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Me despierto a dolorida por la noche de "pasión" que tuve con James, ese hijo de puta, pienso mientras siento cada uno de mis músculos tensarse. Doy un leve suspiro mientras me repito mentalmente, todo es por Marlene.

Me ducho con agua tibia pensando en los cachetes de mi hija. Lo único que me mantiene aquí.
La vida es tan contradictoria hace tres días tenía la opción de ser libre, pero, la atadura más grande. Mi hija. Una atadura de amor, jure protegerla desde que supe que estaba embarazada y lejos de ella no podría cumplir mi promesa. Así que me quede, a pesar de todo, los maltratos, las humillaciones, y lo peor estar cerca de un hombre que detestó con todo mi ser.

Me visto con un conjunto de ropa interior blanca, el color de la pureza, pureza que me arrebato James. Un blusón rojo, como las lágrimas de sangre que me hizo llorar en aquel hospital luchando por vivir o mejor dicho sobrevivir. Suelto mi cabello y lo cepillo hasta que queda totalmente liso. Como el camino que quiero para Marlen y bajo a desayunar junto a mi "familia".

William

Miro sus piernas largas, luego sus caderas anchas, sus senos voluptuosos, su cabello color fuego y por último sus ojos verdes llenos de esperanza.

Y lo sé, se que la quiero joder, y que haré hasta lo imposible porque este a mi lado, quiera o no.
El amor es egoísta, o bueno así es el mío, no me importa lo que Madison crea de mí. Firmo su sentencia cuando quedo embarazada, Marlene es mía y si ella no esta a mi lado, no estará al lado de nadie.

Miro a mi pequeña en su coche lamiendo su puño y una sonrisa me sale de lo más profundo. Mi creación tan parecida a mí. Mi descendencia y como hija mía una mujer Smith que dejara marcada muchas vidas.

Como si mi pequeña leyera mi mente, otra sonrisa se dibuja en sus finos labios.

Madison

Tomó a mi pequeña en brazos y sin perder el tiempo empieza a buscar su leche. La ayudó en su tarea y sonrio cuando sus labios apresan mi pezón izquierdo.

Haré hasta lo imposible para que no seas igual a tu padre Marly, eso te lo juro. Antes muerta que dejar que te conviertas en la pesadilla de alguien. No tendrás mi físico pero, espero que si mi corazón.

Sello mi promesa con un suave beso en la frente de mi niña. Mi salvación y mi condena, mi pecado y mi cielo, mi infierno y mi vida.

Miro a William con una sonrisa, de esas que esconden los más macabros planes. Un tratado de paz, para empezar a preparar la guerra.

Que mal que se le halla ocurrido amarme a mí, por que cada cosa que me hizo la pagara con y por amor a mi hija y mi libertad.

William

Le devuelvo la sonrisa a Madison, y miro a mi hija en sus brazos, si supiera a lo que se atiene, hubiese salido corriendo cuando pudo.

—Buen día mi amor — toda batalla empieza tanteando terreno.

Te Pertenezco (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora