Las vacaciones de Verano ya habían comenzado. Todos los días recordaba a Adrián, me preguntaba si él estaría bien. Sabía que pronto se iría, y quizá nunca volvería a verlo.Aquél día, mi abuela me había mandado a cortar naranjas que se encontraban cerca del río.
Gustosa acepté. Amaba ir al río; oír el sonido de la corriente y el viento golpeando las hojas de los árboles mientras estos desprendían un aroma a naranja.
Tomé mi bicicleta y pedalee rápidamente hasta llegar al río. Todo se encontraba solo y despejado. Tomé una bolsa y comencé a meter las naranjas en ella para después ponerlas en la canasta.
Cuando terminé mi labor, me senté en una roca, quería seguir disfrutando el paisaje y el sonido del río.
Escuché a alguien pisar las hojas secas que se encontraban dispersas en el suelo. Volteé inmediatamente. No había nadie.
«Seguro fue una ardilla» pensé.
Pocos minutos después, volví a oír ese mismo ruido. Hojas secas siendo pisadas, sin embargo no veía al causante.
-¿Que haces aquí? -La voz del muchacho que se encontraba a unos metros de mí me hizo dar un respingo.
Alto. Bronceado. Un tanto delgado. Se encontraba descalzo y con la ropa sucia. Tenía el cabello alborotado.
-¿Quién eres? -Preguntó.
-Que te importa -Me levanté y caminé hacia mi bicicleta. Éste tomó de mi brazo deteniéndome- ¡Hey! ¿Que te pasa? -Exclamé.
-Responde mi pregunta.
-Ya la respondí -Dije soltándome de su agarre. Comencé a caminar nuevamente hacia mi bicicleta.
-¡No quiero volver a verte por aquí nunca más! -Gritó.
-¡Vendré todas las veces que se me plazcan! -Dije haciéndole una seña con mi dedo. Oí un gruñido de su parte. Lo había hecho molestar, justo lo que quería.
Tomé mi bicicleta y comencé a pedalear, no sin antes irme con una sonrisa de satisfacción.
Al llegar abrí el portón lentamente, tratando de hacer el menor ruido posible. Me adentré en la cocina en donde me encontré a la abuela.
-Al fin llegas -Dijo con preocupación-. ¿En dónde están las naranjas? -Frunció el ceño, a lo que volteé a ver a la canasta de la bicicleta.
-No puede ser -Dije al percatarme que no había ni una sola- ¡Ese tonto! -Exclamé.
-¿Que pasa? ¿En dónde están?
-No te preocupes abuelita, ahora mismo lo arreglo -Dije fingiendo simpatía.
Comencé a dirigirme al mismo lugar. El río no estaba tan cerca de donde yo vivía, lo que me hizo molestar. Ese estúpido me las pagaría.
Volteé a ver a todos lados sin poder encontrarlo.
-¡Hey! -Gritó llamando mi atención desde la cima de un árbol- ¿Quieres una? -Dijo enseñándome una de las naranjas.
-¡Devuelvemelas todas! -Grité molesta. Éste comía plácidamente una de las naranjas que había coleccionado.
-No -Dijo dándole un mordisco-. Todas son mías.
-Yo las coleccioné.
-Y yo las agarré, así que son mías.
Me acerqué al enorme árbol en el que se encontraba dispuesta a subir. Tenía miedo de lo tan alto que era, pero no se lo demostraría.
-¿Realmente piensas escalar este árbol? -Dijo mirándome desde arriba-. Será mejor que te rindas.
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Por favor, no me olvides
RomanceAnnie siempre ha estado enamorada de Adrián; un chico bien acomodado que es su mejor amigo, y quien parece no darse cuenta de los sentimientos que siente ella por él. Cuando el padre de Annie la manda a vivir a un pequeño pueblo junto a su familia...