Aviones de Papel

1.Gray

Gray cogió el bolígrafo y escribió la dirección.

-¿Pero sabemos seguro si está cautiva? -preguntó Hella a su lado.

-No. Pero el mero hecho de que esté tan cerca de uno, y que haya tanto Rojos como Azules merodeando por la zona quiere decir sin duda que está en peligro.

-¿Y qué pretendes hacer? ¿Ir a buscarla? ¿Y si se mueve de allí?

-La próxima vez que tengamos la suficiente energía como para localizar a los nuestros será en unas semanas. Quizás en unas semanas esa chica esté muerta. -la decisión de Gray era inamovible.

-De acuerdo. 

-Deberíamos partir en un pequeño grupo, cinco o seis como mucho...

-Tú no irás. -le cortó ella. Su relación no era ningún secreto.

-¿Y quién sino? De los cuatro líderes, Enzo está perdido,y Dalia y los suyos abandonaron.

-Iré yo. -Gray quiso replicar, pero esta vez la que se impuso fue ella- Aquí necesitan a alguien fuerte y estable, todos confían en ti como líder. Partiré con los hermanos Oleson y alguno más. Ese pueblo cae a casi ocho horas en coche, pero tenemos que viajar por carreteras secundarias o podrían descubrirnos...

-Por carreteras secundarias tardaréis bastante más, incluso el doble. 

-Eso da igual. El viaje es lo de menos. El principal problema es entrar al pueblo sin que ninguno de los ígneos nos detecte o nos encuentre; y por supuesto, librarnos del Rojo que la tiene presa en una casa. 

Gray alzó la vista al cielo. Era una mujer joven pero valiente.

-No te preocupes, en una semana estaremos de vuelta. -le susurró Hella, acercándose a él.

Él la abrazó y tras unos segundos habló de nuevo:

-Más vale que sea ella. Si los Ígneos terminan por descubirnos, la necesitaremos.

Hella asintió mientras miraba como la nieve se movía sola entorno la mano de Gray. Antes sólo formaba figurillas absurdas, pero en aquel momento no hacía más que terminar en picos afilados de hielo. No era buena señal: los tiempos de calma, seguridad y anonimato estaban llegando a su fin, al igual que el invierno.