Capítulo 35

249 22 8
                                    

Los ojos avellanados de mi prima se encontraban viendo los míos con pequeños destellos de felicidad.

Me encontraba boquiabierta, sin poder creer que ella estaba frente a mí nuevamente, después de dos años; casi tres.

—¿Acaso no estás feliz de verme, prima? —Preguntó ella con un semblante de preocupación.

—Claro que lo estoy —Respondí al instante—, es sólo que... Aún no lo puedo creer; que estés aquí.

—Te he extrañado tanto —Dijo abalanzándose hacia mí rodeándome con sus brazos.

—¿Cómo es que supiste que estaba aquí? —Pregunté con reticencia.

—Fue muy fácil —Comenzó a decir—. Tu padre me dio la dirección en la que vives, fui hasta ahí y tu amiga me dio instrucciones para poder llegar aquí.

—Entiendo —Dije pensando—. Mira, él es mi buen amigo Bryce —Dije presentándolos.

—Mucho gusto —Saludó ella. Él le respondió de igual forma.

—¿Gustas pasar? —Preguntó él al cabo de algunos segundos.

—Claro, hace mucho frío aquí afuera —Dijo con una pequeña risita.

Los tres nos dispusimos a dormir puesto que había sido un día muy cansado. Aún no dejaba de pensar en lo que había sucedido, sin embargo, preferí no darle tanta importancia.

A la mañana siguiente le agradecí a Bryce por su hospitalidad. Volví a casa junto con Griselda ofreciéndole un lugar donde pudiese dormir por al menos un tiempo.

—¿Cómo es que viniste aquí? —Pregunté con curiosidad a Griselda mientras sacabamos su ropa de las maletas.

—Ha sido muy difícil, Annie. Después de que te fuiste nada ha sido igual —Resopló—. Los abuelos son más estrictos conmigo, el odio que nuestra tía te tenía ha caído sobre mí. Al final he decidido lo que tú; escapar.

—Lamento mucho lo que ha estado pasando, no tenía idea.

—Obviamente no —Dijo con sorna—. Nunca te molestaste en llamar para saber cómo estábamos.

—Tenía miedo —Me sinceré—. Miedo a que me obligaran a volver.

—No pueden hacerlo. Ya eres mayor de edad, puedes decidir por ti misma.

—Eso lo sé —Dije haciendo una pausa—. Lo que nunca supe fue el porqué me obligaban a estar ahí.

Ella carraspeó y se quedó en silencio. Preferí no preguntar esa vez.

—¿Y por qué viniste? —Cuestioné sin rodeos.

—Tú viniste a buscar a Adrián —El oír su nombre me había causado cierta molestia, sin embargo comprendía que mi prima no sabía nada al respecto y preferí no darle importancia—, yo he venido a buscar a mi madre.

Abrí los ojos como platos. Ella no podía enterarse que su mamá la odiaba.

—¿Me ayudarás a encontrarla, cierto Annie? —Preguntaba con regocijo.

—Yo no sé donde vive —Mentí.

—Claro que sabes. Viviste algún tiempo con ella. Aún recuerdo cuando me dijiste que ella me extrañaba.

Cerré los ojos con fuerza deseando que la tierra me tragase en ese mismo momento.

Griselda me odiaría cuando supiese que le había mentido.

—Lo recuerdo.

—Se pondrá muy feliz al verme, ¿No lo crees?

—Claro que si —Dije fingiendo alegría.

Por favor, no me olvidesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora