37. Decisiones

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-Te tengo que decir algo.
Astor se alarmó en cuanto Zoe lo dijo.
Sabía lo que le iba a decir.
-Me arriesgo.
La respuesta de Astor fue clara y tajante:
-No.
-Me da igual lo que me pase, Astor. No me puedes proteger eternamente. Piensalo. ¿Que me sale más a cuenta, si besarte y morir después, o vivir más tiempo sin una relación en condiciones y tarde o temprano terminar muerta por otro del Clan? Antes prefiero que sea por ti. Mi condición de Helada no cambiará, Astor. Nunca.
Y entonces sucedió algo que hizo que a Zoe se le pusiera la piel de gallina.
Una lágrima roja recorrió la mejilla de Astor.
-¿Pero y si te pierdo? No soy capaz de seguir sin ti. -apenas dijo nada más porque le fallaba la voz.
-Claro que puedes. Y lo sabes. Además, no hay otra Helada, pero si hay otras chicas.
-No las hay.
-¿Puedes intentar hacer esto más fácil? ¿No lo entiendes? O muero besandote o me matarán tarde o temprano unos completos desconocidos. ¿Tú que elegirías, eh? Vamos, respondeme. ¿Que elegirías?
Astor bajó la mirada mientras se mordía el labio. Le temblaban las manos.
-Responde.
El chico no sabía que hacer, tenía demasiadas cosas en mente y demasiados cables sin atar y demasiado cariño a Zoe como para tomar la decisión.
-¡RESPONDEME!
-Zoe, sólo -tomó aire- sólo te pido un mes. Para que lo pienses bien. Una vez pasado ese mes, te besaré si eso es lo que quieres.
-Prometemelo.
-Te quiero.
-Y yo a ti. Pero prometemelo.
-Te lo prometo.
Zoe esbozó una sonrisa leve y susurró:
-Te quiero.

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