CAPÍTULO 22

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—La última noche que estuve contigo hasta tarde en tu casa... escuché un llamado de ayuda en medio del bosque por parte de una persona. En ese momento me preocupé porque se me figuró tanto a la voz de mi padre, así que me acerqué para ver de quién se trataba —pausé unos segundos—. Para mi sorpresa, lo que encontré fue un lobo negro agonizando, así que decidí acercarme más a él. Justo en ese momento, la criatura se convirtió en la persona que menos me imaginaba. Mi padre.
—¿Tu padre? —me preguntó sorprendida y sin poder creerlo.
—Sí, él era la persona que pedía ayuda —respondí—. Mi madre no sabe nada de esto, júrame que no se lo dirás —hice la pausa para advertirle.
—No se lo diré, puedes estar tranquilo —me respondió con sinceridad—. Entonces, ¿tu padre es un hombre lobo?
—Era un hombre lobo —respondí—. Como te dije, él estaba agonizando cuando lo encontré, así que en ese momento yo corrí hacia él para poder sostener su cabeza y tratar de ayudarlo, pero se negó ante mi ayuda y en su último aliento me susurró: lo siento SeHun, pero tú llevas mi sangre. Luego de eso, sentí como sus dientes se clavaban en mi brazo derecho —pausé para inhalar aire, y luego proseguí—. Fue un dolor inmenso y desesperante, la hemorragia no cesaba y mi cuerpo se sentía tan fuera de control, no podía controlarme. Perdí el conocimiento por unos minutos y cuando desperté no era yo mismo en mi cuerpo, era un lobo ansioso por matar y sin control. Estando en esa forma, corrí hasta la montaña nevada para ocultarme, pero recuerdo que cuando mi cuerpo volvió a la normalidad, varias partes de cuerpos humanos estaban regadas por toda la nieve. Me di cuenta de que yo había sido el culpable cuando vi todo mi cuerpo cubierto de sangre, y mi peor noticia fue cuando supe que al haber matado a esas seis personas, había adquirido... Mi inmortalidad.
—¿Tú-tú mataste a los rescatistas? —susurró Valerie con terror en su rostro.
—Sigo sintiéndome una mierda de persona por haber matado a esa gente. No sabes cuánto me arrepiento y he deseado mi muerte, pero simplemente no llega, y supongo que nunca llegará.
—SeHun —murmuró comenzando a llorar—. Perdóname, realmente perdóname —decía en un tono de arrepentimiento.
—¿Por qué debo perdonarte? —le pregunté extrañado.
Ella guardó silencio.
—Yo mandé a esas personas para buscarte —contestó al fin mientras cerraba los ojos dejando caer más lágrimas—. Perdóname...
Sentí un leve enojo recorrer mi cuerpo, pero ella no tenía la culpa, nadie la tenía. Más que yo.
—Estaba muy preocupada por ti, no podía estar sentada de brazos cruzados mirando como las horas pasaban y tú no aparecías —me confesó—. Por eso los mandé a llamar para que fueran a buscarte. Perdóname, SeHun —volvió a repetir mientras sollozaba.
—No te disculpes, tampoco te sientas culpable —respondí tomando sus mejillas entre mis manos para hacer que me mirara a los ojos—. Perdóname tú a mí, por dejarte.
—No tengo nada que perdonarte —respondió acariciando mis brazos—. Ahora lo entiendo.
—¿Sabes? Esta noche tengo una fiesta —le informé.
—¿Una fiesta? —me preguntó sorbiendo su nariz.
—Sí. ¿Quisiera ir conmigo, señorita Valerie? —le pregunté tomando sus manos y mirándola a los ojos. Ella sonrió.
—Sería un placer, joven SeHun.
—¿Te quedas a comer? —le pregunté.
—Realmente... mi abuela me está esperando en casa —me respondió haciendo una mueca.
—Entiendo —sonreí.
—¿Cómo debo vestir esta noche? —me preguntó con curiosidad.
—Elegante, nena —afirmé—. La fiesta será en casa de uno de mis amigos. Pero es formal en esta ocasión.
—De acuerdo —contestó con una sonrisa—. Ahora, mi última pregunta —asentí lentamente—. ¿Qué hiciste en el tiempo que desapareciste?
—Estuve aprendiendo a controlarme, los chicos de mi manada me estuvieron ayudando a controlar mis deseos de matar. Ellos me apoyaron en todo momento.
—¿Hay algo más? —me preguntó dudando.
—Estuve cuidándote y protegiéndote —respondí delatándome—. Desde muy cerca, hasta muy lejos.
—¿Cuándo comenzaste a cuidarme?
—Cuando descubriste el laberinto —contesté—. No te diste cuenta de que yo también estaba ahí en ese momento y tuve que esperar hasta que oscureciera para poder acercarme a ti. Discúlpame si en algún momento te di miedo...
—En todos —afirmó y yo reí.
—Pero necesitaba sentirte cerca de mí, besarte, acariciarte y saber que no era capaz de hacerte daño. Me alejé un poco de ti cuando me sentí culpable la noche en que entré a tu habitación y comencé a besarte con tanta lujuria...
—La vez que casi me muerdes —completó mi explicación. 
—Exacto —contesté—. Pero aún así, seguí cuidándote. Las noches que salías sola, yo iba contigo, protegiéndote. Recuerdo la vez que saliste tarde de una fiesta con tu amiga Joy, estuvieron a punto de ser secuestradas, pero yo evité eso.
—SeHun... yo no sabía eso —me respondió con asombro—. Gracias por todo —exclamó balanceándose contra mí para abrazarme fuertemente.
—Es mi obligación protegerte —contesté abrazándola también—. Valerie, ¿me sigues considerando tu novio? —me atreví a preguntar cuando separamos nuestro abrazo.
—Dejé de hacerlo hace unos días, pero fue porque no sabía tus razones por las que me tratabas de una manera tan brusca y distante. Pero ahora que lo preguntas, ¿tú me sigues considerando tu novia?
—Siempre te consideré mía, Valerie —respondí de forma sincera—. Pero si te sientes insegura —me levanté del sillón y me arrodillé frente a ella—. Valerie, ¿quieres ser mi novia? 
—SeHun por supuesto que sí —me respondió sin rodeos—. ¿Vas a besarme? —preguntó de una manera pícara.
Únicamente sonreí y me acerqué a su rostro para besar suavemente sus labios. Esta vez el beso fue un poco más intenso, pero este no era el momento para llegar a algo más.
—Te amo —susurré sobre sus labios antes de separar el beso.
—Yo te amo más —me respondió ella acariciando mis mejillas con sus manos.
—¿Quieres que te lleve a tu casa? —le pregunté cuando ella se levantó del sillón.
—No te preocupes, iré corriendo —respondió mostrándome una pequeña sonrisa—. Ah, se me olvidaba. Todas esas veces que he estado contigo, ¿tú provocabas mi sueño y cansancio?
—Únicamente cuando era de noche —asentí—. Tengo ese control sobre las personas, puedo hacerte dormir y hacer que tengas sueños lúcidos, pero jamás me atreví a propiciarte uno. Así que estás en lo correcto, yo provocaba tu sueño.
—Idiota —golpeó mi brazo izquierdo.
—¿Eso a qué se debe? —le reclamé sobando la parte de mi brazo que recibió el golpe.
—Creí que tenía alguna enfermedad —me respondió soltando un bufido—. Y eso que haces conmigo, ¿puede provocarme malestares?
—¿Te has sentido mal? —le pregunté preocupado.
—He teñido mareos y uno que otro dolor en el pecho.
—Tal vez se me está saliendo de las manos —le respondí mientras la analizaba—. No lo volveré a hacer.
—No es necesario, sólo...
—No lo haré de nuevo, acabo de afirmarlo.
—Uy, de acuerdo abuela —me contestó como lo hace con Aurora—. Ya me voy —me informó caminando hacia la salida.
—Pasaré por ti a las ocho.
—De acuerdo. Hasta las ocho —se despidió de mí dándome un beso en los labios para después abrir la puerta y salir de la casa.

~•Valerie•~

No puedo creer lo rápido que se aclararon las cosas con SeHun, creí que se enojaría conmigo por como lo traté al principio y también por esas dos cachetadas que le brindé. Pero ahora veo que me tiene demasiada paciencia y que de igual manera, me ama.
Qué sorpresa que él haya estado conmigo todo este tiempo, ¿no?
Pero me pregunto, ¿habrá más sorpresas?

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