Capítulo 16 (3): ¿Por qué?

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―Papá ―llamé desde el pasillo.

Hacía una hora que Ángeles, Evie y yo llegamos a casa de Bram y Tania; la prueba de vestuario para el desfile estaba hecha, ahora Ángeles comía como niño en desarrollo en la parte baja de la casa, Tania cocinaba y Ángeles comía. Mamá y Evie aun continuaban trabajando en su estilo y renovación. Así que yo decidí que era momento de buscar algo más que hacer.

Papá trabajaba en algunos asuntos técnicos y legales con el tío Bram.

Bram seguía siendo el dueño de la compañía, mamá y papá eran sus socios; sin embargo lo que realmente le interesaba a Bram era el aspecto práctico de la compañía, supervisar los diseñadores, trabajar en su propia linea, organizar los desfiles e incluso ser modelo. De modo que cualquier cosa administrativa recaía en papá, de hecho, él era el que llevaba el pleno control real de la empresa.

Era todo un ejecutivo ahora, contrario a Bram y a mamá, a él no le interesaba en lo absoluto el ámbito práctico de la empresa que manejaba, ni las modelos, ni los diseños, ni pasarelas, solo papeles, dinero, negocios, tratos, contratos.

Tania solo actuaba como diseñadora una vez al año en esta época del año, su pasión era cocinar aunque no había hecho de ello el trabajo de su vida. Solo se encargaba de alimentarnos a todos nosotros, siempre y cuando estuviéramos en su territorio, Dusseldorf, ella nos preparaba cualquier cosa y estaba dispuesta a dejarlo en nuestras manos dónde sea que estuviéramos.

Bram bajó a merendar, pero papá se quedó arriba, así que era mi oportunidad de acaparar toda su atención.

―Pasa preciosa ―sonrió, yo me adentré en la habitación.

Tenía rato de no verlo así, vestido de manera informal, con vaqueros, camiseta, un abrigo, zapatillas viejas y cabello despeinado.

Odiaba ahora solo poder verlo de traje, en el trabajo, con corbata y saco.

Como acostumbraba a hacerlo, fui hasta él e invadí su espacio personal. Sentándome en su regazo y acurrucándome en su pecho. Desearía ser una niña aun para poder estar allí todo el tiempo.

―Te amo tanto ―lo abracé, él me rodeó con sus brazos, dándole un apretón a mi cuerpo.

―Yo te amo mucho más ―tomó mi mano entre la suya, permaneciendo así.

―Hay algo de lo que necesitaba hablarte; tengo de decírtelo porque entonces sentiré que fui una cobarde y ni siquiera lo intenté. Pero no importa si dices que no, lo entenderé ―advertí.

―Puedes decirme cualquier cosa, lo sabes ―aseguró.

Yo levanté mi mirada para verle mejor. Su atractiva nariz, su belleza masculina, papá y mamá debieron darme un hermano; esos génes no podían perderse solo en mí.

―Una noche empecé a buscar mis cuentos, ya lo sabes, me viste actuando como loca en mi habitación en casa. No los encontré y sin darme cuenta terminé en la vieja casa de Ilse y Héller. Todo está exactamente igual, mis viejas cosas siguen allí, todas las cosas de ellos continuaban intactas. Hablé con mi viejo vecino, al que le destruía el jardín; no me reconoció y me advirtió que no me acercara a la casa porque "está embrujada", dijo que por eso no lograron venderla así que en su lugar la demolerán. Me sentí muy mal, esa casa es parte de mí, yo estaba bien con que la vendieran y alguien más la tuviera; pero no con que la destruyeran ―expliqué.

―Lo entiendo, siento exactamente lo mismo por nuestra casa en Andhakära, por eso no dejé que Gareth o Josie la vendieran. Dejé mi alma impregnada en esas paredes ―admitió, yo asentí; esa casa había sido testigo del amor entre mis padres, también de su muerte y de muchas cosas más.

Tormenta de antaño ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora