 30

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Miré como el cazador me miraba con terror y preocupación. Pero al final, se dio la vuelta y salió huyendo de ahí.
—Valerie —escuché a SeHun susurrar—. Dios mío, Valerie —repetía con angustia y temor en su voz.
No podía respirar, sentía que si lo hacía, la herida en mi pecho dolería más y de igual manera brotaría más sangre. Me estaba debilitando, me estaba muriendo.
—SeHun —intenté hablar claro.
—Valerie por favor, resiste un poco, vas a estar bien —decía mientras me cargaba—. Vas a estar bien, vas a estar bien —repetía mientras su voz se quebraba con cada palabra.
—Me... duele mucho —balbuceé intentando no cerrar los ojos.
Escuché como de sus labios salía un sollozo, mientras se maldecía a sí mismo.
Sabía en mi interior, que no sobreviviría. No lograría llegar viva a un hospital, con una bala en mi pecho rozando mi órgano más importante.
—Perdóname —pedía SeHun—. Pero no puedo dejarte ir.
Casi inconsciente, sentí como SeHun comenzaba a correr conmigo en brazos. Mi cuerpo, parecía que ya casi no era parte de mí, me resultaba difícil sentirlo. Mi vista se nublaba poco a poco, pero podía escuchar.
Sentí como SeHun se detuvo de momento y comenzó a subir unos escalones, se escuchó el rechinar de la puerta de la cabaña al abrirse y después un azotón al cerrarse. Segundos después, otra puerta se escuchó abrirse, pero no cerrarse.
—Valerie, quédate conmigo —rogaba SeHun mientras me acostaba en la cama vieja de la habitación—. Sacaré primero la bala —me decía, antes de salir de la habitación.
En menos de un minuto, SeHun había vuelto con una caja blanca entre sus manos. De ella sacó cosas que no pude distinguir.
—Perdóname mi amor —fue lo que dijo, para después romper mi camisa y mi sostén con sus manos.
Mi pecho ardió, ardió como si el mismísimo fuego me hubiese tocado la piel. Pero no me desmayé, sino hasta sentir como mi piel se estiraba y, en mi último aliento, un fuerte grito de dolor salió de mi boca.

SeHun sacó la bala del pecho de Valerie, sin una anestesia que calmara su dolor, y él sin poder tomarlo o desvanecerlo. Lo hizo, sacó el peligro de su cuerpo, pero eso no quiere decir que ella estará bien. La estaba perdiendo, su cuerpo se sentía frío y su respiración se hacía cada vez más dificultosa mientras pasaban los segundos. Y SeHun sabía, que en ese momento, su desesperación lo obligaría a hacer algo de lo que después se arrepentiría. Él podía anticiparlo.
—Valerie —susurró mientras sostenía su mano derecha con las suyas—. No puedo dejarte ir, no quiero perderte otra vez. Voy a cuidarte, lo prometo.
Acercó la mano de la chica a su boca, depositó un beso en ella y la volteó con cuidado. Segundos después, cerrando sus ojos, clavó sus dientes en la muñeca de Valerie.
La sangre caliente comenzó a escurrirse por su pálida mano, manchando las sabanas viejas de la cama y también las manos de SeHun.
Si esto tiene éxito, la hemorragia tendría que parar.
Pero no lo hace.
—No quiero que sufras más, Valerie —susurró SeHun sin soltar su mano.
Valerie seguía respirando lento y con dificultad, y lo peor era que la mordida no hacia ningún efecto en su cuerpo.
Pero después algo sucedió.
La sangre de su mano se detuvo luego de unos largos minutos críticos. Antes de que la esperanza de SeHun se desvaneciera. La respiración de Valerie, que anteriormente era lenta y dificultosa, ahora era más rápida y jadeante. La mano de la chica, apretó la de SeHun con una fuerza sorprendente y los ojos de ella se abrieron con violencia. Luego de unos segundos, ella comenzó a quejarse.
—¡Me quema! —gritó removiéndose bruscamente en la cama— ¡SeHun! —sollozó.
El dolor por el que pasó SeHun hace meses, ahora lo estaba viviendo la persona a la que más amaba. Y ahora, más que nada, él deseaba que ese dolor se detuvieron.
¿Qué había hecho?
—Valerie —le habló mientras la sostenía con fragilidad—, ¡Dios mío! ¡Perdóname por favor!
—¡Ah, no... puedo! —seguía quejándose.
—Tranquila, vas a estar bien —intentaba calmarla, pero él comenzaba a desesperarse.
Ella dejó de moverse y quejarse luego de unos minutos, SeHun sabía lo que vendría después. Y eso le aterraba.
Él comenzó a sentir como el cuerpo de Valerie se estremecía y comenzaba a emanar calor. Sus manos se hacían puño y después volvían a estirarse. Y de un momento a otro, ella estaba sobre él, aprisionándolo como si fuera una amenaza.
Valerie, a diferencia de él, no se convirtió en una bestia.
—Valerie —le habló SeHun con ternura—. Te quiero —susurró mientras intentaba tocar su mejilla.
—Me siento... ansiosa —dijo bajándose de su cuerpo rápidamente—. ¿Qué me hiciste? —lo culpó, comenzando a caminar con desesperación.
—Te... mordí —confesó mientras cerraba los ojos con arrepentimiento.
Ella se detuvo y tocó su pecho, un suave gemido salió de sus labios.
—Estoy... desnuda —murmuró, tocándose el moretón que se había formado donde anteriormente recibió el disparo—. Me duele.
El cuerpo de un lobo, suele regenerarse de manera rápida, dejando moretones que desaparecen con el tiempo.
—Estarás bien —le explicó—. No podré llevarte con tu abuela hoy —le dijo acercándose a ella.
—¿Por qué?
—Ahora eres como yo, Valerie. Tienes que aprender a controlarte.
—¿Y cómo diablos hago eso? —dijo cubriéndose el pecho con sus brazos.
—Yo te ayudaré —le afirmó—. Pero nos tendremos que quedar aquí.
—Pero mi abuela... se preocupará por mí.
—Yo arreglaré eso.
SeHun se quitó su camisa y se la entregó a Valerie, ella la agarró y la miró. Después lo miró a él.
—Póntela —le indicó él—. Rompí tu camisa y tu ropa interior para poder sacarte la bala.
Ella asintió y se vistió con la camisa de su novio, él se vistió con una camisa blanca que se reguardaba en la única cajonera que estaba junto a la cama.
—¿Tienes hambre? —le preguntó.
—Sí —contestó ella mordiéndose una de sus uñas—. Mucha.
—Asaltaremos la nevera de SuHo y volveremos aquí —dijo SeHun—. Él aún no debe enterarse de lo que ocurrió.
Valerie asintió, SeHun agarró la mano de la chica y ambos salieron de la cabaña caminando a paso rápido, subieron al auto de SeHun y emprendieron su camino.
El trayecto no demoró, y para suerte de ambos jóvenes, la casa de SuHo aún estaba a oscuras, lo que significaba que los chicos aún no habían llegado.
