Capítulo 49

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Algunos días pasaron. Días en los que reflexione mucho. Días en los que añoraba los viejos tiempos. Días en los qué volví a disfrutar de la felicidad.

Volvía a sentirme joven, radiante, viva. Y todo era por él. Despertaba en mí a la chica entusiasta que habitaba en lo más profundo de mi ser. Me sentía como una adolescente atrapada en el cuerpo de un adulto.

Podía sentir la felicidad en cada uno de mis poros. Mi corazón latía rápidamente en todo momento que estaba a su lado.

Los dos éramos jóvenes otra vez.

Apenas comenzaba a anochecer. El cielo empezaba a oscurecerse sutilmente, y algunas estrellas aparecían sobre éste.

Corríamos al rededor de los árboles, jugando como dos niños pequeños que se olvidaron de la diversión. La lluvia caía sobre nuestros cuerpos y no nos importaba. Había lodo por todas partes haciéndonos resbalar sobre él. Podía escuchar nuestras risas más fuertes que los truenos feroces perdiéndose finalmente en los susurros del viento.

Arturo corría tras de mí con emoción, mientras yo trataba de no resbalarme. Mi cabello se encontraba totalmente mojado, al igual que mi ropa. Me tomó con sus fuertes brazos de mi cintura atrayéndome hacia él.

-Te volví a atrapar presumida -dijo susurrádome en mi oído, haciéndome estremecer. Podía sentir su respiración agitada en mi cuello.

La noche caía sobre nosotros, y la lluvia comenzaba a cesar. De repente comencé a estornudar, por lo cual Arturo nos acobijó con una sábana mientras observábamos la noche iluminada de estrellas sentados en un tronco.

Las hojas de los árboles se oían como cascabeles que chocaban a causa del aire. En el fondo de éstas se escuchaban los búhos, y algunos grillos que alegraban la noche.

La ausencia de luz hacía notar más las estrellas en el cielo nocturno. Todo estaba oscuro, la única luz que iluminaba la penumbra de la noche era la de la Luna.

Todo parecía un sueño, en el fondo de mí me preguntaba si realmente lo era. Tenía mi cabeza recargada sobre el hombro de Arturo, y la suya reposaba en la mía. Su brazo rodeaba mi espalda atrayendome hacia él.

No quería separarme de él nunca más. En ese momento deseé poder estar con él el resto de vida. Me preguntaba en qué estaría pensando. Me preguntaba sin aún me quería.

Mientras la noche se adentraba más decidimos ir a descansar. Cambié mi ropa mojada por una camisa suya. Sería la primera vez que dormiríamos juntos.

Nos recostamos sobre el colchón de la cama sin siquiera querer dormir. Nos mirábamos en la oscuridad del cuarto. Con las palmas de mi mano tocaba su mejilla rasposa, las yemas de mis dedos sentían sus cejas, su nariz y finalmente su boca.

Su brazo me tenía aprensada de mi cintura a él. Una de mis piernas estaba entre las suyas. No necesitaba hacer nada para hacer estallar a mi corazón.

-Annie -susurró. Podía ver el brillo de sus ojos como dos centinelas.

-¿Hm? -emití sin quitar la vista de sus ojos.

-Estoy enamorado de ti.

N. A.

que este capítulo es DEMASIADO corto, pero aún así tenía que subirlo. Esperen con ansias el siguiente:D.

¡Besos!<3

Por favor, no me olvidesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora