capitulo 3

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Al entrar a la mansión, me encuentro con una gran fiesta, en la cual hay un montón de personas importantes. Bueno, la verdad no sé si son importantes, lo que si es que se ven muy elegantes.

Él amo me toma de la mano y me obliga a caminar, mientras él lo hace, luego de recorrer unos metros se para en frente de una pareja y los saluda con un beso en la mejilla a ambos.

—cariño ¿Quién es la afortunada?— agrega la señora, mirándome dulcemente.

El amo hace una mueca rara, que creó es de disgusto para terminar sonriendo.

— Es mi novia, Madison ¿no es hermosa? —agrega el amo con simpatía, olvidándose por completo de la golpiza de hace unos días.

La señora me mira y sonríe, se acerca y me da un beso en la mejilla — Hola, pequeña, eres muy hermosa, veo que mi hijo tiene buen gusto — Termina de decir con una sonrisa y se queda esperando una respuesta de mi parte.

Yo no sé qué decir ¿De verdad es su madre?, ¿Pero si ella es tan linda y dulce? Aunque físicamente si se perecen ahora que lo noto, tiene sus mismos ojos azules. Un pellizco hace que salga de mi trance y me dé cuenta de mi conducta poco apropiada.

— Hola señora — sonrió con timidez sintiendo mis mejillas calentarse.

— Es muy bonita hijo, cuídala mucho, y nada de señora, me puedes llamar Jazmín — agrega esta sonriente mirándonos a ambos. Mientras yo pienso en lo ingenua que es, me da pena que no sepa que su hijo es un demonio.

— Bueno, espero pasen una hermosa noche y disfruten la fiesta — agrega el que creó es el padre del amo.

—Sí, claro padre, ven Madison — habla mientras me toma de la mano algo brusco, y le sonríe a sus padres. Este tipo es mega bipolar.

Caminamos hasta una mesa gigante llena de comida. El amo se sienta en la mesa luego de saludar a varias personas y como siempre está el perrito faldero pelirrojo a su lado, me entran ganas de vomitar.

Empiezan a servir comidas súper raras,  así que decido no comer y solo beber de la copa de vino que me han servido.
Luego de un rato terminan de servir y van directo al postre. Es un bizcocho de chocolate, con fresas, pasas y glaseado de chocolate.
Empiezo a comer mi porción con devoción y el amo se voltea a mirarme con cara de desaprobación acto seguido quita el plato de mi vista.

—No quiero que engordes preciosa. — agrega mientras voltea su cara, y yo solo tengo ganas de echarme a llorar, no creo pueda odiarlo más.

Luego de un rato, empieza la música, el amo toma a una chica de la mano y no sé porque pero algo dentro de mí se revuelve. A parte de todo lo que me hace, también me deja tirada.

Estos empiezan a bailar al ritmo de la música que suena de la cual ni el nombre sé, es una música suave, así que aprovechan para hablar no sé de qué, solo los veo reír y disfrutar y unas ganas de desaparecer crecen en mi interior, mientras la madre del amo me mira con pena.

Mi estómago se empieza a revolver y mis lágrimas amenazan en salir. Me paro de la mesa y empiezo a caminar sin rumbo alguno.

Llegó a un gran patio trasero, donde no hay tanta gente, me siento en uno de los muebles que adornan este y sin previo aviso mis lágrimas caen sin poderlas controlar.
Siento como una mano acaricia mi espalda, y temo en girar la cabeza ya que de seguro es él, y no quiero que me vea así.

—¿Quién eres bonita? ¿Y quién es el idiota que hace llorar a una mujer tan hermosa? — Me doy cuenta por su tono de voz que es un hombre, pero no el hombre que esperaba.

— Madison — agrego con la cara entre mis manos, sollozando. — soy Madison Smells. — repito con afán ignorando su otra pregunta.

—¿Y porque llora una chica tan linda? — habla de nuevo mientras limpio mis lágrimas.

— Tonterías —en ése instante veo a mi amo acercarse a donde estoy con el joven, con cara de pocos amigos.

—¡Madison! ¿Amor estas bien?— dice el psicópata — si— logró articular un poco sorprendida por el apodo cariñoso.

El amo me toma de la mano, saluda al joven y me saca a toda prisa hasta el parqueo, en dónde me tira dentro del auto, de estar triste pase a tener miedo, no quiero que me haga más daño, es un monstruo. El camino a casa es silencioso y aterrador.

Llevo un rato en mi recámara, luego que el amo decidió mandarme a subir, junto con una cachetada.

Siento que azotan la puerta y veo que es él, un escalofrío recorre mi cuerpo y no puedo evitar empezar a sollozar.

— Hola Madison, esta noche te enseñaré cual es el castigo por hablar con extraños, claro luego de que me des mucho placer. No puedo creer que dure unos días sin poseer tú cuerpo y ya andes buscándome sustituto.

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Pd: En multimedia Mady

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