Capítulo 26 (2): La rata.

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―Un poco más, si, un poco más ―gritaba Ángeles con su cabeza fuera de la ventana y su cuerpo dentro.

―Sigue viéndose horrible ―se quejó Evie.

― ¡Dije que un poco más! ―gritó Ángeles casi haciendo gruñir su garganta de manera salvaje.

Tuve que reírme en ese momento.

― ¡Estoy intentándolo! ―gritó Cid desde el techo, en tono de reclamo y algo ofendido.

― ¡No está funcionando! ―remató Ángeles, prácticamente haciendo grutales como toda cantante de Sreamo.

―Tienes razón, no está funcionando,―apoyó Evie sin despegar su mirada de la televisión, en la cual solo era posible ver siluetas entre un mar de muchas hormigas.

―Quizá si se sube al árbol ―sugerí.

― ¡Dice Hënë que te subas al árbol! ―gritó Ángeles como Eco.

Sonreí de medio lado, yo estaba sacando algunas cosas de cajas, rellenando espacios vacíos con nuestra basura.

― ¿Alguien me recuerda por qué estamos haciendo esto? ―preguntó Cid, yo lo escuchaba caminar sobre el techo, prácticamente sobre mi cabeza.

―No instalarán el cable hasta dentro de dos semanas ―gritó Jinx, que aun estaba sosteniendo la escalera por la que Cid subió al techo.

Akram estaba en la cocina reparando la instalación eléctrica del refrigerador, de verdad que el diablo sabe mas por viejo que por diablo.

De pronto se escuchó un estruendo y posteriormente un bulto negro cayó del cielo, luego lo escuché gemir de dolor.

Dejé mi caja para salir al jardín, entonces vi a Cid tendido en el suelo, sobre su cara.

― ¡Perfecto! ―gritó Evie desde adentro.

Entonces Cid levantó su brazo con el pulgar en alto.

Lo que llamó mi atención fue la manera con la que, gracias a su golpe contra el suelo sus alas se divisaron ligeramente, como en corto circuito.

Era al segundo de los cinco chicos a los que le miraba las alas. Sin embargo, no fue lo único que noté, al otro lado de la baranda del patio estaba el rostro pasmado de mi vecino andrajoso.

Su ojo incluso tuvo un tic tras ver distinguir lo mismo que yo, el ir y venir intermitente de las alas traslúcidas de Cid.

Leí su mente, no podía creer lo que veía, pero estaba seguro de que nadie le creería; luego de un tiempo su fama de persona mentalmente perturbada se extendió por el barrio, ya nadie le prestaba atención realmente.

Por ello decidí ignorarle, el hombre era inofensivo.

― ¿Estás bien? ―Jinx lo ayudó a dejar el suelo, una vez que estuvo de pie, se estiró un poco y su cuerpo traqueó.

―No es que importe, morí hace mucho tiempo,―crujió su cuello y se sacudió como boxeador.

Lo miré con pregunta.

¿Había muerto?

¿A que se refería?

Jinx me miró, enserio me miró, su rostro se relajó, pero no de una manera que indica paz, sino neutralidad.

Él sabía lo que yo me estaba preguntando en ese momento.

―Es una larga historia,―tocó mi hombro.

―Cómo todas las que tienes para contar, las cuales se están acumulando ―gruñí molesta.

Estaba harta de las preguntas sin respuestas, no quería más.

Un chillido, o mas bien grito extremo, resonó con fuerza desde dentro de la casa. Así que todos corrimos ahora hacia la sala de estar.

Evie estaba de pie sobre el sofá, mirando en todas direcciones sin enfocar ninguna.

― ¿Cual es tu problema chica? ―preguntó Ángeles, como toda una negra.

―Una rata,―señaló Evie, a todos lados, sin decidirse.

Todos los demás bufamos a coro, una rata no era nada para el resto de nosotros.

―Creo que el maquillaje la está transformando en una chica hueca,―susurró Ángeles hacia mí.

Yo le golpeé el hombro.

Evie volvió a gritar, prácticamente amenazando con explotar mis tímpanos.

― ¿Dónde está? ―preguntó Cid, armándose de pronto con una vara de metal para cortinas.

― ¡En la televisión! ―gritó y señaló.

Todos miramos hacia la televisión en sincronía.

―Chiara ―susurré.

Eran las noticias informativas.

―Sube el volumen ―gritó Ángeles arrancando el control remoto de las manos de Evie.

Yo la callé, esperando escucharlo aun con el volumen bajo.

Mi pequeña prima era custodiada y resguardada por una mujer de traje elegante y varios policías que la escoltaban en dirección al departamento de justicia.

Las cámaras estaban sobre ella, e intentaba cubrir su rostro.

El titular de la noticia:

"Blog pornográfico delata a hija de famoso abogado".

Al final de la nota Taze se hizo presente, los reporteros lanzaban preguntas sin piedad hacia él, como representante de una gran compañía que había recibido ataques como esos en el pasado, Taze no se inmutó.

―Me es lamentable que la juventud halla llegado a tales límites hoy en día; realmente me pesa esto departe de mi hijastra, amo a su madre y ambos intentamos criarla de la mejor manera. Creo firmemente en que no es nuestra culpa, ni de su padre, el que ella procediera a comportarse de esta manera deplorable. Cada hijo decide que camino tomar por su propia cuenta tarde o temprano, en caso de Chiara, fue demasiado temprano. Esperamos que lo que le espera ahora la reforme, aun está a tiempo de recuperar su vida, estaremos listos para apoyarla en cualquier momento. Gracias a todos por su atención,―declaró, luego se apartó de las cámaras, le vi tomar a Susan de la cintura y marcharse juntos.

Mamá y el tío Trey los siguieron, aunque también exigieron de ellos declaraciones, pero continuaron caminando.

―Chicos ―dijo Evie con un gemido.

La miré, aun de pie sobre el sillón con su rodillas tiritando.

―La rata enserio está en la televisión,―señaló sobre esta y, de hecho, allí estaba; negra y apestosa.

Akram apareció de la cocina, y sin que la rata lo pudiera evitar, él la levantó de la cola. Pero ella no hizo mucho, solo quedarse colgando, con sus patitas extendidas como si hiciera equilibrio.

―Ella es la culpable de que la instalación esté defectuosa,―señaló Akram.

―Pero es hermosa.

―¡¿Que?! ―gritó Evie con indignación, sin poder creer que me resultara bonita.

―Disculpa, pero amo los animales.

―No es un animal, es una rata ―reclamó ella.

―Es un oso ―dijo Ángeles, yo la miré con los ojos entrecerrados e ironía―. Horror-oso.

―Dámela,―pedí, Akram me miró con una ceja en alto, sin creerme. Exhalé y la tomé de su mano, me mortificaba verla colgando de su cola―. La bañaré, entonces será mía.

―No puede ser verdad,―dramatizó Evie, e incluso de dejó ir de espaldas, Akram tuvo que extender sus brazos y atraparla, mientras ella actuaba un desmayo falso. Fingió despertarse dejando sus manos hambrientas sobre el guapo vaquero electricista―. ¡Mi héroe!

―Te lo dije, el maquillaje le está quemando el cerebro ―insistió Ángeles―. Evie, Akram tocó la rata.

― ¡Deja de tocarme! ―entonces gritó horrorizada, y saltó de los brazos de Akram, prácticamente desplomándose en el suelo.

Tormenta de antaño ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora