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Aquello pilló a Zoe por sorpresa, que se mostró incapaz de reaccionar.
Pero Astor siguió explicando:
-Jayden y yo somos miembros del Clan del Fuego. Somos inmortales. Nosotros solo hemos vivido los años que nos corresponden, pero los hay que aparentan nuestra edad y llevan eones en la Tierra.
Zoe quiso interrumpirle, pero Astor le tapó la boca suavemente.
-Aparte de todo lo que implica que seamos del Clan, lo que importa ahora es la Helada. Si lo leíste, en el folleto ponía que la Helada servía para convertir a un miembro en un ser normal y mortal. Pero también se puede usar la Helada para otras cosas. La principal: más poder.
Zoe no podía procesarlo. Era demasiado... No sabía si Astor también se estaba volviendo loco...
-Pe-pero yo-yo soy una-na chica-ca norma...
-La Helada no siempre es una persona. Cambia cada siglo. Y este siglo, los dioses te han elegido a ti. ¿Quién crees que intervino para que a tu padre se le ofreciera un puesto de trabajo muy bien pagado, aquí, en este pueblo helado y perdido? La nieve nos debilita: no todos los del Clan podrían sobrevivir aquí. ¿Nunca has tenido episodios raros relacionados con la nieve y el hielo?
-Sí-sí...
-Es por la magia que La Helada te hace tener. Hay mucho que explicar, Zoe, pero tenemos poco tiempo. -añadió al ver que ella iba a preguntar algo más- Tengo que llevarte a algún sitio cálido donde pueda curarte...
-Eso si yo no lo impido.
Jayden se levantó detrás suyo, aún prendido en llamas. Había algo diferente en él.
-Antes tenía que vigilar contigo, pues tenías mas poder que yo. Ahora, hermano, soy yo el que va a tomar las riendas. Y por cierto, gracias, Zoe. Que ahora sea el miembro más poderoso del Clan habría sido imposible sin tu estúpido corazón humano.

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