Capítulo 14 (3): No el lugar correcto.

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Mi pequeño infierno de aquella noche empezó pasadas las nueve de la noche. Un chisme de, lo que estaba segura era un vendedor de drogas, un amigo de Chiara avisó de una increíble fiesta bomba universitaria no muy lejos de nuestro campus.

Así que técnicamente fui arrastrada por ella hasta allí, ya que yo era su tarjeta de crédito e identificación personal. Aunque de todos modos hubiera podido entrar sin mí, de hecho, para ingresar, ni siquiera tuve que decir palabra alguna.

En cuanto llegamos a la puerta, pasando por sobre toda la cola que nos abucheó, ella ya tenía su lugar prácticamente comprado.

Levantó su blusa y le enseñó sus casi no pechos diminutos a los guardias de la puerta, que incluso la toquetearon y cuando yo me negué a hacer lo mismo, les pasó una pequeña bolsa con polvo blanco misterioso en un intercambio repentino y magistral que pasaría desapercibido para cualquiera que no tuviera poderes sobrenaturales.

Para mi sorpresa, Ángeles ya estaba allí, guardándonos un par de lugares; le había pedido refuerzos, necesitaba sobrevivir aquella noche, sin ella no lo lograría. Para mi mucha, y aun más indignante sorpresa, ella no había ido sola. Su rencoroso hermano mayor la acompañó.

Mis ojos casi la partieron en dos cuando llegué a advertirme de su presencia, una que no pude pasar desapercibida ya que, con el va y ven del movimiento de la disco, yo había terminado chocando con él sin pretenderlo.

Ángeles solo vocalizó un "lo siento", seguía siendo tan trasparente que incluso podía ver su pasado reciente y a Edrei colándose con ella sin dejarle oportunidad, inclusive, en sus recuerdos, podía sentir la verdadera razón por la que su hermano estaba aquí; no era por protegerla como le dijo, sino por verme a mí.

Las noticias de mi ruptura con Jinx ya volaron como era digno de mi vida, la cual parecía ser de dominio publico. Él estaba altamente interesado en ser mi paño de lágrimas y mi consuelo en el despecho.

Cosa que no sucedería, ya que solo me separé de Jinx en concepto, no en el alma.

Edrei intentó dirigirme la palabra, pero antes de que fuera capaz de siquiera articular el inicio de una palabra, dos delgadas y muy pre-adolescentes manos lo sacaron de su lugar y lo jalaron hacia ella.

Chiara lo analizó con cuidado de pies a cabeza, sonrió de soslayo cuando le gustó lo que vio, luego le lanzó una de esas miradas malvadas dignas de ser perturbadoras.

Ella había fijado su objetivo.

Él era su presa.

Y no me gustaba lo que quería hacer en esa cabeza suya.

―Siempre he fantaseado con tirarme un negro,―le lanzó, directa, sin escrúpulos, al grano; puso la palma de su mano abierta sobre el pecho de Edrei, quien miró con extrañes a la atrevida chica de solo catorce años proponiendo un polvo.

Su mano empezó a deslizarse del pecho de Edrei, poco a poco, hacia abajo.

―Dicen que suelen tener un pene mas grande que los chicos blancos,―tanto Ángeles como yo miramos boquiabiertas como mi prima plantó su mano en la entrepierna de Edrei de manera repentina.

A él se le desorbitaron los ojos, como si realmente no esperara que ella llegara tan lejos. Tomé a Chiara del hombro, alejándola de él.

―Olvídalo ―advertí―, puedes cazarte a cualquier idiota, pero no dejaré que enredes al hermano de mi mejor amiga en tu cetro.

― ¿Por qué te importa? ―preguntó de manera engreída.

―Porque eres una niña,―repuse―; es ilegal.

Tormenta de antaño ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora