capitulo 6

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El amo me tomo de la mano suavemente, y por primera vez me llevo fuera del lugar a admirar el hermoso jardín, quizás su conciencia no lo deja vivir pienso, y una sonrisa maliciosa sale de mis labios, ojala y ya me deje en paz.

Luego de caminar a lo largo de un sendero de rosas rojas, a lo lejos observo una gran mesa de madera, con varios tipos de comida, desde carnes, hasta pasteles, y pienso en mi martirio ya que no puedo disfrutar mis ricos postres.

Tomo asiento dónde él me indica y de inmediato mí vista se dirige a los presentes, el imbécil con su figura implacable, fría y elegante, una chica de pelo rubio la cual presiento buena no es y una niña pelirroja demasiado tierna y hermosa, realmente hermosa.

Rato después la niña estaba bastante concentrada devorando una manzana sin fijarse en mí, mientras que el imbécil se encontraba comiendo elegantemente su asado, la rubia estaba atenta a su móvil de color blanco y con cada movimiento que hacia me intrigaba más.

¿Quiénes eran ésas personas? ¿Acaso vivian aquí y ni cuenta me había dado?

De repente todas las miradas se posan en mí de forma acusadora.

— Señor Smith, aquí está la limonada que me pidió, con su permiso — termina de decir Cristina, mientras el imbécil de mi amo hace unos gestos con su mano, indicándole a la mujer que se puede retirar.

—Madison, toma asiento correctamente por favor. —habla el ogro sacándome de mis pensamientos. —  Y ponte a comer de inmediato, no quiero hacer sentir incomoda a la invitada.

Dicho esto, una empleada apareció, sirviendo un poco de ensalada y carne en un plato de porcelana, para colocarlo delante de mí.

—papi, ¿Quién es ella? — la pequeña pelirroja centra su mirada en mí, por un momento mi respiración se para, mi mente se pone en blanco y un escalofrío recorre mi espina dorsal, esa mirada inocente, sus ojitos azules, sus pecas, y su cabello pelirrojo la hacen lucir como un ángel, esto es imposible.

¿Ese monstruo tenía una hija?

¿Con quién, a qué mujer se le ocurre ser madre darle un hijo a este egocéntrico?

Le hubiese encantado poder preguntar y satisfacer sus dudas pero no podía, era como un lujo más de aquella casa sin voz, ni importancia solo un objeto más, y eso ya lo tenía bien claro, como para ganarse otra golpiza por ello.

Su trabajo era satisfacer, bien se lo habían enseñado las monjas a punta de maltratos y días sin comer, lo mejor era mantener su boca cerrada y caminar detrás de su amo como el perrito faldero que era, aunque no quisiera. Si quería escapar de ese infierno debía ganar su confianza, no iba a dejar que el fuego la consumiera, ella no se merecía eso ya bastante había sufrido.

¿Pero, como escapar del dolor si es lo único que conoces?

Debía demostrar fortaleza, como su madre le dijo antes de morir, ella era un ángel y los ángeles siempre les ganaban a los demonios. Lo que no sabía era que él era el Diablo.

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P.d.: Molly en multimedia.

Te Pertenezco (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora