49. Corazón roto

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Zoe chilló cuando el fuego de Debria impactó contra ella sin previo aviso. Sintió como se le quemaba la piel y como le ardían los huesos. No obstante, solo sirvió para alimentar su ira. Profiriendo gritos de dolor, lanzó una ráfaga veloz de puntiagudos pedazos de hielo. Debria no los vió venir y no le dio tiempo a detenerlos.

'Punto para mí' pensó Zoe.

Sin esperar a nada, se acercó a la pelirroja y empezó a bombardearla con más y más hielo. Zoe parecía una fuente inagotable de poder, incluso ella misma estaba sorprendida. Debria gritó algo poco bonito y volvió a la carga. Creó un escudo de fuego entre ella y el hielo de Zoe. Cuando los poderes de la Helada tocaban el fuego, se derretían sin remedio. 

Pero Zoe jugaba con ventaja.

En primer lugar, sus emociones estaban en un caos incontrolable, y eso la hacía imposible de parar. Y en segundo lugar, estaba rodeada de nieve. No se lo pensó dos veces.

-Esta va por Astor. -murmuró.

Debria observó asustada como los ojos de Zoe se tornaban igual de azules que el hielo, imposibles de mirar. Su piel se volvió más blanca y entorno a ella, la nieve comenzó a girar en un torbellino frenético. Su contrincante deshizo la barrera de fuego para pasar al ataque, pero sus bolas incandescentes se esfumaban en cuanto llegaban a la Helada.

Toda la nieve de su alrededor empezó a moverse también, y a añadirse al hechizo de Zoe. 

En ese momento, pudo ver la desesperación en los ojos llameantes de Debria y supo que no le iba a dejar salirse con la suya tan fácilmente.

-¡Laurent, Philos! -gritó Debria- Terminad con ella. 

Sus palabras sonaron en los oídos de Zoe como una sentencia de muerte. Al instante, el sentimiento de amor hacia Astor y la furia con la que defendía su relación pasó a ser miedo. La seguridad del hechizo también se esfumó, y toda la nieve cayó de nuevo en su sitio. Volvía a ser Zoe la inútil humana.

-Pero-pero era un combate entre las dos. -farfulló- No tienes honor, ni vergüenza, ni poder...

-Quizás no. -replicó Debria, con voz potente- Pero sigo viva.

Y en ese momento los dos gigantones prendidos en llamas corrieron hacia ella, desenfundando sus grandes lanzas.

-Te quiero.- fue lo último que dijo Zoe antes de cerrar los ojos a la espera del golpe.


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