Capítulo 24: Lo que una sombra debe hacer

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Erica's POV

Desde un principio, él siempre quiso que yo fuera diferente. Sin embargo, yo no sabía a qué se refería exactamente con "Ser diferente".

No lo entendía... Hasta que conocí a Daniel Gregory, mi Marcado.

Las Sombras no "Nacemos", no tenemos padres así que no somos procreadas, tampoco existe alguna fuerza o ser que se encargue de crearnos. Solo... comenzamos a existir de repente.

Y es curioso, que ese fuera el pensamiento que deambulaba en mi mente cuando yo comencé a "Existir".

Hace veinte años...

No había dado ni siquiera mis primeros pasos, pero yo ya sabía lo que era. Sabía que era una Sombra Cazadora, para lo que estaba hecha, y a donde pertenecía. Sabía hablar y pensar acorde a mi edad, la cual en un principio fue de diez años en apariencia humana.

Mis pies se sentían mojados, estaba de pie sobre un lago, y mis ojos viajaron por la piedra rojiza de la orilla y las montañas que se extendían a lo lejos.

Estaba en el inframundo, el lugar del que provienen todas las Sombras.

-Vaya que te tomó tiempo aparecer-escuché decir a una voz grave a mis espaldas.

Me volví de golpe, salpicando agua sobre una roca en la orilla del lago. Sobre esta yacía un hombre sentado, con las piernas encima de la roca, tenía uno de sus brazos apoyado en una rodilla y su barbilla recargada en la mano. Estaba a menos de un metro de distancia, mirandome.

-Se dice que esta zona del inframundo es en la que menos aparecen Sombras, quería probar y resultó que tenían razón-ladeó la cabeza-. ¿Sabes cuantas semanas he estado aquí sentado?

La vibra que emanaba te cortaba cualquier flujo de emoción, podía sentir como ésta era una de esas vibras que tensaban a cualquier persona cerca, una vibra digna de cualquier persona que era temida. Una presencia que se captaba desde cualquier distancia.

Curiosamente, eso era solo lo que aparentaba, pues el hombre de aproximadamente 28 años de edad frente a mí ahora mismo me estaba hablando con mucha amabilidad, incluso parecía estar divirtiendose.

-¿Eres una niña, verdad?-me preguntó, ladeando la cabeza-. ¿O eres un niño? ¿O tal vez ambos?-siguió analizandome con la mirada-. ¿O tal vez ninguno?

-Niña-respondí-. Soy una niña.

-Ya veo-sonríe.

-¿Quién es usted?-le pregunté.

En ese entonces, todavía no conocía la existencia de la palabra "Padre", y mucho menos, que había una persona que significaba eso para mí.

Por lo tanto, siempre lo he llamado:

-Jaeger-dijo él, reclinandose ligeramente, parecía muy cómodo sobre en esa roca peligrosa-. Se pronuncia "Yaguer"-repitió con lentitud-. Me llamo Jaeger Kronos, y yo seré tu Sombra Entrenadora.

-¿Mi Sombra Entrenadora?-lo examiné de pies a cabeza-. ¿Usted?

Él soltó una sonora carcajada, rompiendo su pose para terminar con los brazos apoyados comodamente a sus costados.

-¿Se nota demasiado?-dijo más calmado-. Es verdad, resulta que eres la primera Sombra a la que voy a entrenar.

-¿Y eso...?-vacilé un poco-. ¿Es bueno?

-En realidad...-se inclinó hacia mí-. La cosa es que me obligaron a hacer esto, como una especie de castigo.

-¿Hizo algo malo?

Marcado En Las SombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora