Después de ser atormentado por horribles pesadillas durante toda tu vida, no podría ocurrir nada más que arruinara tu existencia. O al menos eso era lo que Daniel creía. Y es que eso es lo que pensaría cualquier estudiante de Mellow University.
Pero...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Doom's POV
Para haber crecido en una aldea en donde el ochenta por ciento de la población son hombres-y para inflar sus egos aún más- con poderes sobrenaturales, yo siempre he sido... Bastante popular.
Aunque no de la buena manera.
Primer Recuerdo: "Después de clases" Doom Daster, 10 años.
Amo el helado de pay de queso y frambuesas.
Es por eso que para mí es lindo recordar lo mucho que me gustaba ir por un helado de pay de queso y frambuesas después de las clases de hechicería. Al cuarto para la una de la tarde, el patio de la Academia estaba lleno de niños jugando y platicando, corriendo en grupo para ir a sus casas o esperando a sus padres. La mayoría regresaban solos, pues en esta aldea todos nos conocíamos.
Una aldea de hechiceros, todos parte de un mismo clan. Casi todos los habitantes éramos hombres, a excepción de los hogares con familias en donde también vivían hechiceros con esposas o hijas humanas. Ese también era mi caso, pues vivía junto con mi madre y mi padre.
—Helado de pay de queso y frambuesas, helado de pay de queso y frambuesas—murmuro para mis adentros, balanceando mi portafolio mientras voy por el camino empedrado del patio.
Relamo mi delicioso helado de pay de queso y frambuesas, mientras veo a lo lejos el enorme portón de la salida de la academia. Paso junto a una tienda de artículos escolares mágicos, y observo por mi reflejo en el cristal que el cierre exterior de mi portafolio está abierto.
Me detengo entonces y lo dejo en el suelo para poder desocupar mi mano y cerrarlo, mientras que con la otra, sostengo mi cono de helado de pay de queso y frambuesas. Vuelvo a sujetar mi portafolio mientras le doy otra lambida a mi helado, y miro los risos oscuros de mi cabello en mi reflejo una vez más antes de girarme y seguir mi camino, Mamá había dicho que hoy haría comida mexicana, así que la verdad estaba ansioso por llegar.
De pequeño yo... No tenía los mejores reflejos.
Fue por eso que un segundo después, el lado izquierdo de mi cabeza dolía por haberme golpeado contra el cristal de la tienda. Yo estaba en el suelo, con mi portafolio y el gorro de mi uniforme a un lado de mis manos raspadas. Mis ojos se pasearon por el piso frente a mí, cuando se toparon con un balón de futbol rodando.
Mi cabeza había sido golpeada con ese balón tan fuerte que había chocado contra el aparador de la tienda.
—¡Sí, le di! —escucho un grito, seguido de unas carcajadas.
—Duele...—murmuro, sobándome la cabeza.
Me quejo del dolor y apoyo mis manos en el cristal mientras escucho pisadas acercándose hasta donde estoy.
—¡Wow, tienes una excelente puntería, Isaac! —oigo decir a otro niño con una voz más aguda.
Lentamente, y todavía con mi mano apoyada sobre el cristal, los miro por encima de mi hombro.