Valerie y él entraron a la casa y se adentraron rápidamente a la cocina. Ella se sentó en un banco frente a la plancha y SeHun se acercó al refrigerador para abrirlo.
—Por Dios —gimió Valerie—. Huele mucho a carne. La quiero —demandó, mientras sus pupilas se dilataban.
SeHun sacó los cortes de carne de res que Valerie había olido, cerró de nuevo el refrigerador y abrió una de las gavetas en donde se guardaban los sartenes, sacó uno al azar y lo colocó sobre la estufa. Encendió la parrilla sobre la que había colocado el sartén y colocó los cortes de carne.
—SeHun —le habló Valerie—. Me siento muy ansiosa —dijo mientras hacía puños sus manos.
—Tranquila, resiste un poco más —le pidió.
Cuando la comida estuvo lista, SeHun la guardó en un topper y sacó más alimentos del refrigerador colocando éstos últimos en bolsas. Y, teniendo todo listo, agarró a Valerie de la mano y ambos salieron de la casa directamente hacia el auto. Se adentraron en él, SeHun le colocó el cinturón de seguridad a Valerie, luego se lo colocó él y finalmente arrancó el motor del vehículo. Sin más, comenzó a conducir como anteriormente lo había hecho. A velocidad.
—Dame la comida —pedía Valerie.
—Aún no, es carne y podrías descontrolarte si te la doy ahora.
—Joder, tengo hambre y me siento ansiosa.
—Sólo espera un poco más.
Siguió conduciendo sin bajar la velocidad, y en menos de diez minutos, ya se encontraban nuevamente en el interior de la vieja cabaña.
—Tienes que controlar tus impulsos, cielo —le recordó SeHun a Valerie mientras sostenía el topper entre sus manos, ella estaba sentada frente a él en posición de buda, al igual que él.
Ambos estaban sentados frente a la luz y el calor de la chimenea. La lluvia nuevamente se había abierto paso en el clima, pero esta vez más fuerte.
—No soy un jodido perro SeHun, dame ya la comida —le respondió enojada.
Él le entregó el recipiente y ella lo abrió con rudeza. Y sin esperar más, comenzó a devorar el alimento sin educación o elegancia como siempre lo hacía, ahora simplemente lo devoró.
Cuando terminó, sus pupilas nuevamente habían vuelto a la normalidad y su cuerpo dejó de emanar calor. Por ahora todo estaba marchando bien.
—Me siento confundida —habló mientras se inclinaba hacia SeHun para abrazarlo por el cuello—. Una parte de mí quiere destruir todo a mi paso, pero la otra me detiene.
Él sabía perfectamente cómo se sentía Valerie, era desesperante esa sensación. Frustrante.
—Perdóname por hacerte esto —susurró en su oído mientras la abrazaba por la cintura—. Pero no quería perderte, no podía...
—No puedo perdonarte —contestó—. Porque quería que lo hicieras.
—Sabes que jamás lo habría hecho —le confesó—. Pasé el peor momento de mi vida cuando mi padre me convirtió, maté gente por mi ansiedad, y yo no quería que tú vivieras lo mismo. Pero no tuve opción al verte tan débil, a punto de morir.
—No me importa eso ahora, sólo quiero ser feliz contigo —respondió ella—. Quiero tener una vida feliz.
—La verdadera razón por la que vinimos aquí... es porque quería pedirte matrimonio. No puedo alejarme de ti, no quiero separarme de ti otra vez.
—Quiero correr contigo —pidió Valerie alejándose de SeHun—. Quiero correr bajo la lluvia, contigo.
—Pero aún no estás dispues...
—Tienes que confiar en mí —dijo levantándose del suelo de madera para después comenzar a caminar hacia la salida de la cabaña.

~•Valerie•~

—¿Me sigues? —le pregunté a SeHun deteniéndome en la puerta.
—Lo anhelo —me contestó caminando hacia mí—. Sólo... no sigas a tu instinto salvaje, sabes quién eres tú.
Asentí lentamente y él fue el primero en convertirse en un lobo. Un lobo con el pelaje gris. Acaricié lentamente su lomo y después sonreí.
Minutos después, hice lo mismo que él. ¿Cómo? No lo sé, simplemente ocurrió.
Mi pelaje era blanco, como la nieve. Sentí mil emociones embriagándome, tratando de dominarme, pero SeHun estaba a mi lado, brindándome cariño y apoyo. Y eso me bastaba para no perder la cordura.
Y, como siempre lo anhelé, ambos comenzamos a correr al mismo paso, dejando que la lluvia nos empapara y la noche nos consintiera.
Estaba viviendo algo que siempre creí irreal, algo que nunca tendrá respuestas lógicas.
Simplemente fantasioso.
Pero después una voz comenzó a estropear el momento, una voz que decía: Despierta, Valerie. Vamos, se fuerte.

El loboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora