Capítulo 10: La quinta cita.

37 4 2
                                    

Por extraño que pareciera, tan anormal como se escuchara, imposible como se creía.

Yo...

Ese sábado...

Hacía mi tarea. Así es, Hënë Lissen estaba haciendo su tarea.

¿Por qué?

Porque esa noche era el baile de bienvenida a clases, por cierto, bastante tardío. Había algo que yo haría antes de asistir a un ridículo baile escolar: Haría mi tarea para el hogar. Así que ahí estaba yo, una noche de Octubre, con mi carpeta en mano respondiendo preguntas sin siquiera buscar la respuesta. Ya sabía todo lo que necesitaba saber.

En un cambio de posiciones era Ángeles la que se hallaba frente al espejo dejando los últimos toques de preparación antes de irse al baile. Yo le pedí a mamá ayuda con el vestido para Ángeles, ella incluso preparó uno para mí como si yo realmente fuera a asistir.

Está bien, asistía a los bailes, los desfiles y todas esas fiestas populosas y exageradas de Stil dhe Shndrit y Bestemming models & desings, pero era algo de familia, era algo nuestro, eso que no podías perderte u ofenderías a tu familia. Era algo de mí, con ello crecí y la mayor parte de mi vida giró entorno a ello los primeros diecinueve años, era mi hogar.

No estaba allí por el estilo, la moda, los famosos y el dinero, la buena apariencia o los contactos. Iba allí porque las personas mas importantes de mi mundo estaban ahí, porque esa era su vida y yo debía apoyarlos en ello, porque los amaba.

Pero en ese baile no habría nada ni nadie esperando por mí, Ángeles iría con el amigo de Jinx, no me necesitaba.

Sus ojos estarían en un solo lugar toda la noche...

En Cid.

― ¿Qué tal? ―preguntó Ángeles, esponjando la falda no esponjosa del vestido de seda que mamá le regaló.

―Hermosa, él caerá rendido a tus pies esta noche ―sonreí, mirándola.

El vestido celeste como el cielo hacía brillar su piel oscura, le daba vida.

―Eres un ángel caído del cielo Hënë.―Se dejó caer a mi lado en la cama, haciendo saltar mis libros―. La mejor compañera que podré tener.

―Esa soy yo.―Reí y me señalé a mi misma con mi pluma.

― ¿Qué harás cuando me vaya? ¿Irás a ver a tu novio? ―preguntó, me lanzó una de esas miradas maquinadoras e insinuantes llenas de perversidad y broma.

―Mi no-novio tiene que trabajar; no puede tomarse todas las noches libres por mí.

― ¿Por eso no lo invitaste al baile como lo sugerí?

― ¿Crees que un chico como él querría asistir a un tonto baile de bienvenida?

―Un chico como él irá al tonto baile conmigo ―insinuó, refiriéndose a su fideo, digo, a su galán.

―No me gustan esos bailes ―refuté―. ¿Por qué habría de arrastrar a Jinx conmigo a algo que ni siquiera me agrada? No tendría por qué ir conmigo de todos modos, que hayamos salido varias veces no lo hace responsable de acompañarme.

―Han salido por un mes, se miran como tontos, se besan como pajarillos de amor. ¿Aun dices que no es tu novio? ¿Qué son entonces?

―Seguimos siendo amigos.

―Amigos con derecho ―bufó Ángeles―. Es mi quinta cita con Cid ―expresó luego, y me miró con nerviosismo.

―Uhm, el sexo―insinué burlándome de ella.

Tormenta de antaño ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora