Aviones de Papel

5. Nuevo hogar

A Astor no le gustó nada de nada el pueblo de los abuelos de Zoe. Si el de ella ya era frío; este lo era tres veces más. Era imposible pisar nada que no estuviera nevado, e incluso él, dada su condición, estaba muerto de frío. Por primera vez en su vida, Astor estaba tiritando.

Los abuelos de Zoe resultaron ser la típica pareja de abuelos. Sin más; aunque si Astor tuviera que decir algo sobre ellos, insinuaría que no les cayó demasiado bien.

Después de cenar, Zoe propuso ir a dar un paseo. Astor no se lo negó, aunque no le apetecía nada salir y alejarse del fuego de la chimenea. Caminaron un buen rato, hasta que se las lucecitas del pueblo fueron puntos a lo lejos.

-Ya hemos ido suficientemente lejos, ¿no crees?

Zoe sonrió y se detuvo.

-¿Nos quedamos a ver las estrellas?

-Zoe... estar en un lugar tan frío como este, al lado de una chica de hielo y con el viento que hace... me estoy congelando. -confesó él. Zoe rió, aunque enseguida cambió la expresión en su rostro.

-Astor, ¿crees que podría aprender a controlar el hielo como tú el fuego?

-Ya lo has hecho; ¿no?

-No exactamente -Zoe bajó la cabeza- Sólo lo hice cuando estaba enfadada.

Astor la miró, pensativo. Tenía el pelo castaño volando sin sentido por culpa del viento, pero sus ojos no estaban ni un poco húmedos por el frío, ni su nariz roja, y ni sus mejillas coloradas.

-Es tan fácil como intentarlo. Vamos, puedes hacerlo. -dijo Astor, más ansioso por ver cómo era su poder y no por que a ella le hiciera ilusión.

Zoe se alejó un par de pasos, alargó los brazo se concentró en la nieve. Uno, dos, tres... pasaron varios segundos hasta que sucedió. Un mínimo movimiento, pero algo era mejor que nada.

No sabían que a poca distancia de ellos, Gray se levantaba de sopetón y tomaba la decisión de despertar a todos mientras gritaba ''¡Está aquí! ¡Está aquí''