capitulo 7

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—Es mi novia pequeña Molly — habla con seriedad mi amo, al parecer a su hija la idea de una madrasta no le agrada para nada según la su expresión de ira.

—Pero papi, mi mami era tu esposa — sus pequeñas mejillas se ponen de un tono carmesí en menos de un segundo.

—si cariño, pero ahora ella no está con nosotros — su suspiro se escucha por todo el jardín. — ¿Recuerdas Que ahora es un ángel? — habla con un tono en su voz que para mí no resulta nada tranquilizador, no dudo que la haya matado. Este hombre está loco.

— ¡sí! —una sonrisa aparece en el rostro de la niña que no deja de mirarme con recelo, sin saber que por mí su padre se puede desaparecer — mi mami era muy hermosa verdad papi. —dice agitando su pelo con superioridad, esa niña no puede negar de quien es hija.

— sí, hija, era una mujer demasiado hermosa —una pequeña sonrisa de lado aparece en su rostro — pero ahora debes comer.

El mundo de Madison, dió un giro de 75 grados cuando se enteró de la noticia, Pero cuando escuchó qué dijo que su ex esposa era hermosa, se sintió peor. Esa niña había logrado su cometido hacer sentir en el piso a la novia de su padre, o buen a la que creía era su novia, La mujer se parecía mucho al recuerdo de su madre cosa que le resultaba desagradable, no quería que su padre le buscara una copia, tampoco quería que esa nueva novia tuviese hijos y fuesen más lindos que ella, y su padre y abuelos los amaran más, además si eso pasaba esos niños iban a tener madre y ella no tenía a nadie más que a su tía Samanta la cual ni caso le hacía a menos que su padre estuviese cerca. Odiaba a todas esas víboras, si tan solo su madre estuviese con ella todo sería diferente, no podía evitar odiarla por abandonarlos, pero había pagado en aquel accidente junto al hombre con el cual quería reemplazar a su padre.

La comida transcurrió de manera tranquila después de ese incómodo momento, Pero de la mente de la niña no salía la cara de Madison, esa mujer no le agradable.

Al terminar el almuerzo, el imbécil aquél, tomo a la pelirroja de la mano y la llevó un poco lejos.

—Molly es mi hija, tiene 10 años, quiero que la trates bien siempre, se vendrá a vivir con nosotros, junto a su tía Samanta. —suspira — no quiero problemas Madison, no dudaré en lastimarte si desobedeces. Mi hija es mi tesoro más preciado y todo el que atente contra su felicidad se vuelve mi enemigo.

Unas inmensas ganas de llorar se apoderaron de ella, estaba ahí delante de ese imbécil, que había abusado de ella, la había maltratado y además de todo, la humillaba cada vez que quería.

Pero por una extraña razón no podía odiarlo como ella quisiera y eso más que molestarle le creaba una inmensa curiosidad. ¿Acaso defendería a sus hijos así?








P.d. Samanta en multimedia.

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