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Narra el amo

Me paso todo el día durmiendo junto a Madi luego de que llegamos a casa, esta mujer tiene algo que me desquicia y tengo temor de descubrir que es.

Despierto a la hora de la cena, me levanto de la cama con pesar y camino hacia el baño, me quedo parado en el lumbral de la puerta mirando cada movimiento que hace en la ducha, se ve tan sexi.

Cuando sus ojos captan mi presencia camino hacia ella como un león a punto de atacar a su presa, pongo una sonrisa ladeada mientras me quito el bóxer, mi miembro no tarda en salir disparado tan ansioso de entrar entre sus piernas, como mi boca de tener sus pezones rosados.

Madison no pierde tiempo y me espera justo en la orilla de la ducha, la alzo con cuidado para no hacerle daño al bebe, y rápidamente envuelve sus piernas alrededor de mi cintura, por lo que un gruñido sale de mis labios, la deseo tanto.

La agarro de las nalgas para que no se caiga, y con algo de brusquedad me lanzo a devorar sus ricos labios, no pierdo tiempo y mientras el agua de la ducha cae sobre mis hombros, meto una de sus tetas a mi boca, succionando su pezón, provocando que se ponga duro como me gusta, sus gemidos no se hacen esperar, a esta mujer le encanta estar chillando, y esa mierda me vuelve loco totalmente.

Dirijo mi miembro a su entrada la cual está bien resbalosa por sus jugos, pienso en cuanto me gusta probarlo y con ese pensamiento me termino de introducir en ella, Madi agarra mi cabello con fuerza, mientras chilla mi nombre, provocando que mis movimientos sean más rápidos y termine de correrme junto a ella, mientras sus pezón aún está en mi boca.

—¿Quién te dio permiso de llamarme por mi nombre? —Hablo mientras salgo de ella y noto su cara de sorpresa, la cual me da ganas de seguírmela comiendo a besos.

— Pe... perdón amo, no volverá a pasar —responde en un susurro — Espero no se vuelva a repetir.

La miro sin expresión alguna, observando atentamente cada uno de sus gestos de pánico y confusión. Suspiro sin poder evitarlo y me concentro en enjabonar la esponja para pasarla suavemente por sus senos, su abdomen, sus brazos, cuello y piernas.

—Voltéate — Agrego mirando sus ojos verdes.

—Como ordene amo – habla rápidamente ligando las palabras.

Vuelvo a enjabonar la esponja y la paso por su espalda, me entretengo un largo rato ahí y un recuerdo llega a mi mente. Fueron tantas veces que hice esto con Madeleine. Suelto un suspiro mientras enjabono mis manos para poder lavar sus labios vaginales y su rico culito, me detengo en su ano donde duro un buen rato limpiando, para luego entrar uno de mis dedos con delicadeza, escucho un jadeo que sale desde el fondo e la garganta de Madi, y una sonrisa perversa se dibuja en mis labios, esta niña y yo tenemos muchas cosas que probar, eso me lo deja bien claro cuando arquea su trasero en busca de más.

Y si más quiere, mucho más le daré.

Te Pertenezco (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora