Capítulo 60

261 18 45
                                    


“¿Te quieres casar conmigo?”

Miré las luces que formaban aquella frase asombrada. Tenía la boca abierta y no trataba de disimularlo. Me estaban pidiendo matrimonio. Había pasado mucho tiempo preguntándome si alguien querría pasar el resto de su vida conmigo, y en ese momento descubrí que sí... había alguien: Sebastian.

Jamás se me había pasado por la cabeza que me pediría aquello. Volteé a verlo casi con nerviosismo, él ya se encontraba a lado de mi silla hincado extendiéndome un anillo con sus manos.

—¿Quieres casarte conmigo, Annie Bridgest? —dijo casi susurrando, con una sonrisa de par en par.

Mis ojos estaban tan abiertos que temía que él se asustara, pero no podía contenerlo. Mi corazón latía demasiado fuerte, sentía el frío recorrer todo mi cuerpo.

Mi mirada estaba concentrada viendo la suya. Por mi mente había un turbolino de pensamientos. Quizá ese era el camino. Quizá ese era mi destino. Quizá así sería feliz. Debía alcanzar la felicidad. Todo se disolvió en cortos segundos.

En mi rostro se formó una enorme sonrisa que hacía que mis ojos se achicaran. Asentí con fuerza y emoción echándome a sus brazos.

—Sí. ¡Si quiero! —exclamé en su oído euforicamente—. Quiero casarme contigo, Sebastian.

Sebastian me levantó en sus brazos, luego puso ambas manos en mis mejillas dándome un beso con fuerza.

—Te voy a hacer feliz, Annie —decía en mis labios—. Muy feliz.

Inmediatamente puso el anillo en mi dedo. Miré a mi prometido aún sin creerlo, sin creer todo lo que el futuro aguardaba.

Continuamos lo que restaba de la cena formulando planes a nuestro antojo sobre nuestra próxima boda.

                             ♦

Pocos días tuvieron que pasar para que Sebastian y yo le diéramos la noticia a mi padre, quien al principio saltó de emoción, sin embargo al llegar la noche un cúmulo de emociones se extendía por toda la casa.

Papá no podía creerlo. No podía creer que su Annie, su pequeña y dulce Annie se iba a casar.

Estábamos únicamente los dos, como lo habíamos estado durante años. Sentados en el sofá con los pies sobre la mesita de noche, mi padre soltaba algunas lágrimas. Mi cabeza estaba recargada en su hombro, sentía añoranza y a la vez nostalgia.

—Annie, tantas veces soñé con esto. —Mi padre hablaba con dificultad, tratando de no soltar todas las lágrimas que tenía retenidas en sus ojos—. Con que tú te casaras con un buen hombre. Con que fueras feliz. Vas a ser feliz, ¿Cierto?

—Lo seré. Siento que este es el camino correcto.

Papá tragó saliva quedándose en silencio por largos segundos. Su mirada estaba sobre un punto fijo, parecía ido.

—¿Pasa algo? —pregunté. Papá tardó en reaccionar.

—N-no —titubeó—. Sólo estoy feliz por ti, hija. Sabía que este momento llegaría algún día, sólo que nunca imaginé cómo podría sentirse... Como podría sentirse que un hombre te arrebatara de mis brazos.

—Papá... —Sonreí—. Jamás me arrebataran de ti. Yo siempre voy a ser tuya. Ningún otro hombre podrá competir contra ti, ninguno podrá igualar el amor que yo te tengo a ti papá.

Vi como mi padre me daba una mirada con los ojos llenos de lágrimas, lágrimas que caían de sus ojos como si fuesen pequeñas cascadas. Me contagió de aquél sentimiento haciéndome llorar también.

Por favor, no me olvidesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora