Capítulo 14

348 32 1
                                    


Los días siguientes a esos, la situación era cada vez más peor. Aún seguía molesta con la abuela por lo que había sucedido.

Estaba anocheciendo, todo en la casa comenzaba a oscurecerse. Tomé el diario de mi madre entre mis manos y comencé a leer.

05/Diciembre/1996

He hablado con Kevin nuevamente, me dijo que se ha conseguido a alguien más, que no quiere saber nada de .
No que hacer, me he vuelto loca. Mi madre se la pasa regañandome porque no quiere que esté con alguien como Alejandro, y no porqué. De cualquier forma, ahora no quiero, ni puedo comenzar una relación con alguien más.

Tuya: Rosaura.

No entendía lo que pasaba en aquél entonces con mi abuela y mi madre. Seguí leyendo.

08/Diciembre/1996

Al parecer Kevin no celebrará navidad conmigo este año. Creo que él se irá a vivir a otro lugar, y yo me quedaré aquí.
Le dije a mi madre que invitaría a Alejandro y eso le ha molestado, no comprendo que tiene en contra de él, es realmente bueno, incluso mejor que Kevin. Y parece que no sólo odia a Alejandro, sino a toda su familia, he intentado que me diga el porqué, sin embargo, nunca me dice.

La familia de Alejandro es muy buena, sus padres son amables. Tiene un hermano llamado Ricardo, que al parecer se casará con una joven llamada Ariadne, quien está esperando un bebé. Hoy mismo, iré a visitarla.
En fin, espero que todo salga muy bien, hasta luego.

Tuya: Rosaura.

Cerré el libro y lo fui a guardar debajo de mi cama.

Cuando estaba lo suficientemente cansada decidí ir a caminar al rededor del pueblo.

Silenciosamente me acerqué hasta el portón, y traté de abrirlo sin hacer ruido, volteaba para todos lados, cuidando no ser descubierta.

Cuando por fin lo abrí, decidí salir. Sólo quería salir de ese lugar un momento, ir a un lugar tranquilo.

Me paré junto a un arroyo y decidí lavarme la cara. Al voltear, vi algo asombroso. Se trataba de una yegua marrón. Jamás había visto algo tan más hermoso y radiante. Tenía piernas fuertes y un hermoso pelaje. Se encontraba sola.

-¿Que hace ella aquí? -dije en voz alta.
Me acerqué lentamente para tocarla, y estire un poco la mano

-No la toques. -Escuché a alguien decir, sin embargo, al voltear a todos lados no vi a nadie- Estoy aquí, arriba.

Dirigí mi vista hacia la cima de un árbol, y vi al mismo muchacho.

-¿Otra vez tú? Te dije que no quería volver a verte por aquí.

-Y yo te dije que vendría todas las veces que quisiera.

-¿Quién eres? -Preguntó nuevamente.

-Que te importa -Volví a responder.

-Dime -Instistió. Comenzaba a molestarme.

-¿Por qué debería decirte? -Dije haciendo un mohín- ¿Te importa saber quién soy yo?

El soltó una risa de forma exagerada. -¿Tú? -Volvió a reír- ¡Que va! Para nada.

-¿Entonces? -Pregunté

-Agg. Que niña tan preguntona. ¿Acaso no puedes responder mis preguntas?

-No -dije con indignación- No me agradas.

Caminé con pasos apresurados para alejarme de ahí, no soportaba estar un segundo más con ese sujeto, éste se bajó del gran árbol de un solo salto y se acercó a mí.

-Espera -dijo acercándose

No dije nada. El se acercaba cada vez más y yo caminaba hacia atrás tratando de evitarlo. De repente él me empujó con su dedo índice y caí al arroyo. Comenzó a reír mientras que yo trataba de levantarme.

-¡Idiota! -gritaba- ¡Eres un estúpido!

Enojada, salí del agua y lo tomé de su camisa hasta tirarlo al arroyo.

-¡Hey! ¡¿Que te pasa?! -gritó enojado.

-¿Que te pasa a ti? ¡Estás loco!

Comencé a correr lo más rápido posible para llegar a tiempo a casa, sin embargo, no sabía por dónde había llegado, y cuando por fin iba a tomar un camino, una majestuosidad se interpuso delante de mí -Se trataba de la yegua, obviamente-.

-¿Y ahora qué quieres? -pregunté con molestia- ¿Seguirás burlandote de mi?

Él soltó una pequeña risa y yo puse los ojos en blanco.

-¿Piensas ir así a tu casa?

-No me iría así si alguien no me hubiera empujado al agua.

-Toma esto -dijo aventando una bolsa de trapo- Ahí hay suficiente ropa para que puedas cambiarte.

-No es necesario. No la quiero.

Sus ojos color miel mostraron irritación ante mi respuesta. Algunos mechones de cabello castaño le tapaban la frente. Y a pesar de que era un poco delgado y desaliñado no dejaba de verse atractivo y varonil. Estaba con los pies descalzos y con la ropa húmeda.

-Bien, como quieras. -Se bajó de su yegua y arrebató la bolsa con ropa que me había ofrecido. Pude notar que era un poco más alto que yo.

Se montó en su yegua y se alejó dejando tierra a su paso, la cuál no me permitía ver.

-Que chico tan extraño. -Me dije a mí misma en voz alta-. Nunca había conocido a alguien que fuese así.

A pesar de que no me agradaba, por alguna razón no dejaba de pensar en él y su pecurialidad en todo el camino a casa. Me encerré en mi cuarto y me desahogue.

-¡Que molesto! -Refunfuñé golpeando una almohada- Espero no verlo nunca más.

Su extraña personalidad me hacía querer conocerlo, pero por otra parte seguía "odiándolo" internamente por haberme tirado en aquél arroyo.

Por favor, no me olvidesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora