Miro por tercera vez mi reflejo en el espejo de la habitación de William, que ahora también es mía. Tengo claro que un hijo es la bendición más grande que se puede tener, pero también sé que no es el momento ideal, ni el amo la persona adecuado.
Si, trata a su hija como una princesa, la cuida y le da muchísimo amor es un padre encantador, pero, ese encanto solo se le puede ver cuando esta con ella.
Tengo miedo de que rechace a mi bebe, de que no lo quiera, de que no sea un buen padre con el o ella solo por ser mi hijo o porque no fue deseado de su parte. Tengo miedo a que lo haga una sombra, volviéndolo tan infeliz como lo soy yo.
Me miro por última vez, antes de bajar con William, Samanta y Molly, Estoy cubierta con un vestido de vuelo negro con encaje en la parte de la espalda.
Odio estar con Samanta, nunca pierde tiempo para insinuársele al estúpido ese aunque el casi nunca se inmuta en mirarla. Tengo miedo de ella ahora, no sé si ya sabe del bebe, y tampoco si quiere hacerme daño.
Bajo las escaleras un poco insegura, no sé como pero tengo que buscar una forma de escapar, quiero ser libre, ahora que estoy embarazada es el mejor momento William bajara la guardia pensando que esto es lo último que pasa por mi cabeza, debo hacerlo no tan solo por mi si no por esa criatura inocente que estará aquí quizás en algunos meses. Pero me da muchísimo miedo, no tengo a nadie afuera, no sabría a dónde ir, siquiera se cómo es el mundo real, siempre he vivido dentro de cuatro paredes.
— Hasta que te da la reverenda gana de bajar, ¿sabías que se cena con reservación? —Ríe irónicamente — de seguro que no, eres una naca, no sé qué mierda te ve William.
Me Contengo antes de decirle un par de cosas a esa golfa, no quiero más problemas. Respiro profundo y paso por su lado, camino hacía donde están Molly y su padre y vuelvo a respirar profundo para contener las náuseas antes de saludar.
—Buenas noches amor — la última palabra la pronuncio con desagrado, lo que lleva a que él estúpido me mire con desaprobación, y estampe de pronto sus labios con los míos, lo que me provoca nauseas las cuales trato de disimular. Se separa de mi con una sonrisa de autosuficiencia, y toma mi mano con delicadeza mirándome a los ojos.
Odio a William, como jamás he odiado a nadie y tratare de cobrarme cada una de las que me hace no sé como pero lo haré y empiezo esta noche, estoy harta de ser un puto florero.
Estoy dispuesta a luchar, por mí, por mi hijo, por nuestro futuro, me importa que caiga quien caiga.
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Te Pertenezco (Editando)
RomanceMadison Smells y Madelaine Gruh tienen en común dos maldita cosa, ambas son pelirrojas y ambas son el capricho de un hombre roto y perdido. ¿Qué final puede tener una niña que fue abandonada a sus 3 años en un orfanato, con tan solo un peluche de f...