CAPÍTULO 10

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Desperté a la mañana siguiente acomodada en mi cama y cubierta con mis cobijas. ¿Qué diablos me había sucedido anoche?

Me removí en mi aposento y miré lentamente hacia mi buró izquierdo. Algo fuera de su lugar llamó mi atención. Mi foto con Sehun no estaba. ¡Imposible!

Me levanté de golpe ignorando la tensión ortostática de mi cuerpo y comencé a buscar la fotografía debajo de mi cama suponiendo que el objeto se había caído. Pero no, no estaba por ningún lado.

—Sehun... —musité con los ojos llorosos.

—Valerie, ¿vas a ir a la escuela? —me preguntó mi abuela desde el primer piso.

—No tengo ganas —exclamé con la voz temblorosa. Mis lagrimas resbalaban ya por mis mejillas.

—Tienes que ir —gritó desde las escaleras.

—Sólo faltaré por hoy —contesté tirándome sobre mi cama para llorar a gusto.

—Ya llevas tres faltas. Piénsalo niña —me regañó dejándome de insistir.

Suspiré pesadamente mientras seguía desahogándome con lágrimas. Mi Sehun, era lo único que pensaba mientras lloraba en silencio.

Había perdido la foto, la única que tenía con él.

Mis lagrimas cesaron repentinamente cuando recordé que hoy era el cumpleaños de su mamá.
Cada año, el 29 de octubre, Sehun y yo solíamos prepararle un pastel a Seo Min para darle una sorpresa. Pero esta vez se lo prepararía yo sola y se lo llevaría hasta su casa para felicitarla; después de todo, la aprecio demasiado.

Me levanté de mi cama, caminé hasta mi ropero y saqué de el un lindo vestido blanco con detalles rosas y un suéter a combinación del mismo color. Me quité mi pijama y me vestí con la ropa que había seleccionado, elegí unos zapatos color beige y me los coloqué; por último tomé mi capa roja y salí de mi habitación directo hacia las escaleras para comenzar a bajarlas corriendo.

—¡Valerie! ¿Cuántas veces te he dicho que no bajes así las escaleras? —me reclamó mi abuela sobándose las sienes con sus dedos cuando me observó bajar el último escalón.

—Ay abuelita, nada va a pasarme —le contesté restándole importancia.

—¿Por qué tan arreglada, muchachita? —me cuestionó con una sonrisa pícara.

—Porque... —alargué— pienso hacerle un pastel a la mamá de Sehun y llevárselo —contesté emocionada—. Hoy es su cumpleaños.

—Tienes razón, hoy es veintinueve, que tonta soy —dijo llevándose una mano a la frente de manera dramática—. Vamos a la cocina. Voy a ayudarte con ese pastel —me confirmó sonriendo mientras se adentraba rápidamente a la cocina.

Sonreí y caminé detrás de ella adentrándome de igual manera a la habitación.

—Saca la harina, el azúcar, el cacao, el polvo para hornear, los huevos, la mantequilla y la leche —me ordenó mi abuela sacando de la alacena los colorantes y las decoraciones para el pastel—. Ah, y también la crema para batir.

Obedecí a su orden y saqué del refrigerador todo lo que me había pedido. Coloqué las cosas en la mesa de la cocina y comencé a cernir la harina, el azúcar, el cacao, una pista de sal y el polvo para hornear en un tazón.

—Perfecto —me aduló mi abuela.

—Abuela, agrégale los líquidos mientras yo lo revuelvo, por favor —le pedí terminando de cernir la harina.

Mi abuela comenzó a agregarle los líquidos y yo comencé a removerlo lentamente. Cuando terminé de deshacer los grumos, vacíe la mezcla en un molde y lo metí al horno.

El loboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora