Capítulo 5: Las pesadillas

162 15 5
                                    

En mi mente permaneció una sola palabra.

—¡Erica!—grité tan fuerte que sentí un escozor en mi garganta.

Un segundo había pasado, tal vez menos, tal vez no estaba ni cerca de tener idea, pero para mí había sido solo un parpadeo.

Una sombra oscura se había abalanzado sobre mí, y al instante ya no estaba... O mejor dicho, creo que era yo quien ya no estaba.

Los latidos de mi corazón palpitan en mis oídos, mi respiración agitada y en busca de oxígeno, mi mente rápidamente asimilando la situación.

Lo que está ante mí ahora ya no es el callejón oscuro, y lo que me permite ver el suelo irregular frente a mí ya no son las farolas de los locales. Las ramas de los arboles y sus pesadas hojas son iluminadas por una luz cuya fuente no se puede ubicar, es casi como si fuese inexistente, porque en este lugar siempre es de noche.

Elevo la mirada hacia la gigantesca luna, siempre sobre las lejanas montañas. Mirarla por mucho tiempo siempre me causa escalofríos, contorneada de negro como si fuese un eclipse, y tan enorme que pareciera que en cualquier momento puede caerse.

—Estoy dormido—susurré para mis adentros

Se suponía que no debía decir ni una palabra, y gracias al cielo que fue apenas un susurro, de ser así... Habría llamado la atención de lo que sea que me espera aquí.

De esto se trata dormir para mí, despertar en otro lugar, en mis pesadillas... Sumirme en una tortura cada noche.

Comienzo poniendome de pie, mirando a mi alredor con cuidado, muevo mis manos sobre el cesped oscuro y no las apoyo hasta asegurarme de que no haré ningún ruido al levantarme.

Tengo que esperar solo unos segundos... En cualquier momento sabré de qué trata el sueño esta vez.

No recuerdo la primera vez que tuve una pesadilla, pero es posible que simplemente las haya tenido desde siempre. Mis padres decían que incluso cuando era un bebé lloraba por las noches, de ser así... No quiero ni imaginar lo que veía desde aquel entonces.

Aún desde que estaba en primaria, entendí que mis pesadillas y las que tenían los demás niños nunca iban a parecerse. Aun cuando soñaran con monstruos, ellos nunca soñarían con mis monstruos, aun cuando se asustaran, ellos no se asustaban como yo lo hacía, y sobre todo... Ellos no volvían a pasar por lo mismo cada noche, una y otra vez, teniendo las mismas pesadillas.

"Las mismas pesadillas" Al principio era así como pensaba que era, un pequeño viendo monstruos en sus sueños. Pero la verdad es diferente, y lo fui descubriendo conforme crecía.

Cada pesadilla que tengo se trata de algo en especifico. Y puedo volver a tener esa pesadilla en cualquier otra noche. No son mis pesadillas lo que se repiten, sino de lo que trata, el objetivo en esa pesadilla, aquello que debo cumplir o afrontar.

En otras palabras, se puede decir que tengo una colección de pesadillas, y cada noche debo descubrir cuál de todas las pesadillas que tengo es la que tendré ahora.

"El chico tímido", "No pares de correr", "Las cintas VHS"... Las nombre a todas ellas, cada una con sus propios monstruos, sus propios escenarios, y un destino que debo sufrir.

Cuando tuve una edad en la que comprendía bien mis pesadillas, decidí clasificarlas en dos tipos. A una de ellas, las llamé "Juegos". Se tratan de pesadillas con un objetivo, en ellas debo cumplir una misión y si logro conseguirlo, puedo despertar.

Aunque nunca es fácil, pues intentarlo implica morir decenas de veces de formas inhumanas, sin embargo, la razón por la que me arriesgo es porque permanecer en la pesadilla es mucho peor.

Marcado En Las SombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora