Capítulo 25 (1): Buenas nuevas.

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― ¡Arriba palomas enamoradas! ¡Tengo trabajo para ustedes! ―gritó Ángeles ingresando a la habitación de Jinx aquella mañana, sin previo aviso, de la nada.

Eso logró sacarme arrastrada de mis sueños, me senté alarmada de tan repentino aparecimiento.

Cuando mis dos primeras neuronas se despertaron y vi a Ángeles de rodillas al pie de la cama con dos cajas en manos, volví a derrumbarme sobre la almohada.

También había logrado despertar a Jinx, pero él se limitó a cubrir su rostro con sus brazos.

― ¿Y bien? ¿Que tal el sexo de reconciliación? ―Ángeles se hizo rebotar en el colchón de la cama, Jinx me levantó su brazo de sus ojos para mirarme, yo le pedí perdón con la mirada.

―Sin sexo, te dije que no lo harían.―Cid cayó de rodillas al lado de Ángeles, se miraron y ella encogió sus hombros.

― ¿Que hacen ustedes aquí? ―preguntó Jinx, aun con su voz a medio encendido.

―Ah si, el arranque de Hënë de hace dos mañanas hizo que me expulsaran de la residencia ―anunció Ángeles.

― ¿Qué? ―volví a sentarme alarmada, no podía ser.

―Estábamos medio desnudos en el pasillo, así nos tiraste afuera, ¿que esperabas? ―reprochó Cid.

Torcí la boca, es cierto, era completamente mi culpa.

―Lo siento ―gemí.

―No, tú y tus millones nos encontrarán otro lugar,―amenazó Ángeles directamente―. No suelo ser interesada, una amiga interesada, pero debido a que es tu culpa y esa beca era mi única esperanza de estudiar aquí, tendrás que solucionarlo.

―Lo haré, lo haré ―canté.

―Necesito ayuda para sacar mis cosas, y las tuyas, de la habitación,―Ángeles se deslizó fuera de la cama y dejó la caja en el suelo.

― ¿Puede ser mas tarde? Le prometí a papá que regresaría, necesita hablar conmigo de algo importante, no sé que, solo me hizo asegurarle que iría,―pedí y exhalé para luego mirar a Jinx―. Quería que vinieras conmigo.

― ¿Enserio? ―preguntó Jinx, yo asentí.

―No hay sexo pero si irá a conocer a sus padres ―gruñó Cid.

―Tú,―señaló Ángeles a su novio―. Cállate, y ve a traer mas cajas.

―Si cariño ―recitó y obedeció inmediatamente.

Jinx se echó a reír, por lo que percibía de su mente y energías, era la primera vez que Cid estaba domado.

―Dile a los chicos que te ayuden con la mudanza, Adam puede quedarse en el bar ―sugirió Jinx.

― ¿Realmente confías en ese flacucho? Yo no lo haría, dejará que el bar se vaya a la mierda porque jamás suelta el control remoto de la televisión. ¿Alguna vez lo has visto hacer otra cosa? ―objetó Ángeles.

Ella tenía razón, Adam siempre estaba al lado de la caja registradora, con el control remoto hacia el televisor, no dejaba de pasar los canales.

¿Cómo podía de ver televisión de aquella manera?

―Sólo pídele a los chicos que te ayuden ―repitió Jinx.

Ángeles levantó su pulgar en alto, hizo un guiño y salió del lugar.

― ¿No te molesta conocer a papá verdad?

Jinx tomó mi mano, suspiró y me sonrió.

―Es importante, no podría estar más aterrorizado, pero estaré encantado.

Tormenta de antaño ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora