Capítulo 8

389 42 8
                                    

Caminaba. Pensaba en la manera en que podría acercarme a él. Era extraño que ahora sintiera temor de hablarle, cuando antes podía hacerlo perfectamente, incluso siendo las dos de la madrugada.

De repente alcé la mirada y lo vi caminando a lo lejos, tomado de la mano de Elisa. Hubiera deseado que la niña que tomara su mano fuera Angélica y no ella. Caminé con rapidez, él ya se encontraba fuera de la escuela. Cuando lo alcancé, tomé de su mano decidida a hablarle, él sabía que era yo, pude notarlo en sus facciones.

—Necesito hablar contigo —dije tomándolo de la mano, tratando que fuera conmigo a otro lugar. Me soltó bruscamente y de repente sentí todas las miradas posarse sobre nosotros.

—Ya te dije que no quiero saber nada de ti.

—Sólo necesito hablar contigo. Si después de eso sigues con tu idea absurda de dejarnos de hablar, entonces lo aceptaré —dije con pesadez.

—¿Hablar sobre qué? ¿Vas a declararme tus sentimientos nuevamente?

Mi corazón se aceleró, pero no de una buena forma. Las personas que se encontraban viendo con curiosidad comenzaron a reírse burlonamente. No podía creer que era Adrián quien estaba diciéndome eso, no quería creerlo porque era él de quien estaba enamorada. Inevitablemente mis ojos se pusieron vidriosos haciéndome sentir vergüenza,

—¡Está llorando! —exclamó Elisa riendo escandalosamente, llamando la atención de todos. Adrián apretó la mandíbula. Bajé la mirada apenada queriendo escapar de ahí, pero no podía, estaba rodeada por personas que lo único que hacían era burlarse descaradamente de mí.

De repente, alguien tomó fuertemente mi mano. Alcé la mirada y vi los ojos color café de Sebastián que miraba a todos con una mirada de asco y enojo.

—Déjenla en paz. —Sentenció con firmeza. La mayoría se quedó en silencio mirándolo con un ligero asombro. Quizá preguntándose por qué estaba defendiendo a alguien "insignificante" como yo.

—¿Por qué la estás defendiendo? —cuestionó inmediatamente mi amigo sumiendo fuertemente las cejas en sus párpados.

—Porque te estás comportando como un idiota. Ya cruzaste el límite, Adrián.

—¿Y desde cuanto a ti te importa Annie? —preguntó con brusquedad.

—Desde que vi que a ti te dejó de importar. —Volteó a verme y limpió mis ojos con sus pulgares—. Vamos —dijo tomándome con firmeza de la mano, apartando a todas las personas que se encontraban en nuestro camino.

Tenía la esperanza de que Adrián dijera algo más antes de irme. Tenía la esperanza de que gritara mi nombre mientras me alejaba tomada de la mano de alguien más, pero eso no sucedió. Mi corazón aún seguía latiendo fuertemente por lo que acababa de pasar, y a pesar de todo, yo seguía creyendo que ese no era realmente Adrián, mi Adrián.

—¿Por qué me defendiste? —pregunté.

—No podía seguir viendo cómo te humillaba. No dejes que lo vuelva a hacer. A pesar de que en algún momento fueron amigos, no debes dejar que lo haga.

Sonreí de lado.

—Gracias. Gracias por haber llegado cuando lo necesitaba. ¿No crees que ahora no querrán seguir llevándose contigo?

—No lo sé. Y no me importa. No me importaría dejar de llevarme con unos idiotas como ellos. No después de lo que te hicieron.

Le sonreí con afabilidad. Después de todo, los rumores acerca de que Sebastián Moscoso era un caballero, eran ciertos.

N. A.

Lamento que el capítulo sea muy cortito. Aún así, espero que les guste. ¡No olviden comentar y votar! Los quieroo.  















Por favor, no me olvidesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora