47. Sin borrar

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Cuando Astor dijo eso y concluyó el relato, Zoe quiso decirle que era una historia triste y complicada, pero sin embargo no entendía por qué no había sido capaz de contárselo.

No obstante, en cuanto vio con claridad la cara del chico, se arrepintió de haberlo pensado siquiera. Sus bonitos ojos del color del ámbar estaban hundidos en sus cuencas, y la mueca en su rostro expresaba lo cansado que estaba, lo presionado que se sentía y lo que dolía recordar que en algún momento él había sido un tonto enamorado. 

Zoe pudo ver que esa llama no se había apagado aún, y eso era lo peor. Astor no miraba a Debria sin más, sino que le costaba aguantarle la mirada y enseguida se le notaba que en su mente los recuerdos de su amor aún refulgían.

-Eso es todo, Zoe. -masculló Debria con voz fingidamente tierna, acercándose a Astor - Puedes marcharte. 

Su voz suave la atravesó como el más duro de los aceros. Días atrás había querido alejarse de Astor, y ahora no creía que eso fuera el fin de su relación y de todo lo que eso implicaba. Pero aún más le dolió no oír ningún '¡No!' o '¡Espera!' de parte de Astor.

-Siento lo que pasó Astor. Lo siento. -sollozó Zoe- Y siento haber insistido, pero me preocupaba por ti. Quería ayudarte como tú siempre me has ayudado a mí.

Pero Astor ni siquiera la miraba. Y mientras Debria dió un paso adelante para abrazar al chico, ella retrodeció dos inconscientemente. Lo había perdido. No, no, no podía ser...

-No te pido que vuelvas a amarme, porque sé que te hice daño y que no te lo merecías. -dijo entonces Debria- Te pido que vengas a luchar con nosotros, porque esta vez es la definitiva. Somos el doble que la última vez, todo Rojo en la Tierra está ahora ahí, esperando la señal para rebelarse. No tienes ni idea de las colonias de Rojos que encontramos en África, o en el sur de América. Somos imparables, Astor.

Solo entonces él intervino, con palabras huecas y confusas:

-No me gusta matar, ni pelear contra gente que no conozco. No le veo sentido.

-Ahora no, Astor, pero yo y tu orgullo sabemos que si los Rojos ganamos, te arrepentirás eternamente de no haber estado ahí. -continuó, Debria, implacable- Además, no te estoy proponiendo que te unas como uno más, sino como un líder. Tienes poder y carisma, Astor, te seguirán y te protegerán a la muerte. Nadie va a volver a traicionarte, de eso me ocupo yo.

-Necesito pensarlo mucho, Debria. Vuestro ejército no puede esperarme tanto tiempo.

-¿Entonces, te lo estás planteando?

De pronto la voz de la chica adquirió un tono que no le gustó nada a Zoe. Debria era condenadamente persuasiva, incluso ella se había quedado paralizada con sus ofertas. Ella no podía darle un ejército y la gloria a Astor. No podía darle ni besos.

'No, no, no, di que no, por favor...' suplicó Zoe para sus adentros.

Astor asintió de manera ligera, contra todo pronóstico, y entonces todo se fue al traste. En una décima de segundo, una piedra -o eso le pareció a Zoe- salió de la nada y fue a parar con una trayectoria fríamente calculada a la cabeza de Astor. El chico cayó al instante, le había golpeado en la sien con mucha fuerza. 

-¡Astor! -Zoe corrió en su ayuda, pero Debria se interpuso en su camino. Con una sonrisa desquiciada, movío en brazo entorno a ella y al cuerpo inmóvil del chico, y al instante, una barrera de fuego se creo entre ambos y Zoe.

-¿Crees que te tengo miedo, maldita mentirosa?

Zoe nunca, nunca, nunca jamás había estado tan furiosa, y no dudó un instante. Estiró las manos hacia la cortina de fuego y una ráfaga de hielo la hizo desaparecer por completo.

-¡Maldita cobarde! ¡Me enviabas a mí las cartas, y no a él!

-No lo entiendes, humana. -escupió Debria-  La foto era del  bar donde Astor, yo y el resto de nuestro grupo íbamos siempre. Te pedí que le preguntaras e insistieras, y aquella noche mis espías me informaron que Astor estuvo a punto de mandarnos una carta para ver si nos reencontrábamos. Finalmente te di la carta, en la que ya te imaginas lo que ponía. Y es gracias a eso que ahora lo he medio convencido. Así que mejor reservate esos insultos para otra persona.

La Helada notó el rubor en sus mejillas por haber sido tan tonta y haber hecho caso a las cartas de Debria como una ingenua.

-Estoy harta de ti, Helada, y de todos los mitos que circulan sobre ti. -le espetó con asco-Se planeaba capturarte y venderte a cambio de... no te imaginas cuanto. Pero hemos cambiado los planes, y vamos a matarte para que no molestes más. Hasta nunca, Helada. Le diré a Astor que el grupo de Azules que nos atrapó, del que conseguimos huir a duras penas, te mató sin saber el poder que en realidad albergabas. Creyeron que eras una simple e inútil... humana.

Y ahí tenéis a uno de los personajes más retorcidos que nunca se me ha ocurrido. Me encanta, en verdad. ¿Matará a Zoe? ¿Astor bajará de su ensoñación? ¿Habrá -de una maldita vez - un condenado beso? Espero que hayáis disfrutado este cap más larguito, gracias por leerme!

Aviones de PapelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora