48. Singular

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La sangre helada de Zoe ardía por la ira. Nunca había sido una chica mezquina, pero le deseaba la muerte y bien lenta a esa retorcida...
-Laurent, sal con los demás. No nos sobra tiempo. -la orden de Debria no tardó ni diez segundos en cumplirse. De detrás de Zoe salió un hombre corpulento con una cerbatana, la culpable del guijarro que le había dado por detrás a Astor.
De otro arbusto salió otro más, muy alto y delgado. El grandullón, Laurent, estiró la mano verticalmente y lanzó una pequeña llamarada que alcanzó cinco metros de altura; y a continuación la hizo desaparecer al instante.
-Suficiente, la habrán visto. - dijo Debria, y se giró hacia Zoe- Terminad con ella.
La cabeza y el corazón de Zoe iban a mil por hora. Miró a los dos hombres, y supo que no tenía ninguna oportunidad contra dos a la vez, o tres, si Debria se les unía.
Luego miró a Astor. Seguía KO, pero la chica pudo advertir un leve movimiento en sus párpados. Quizás no tardara mucho en despertar.
Tenía que hacer tiempo.
-Si me vas a matar, al menos ten el coraje de hacerlo tú misma. -su voz cortó el silencio, segura y firme.
-¿Perdón? No necesito mostrar mis habilidades contra ti. - le escupió Debria.
-No, lo que quieres decir es que no puedes mostrarlas contra mí. Perderías. Aunque desde la derrota en la guerra ya te habrás acostumbrado, supongo.
Sus palabras causaron el efecto deseado. Debria se volvió hacia ella con los ojos llameantes.
-Está bien, Helada. Acepto. Pero esto solo demuestra más la estupidez infantil humana de arriesgar la vida por amor.
-Si sentir es nuestra debilidad, también es nuestra fuerza. Aunque, creeme, no lloraré si te mato.
-¡Laurent, Philos! Coged y apartad el cuerpo de Astor. No quiero que nadie me interrumpa en esto. -entonces se dirigió a Zoe, fulminándola con la mirada- Disfruta de tus últimos minutos viva, Helada. Después, tu leyenda solo existirá en los libros.

Chan cham chan!!! Apuesten, señores.¿Le habrá llegado ya la hora a Zoe?

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